Historia de la Lógica Transcursiva (Capítulo 287)
Cuaderno XII (páginas 1725 a 1730)
(Hoy continuamos con el análisis de la ironía como modelo de comprensión/producción lingüística)
¿Qué aporta la Lógica Transcursiva en el caso de la ironía?
Linda Hutcheon en su peculiar libro: "El borde de la ironía" (1995) caracteriza el sentido irónico diciendo que es relacional, inclusivo y diferencial (Hutcheon, 1995, p. 58). Lo de relacional porque a la ironía la plantea como una estrategia que relaciona no solo sentidos (dijo, no dijo), sino también sujetos que actúan como intérpretes y a la vez como generadores de lo irónico. El sentido irónico, manifiesta la autora, surge como consecuencia de una relación dinámica entre generadores de sentido diferentes con el fin de crear algo nuevo. En otras palabras, nos sugiere la imagen provocativa de un fenómeno complejo de ‘tensión’ entre ‘lo dicho’ y ‘lo no dicho’, en donde cada uno de los cuales toma sentido en función del otro. Además no plantea esta relación en condiciones de igualdad, sino todo lo contrario, el poder de ‘lo no dicho’ como desafío, sería la condición semántica fundamental de la ironía.
Lo inclusivo lo refiere, poniendo como ejemplo la ilustración del famoso ‘conejo-pato’ que publica Wittgenstein en sus "Investigaciones Filosóficas" (Wittgenstein, 1999, p. 157) para mostrar una ilusión óptica en donde la figura puede interpretarse como pato si los dos apéndices que salen de ella hacia la izquierda se asimilan a un pico; o como un conejo, si son interpretados como un par de largas orejas. Menciona el filósofo que no podemos experimentar ambas lecturas al mismo tiempo.
[Es curioso el origen de esta ilustración. Wittgenstein utiliza un dibujo (figura 1) que declara haber sacado del libro de Jastrow "Fact and Fable in Psychology" - 'Hechos y fábulas en Psicología', de 1901, p. 295 (figura 2), quien a su vez lo tomó de un semanario político (Harper's Weekly (Nov. 19, 1892, p. 1114); pero quien lo había publicado inicialmente, como una ilustración anónima, fue un magazine de humor alemán ("Fliegende Blätter" - 'Hojas que vuelan', (Oct. 23, 1892, p. 147)) (figura 3)]
Hutcheon en cambio sugiere, que si estas figuras son interpretadas como componentes de una situación irónica, nuestra mente podría ‘verlas’ al mismo tiempo {Esta es una posición idéntica a la adoptada en un punto anterior sobre el cubo de Necker}. Planteado como algo dinámico, sugiere que podría haber, en lo irónico, una rápida oscilación entre ‘lo dicho’ y ‘lo no dicho’, y si bien esta visión de conjunto no permite ponderar como más relevante a ninguno de los componentes, esta ‘mezcla’ de sentidos semánticos (aunque separados por el sutil ‘borde de la ironía’) permite hacerse una idea del sentido irónico como gobernado por el cambio y no como algo estático.
Lo global, en fin, lo plantea como la necesidad de abandonar las restricciones de la noción semántica estándar de la ironía que la propone como una ‘inversión’; es decir, como formada por dos contrapartes enfrentadas y sustituibles. ‘Los patos no son lo contrario a los conejos’, simplemente son diferentes. Podemos hablar de incongruencia, asevera la autora, pero esa incongruencia no puede ni debe asimilarse a contrariedad, ambos términos ‘deben’ ser percibidos juntos y sólo separados por un borde neto que permita la comparación para que la incongruencia pueda ser considerada irónica.
Hideki Hamamoto en su artículo “Irony from a cognitive perspective” - 'La ironía desde una perspectiva cognitiva' (Hamamoto, 1997, p. 257) propone un modelo de los aspectos cognitivos de la ironía. En él indica que en la ironía habrían dos componentes cognitivos: un conocimiento previo surgido de la realidad superficial (aparente) y que genera expectativas o predicciones; y uno posterior o reconocimiento que tipifica un determinado fenómeno como efectivamente real. El elemento fundamental del fenómeno irónico sería la discrepancia entre el reconocimiento y el conocimiento previo (o expectativa), que correspondería al concepto de ‘tensión’ planteado por Hutcheon. La diferencia entre el ‘conocimiento de la ironía’ y su ‘forma lingüística’ de debe a una diferencia de niveles: uno no-lingüístico y el otro lingüístico, aunque no necesariamente, es el uno la negación del otro.
Hamamoto en 1995 (Cao, 2001) propone un esquema (figura adjunta) en donde intenta una sistematización del fundamento cognitivo de la ironía. En este esquema, sobre el eje –C/C no existiría discrepancia entre E (lo esperado) y R (lo real). En términos de Hutcheon, no existiría ‘tensión’ entre ellos. En cambio, sí habría discrepancia entre los dos niveles a lo largo del eje –D/D.
El mecanismo en los niveles cognitivo y lingüístico funcionaría contemplando cuatro modalidades irónicas básicas:
1) La estándar o prototípica, igual a la que adhiere Grice (1995) Nivel lingüístico: 1 (se afirma algo como real)
Nivel cognitivo: 0 (se piensa lo opuesto) ...Máxima Discrepancia
2) En donde está involucrada la disolución de una situación. El hablante expresa verbalmente la percepción de discrepancia entre expectativa (E) y realidad (R).
Nivel lingüístico: 0 (se sugiere la discrepancia)
Nivel cognitivo: 1 (se sabe que la realidad es lo opuesto)...Mínima Discrepancia
3) Aquí se describe el estado real (una situación verdadera) tal como es.
Nivel lingüístico: 1 (se plantea la solución a la situación irónica) Nivel cognitivo: 1 (se piensa la realidad, tal como se la expresó)...Máxima Congruencia (ironía cancelada)
4) Se plantea el caso de las declaraciones irónicas involuntarias.
Nivel lingüístico: 0 (dice algo irónico sin quererlo)
Nivel cognitivo: 0 (no percibe la realidad incongruente)...Mínima Congruencia
5) El autor plantea una posible situación irónica que se superpone a la primera en cuanto al código binario que la caracteriza pero que en realidad, representa una situación invertida. En la primera modalidad la realidad resulta ser lo opuesto a lo dicho, por lo que el oyente, al percatarse de la incongruencia, vuelve (generalmente) a proferir la misma expresión escuchada pero con una entonación distinta para hacer evidente la ironía. En este caso de la inversión, todo esto se hace de una sola vez, es decir, el oyente conociendo la realidad negativa de antemano la expresa positivamente de una manera irónica.
El funcionamiento del esquema de Hamamoto, tal como se lo ha descrito, constituye una conexión de Galois; o sea, una oposición mediada por otra oposición idéntica a la señalada como el ‘corazón’ de nuestro PAU. Como se aprecia en la figura adjunta la correspondencia entre el esquema planteado y el PAU, desde el punto de vista lógico, es absoluta. En la figura se pueden individualizar los dos niveles operativos de la ironía: el dextrógiro (Dx) o SVO representando el nivel lingüístico (superficial); y el levógiro (Lv) o O⊽S que representa el nivel de la cognición (profundo). La operación de nuestro esquema es muy simple si se acepta por ejemplo, que el nivel superficial se puede ‘traducir’ directamente a lo lingüístico puro, por constituir el esquema expresivo adoptado por la lógica Aristotélica, en donde, las afirmaciones acerca de los atributos de una sustancia son expresados de una forma natural en proposiciones singulares de la forma del sujeto-predicado (Stebbing, 1965, p. 529). Se debe recordar que el nivel superficial es el de la monocontextura, el binario, aquel que se ajusta a la lógica tradicional y el único que en realidad aborda la teoría de la relevancia. Por otro lado, la relación que guardan los elementos del nivel superficial es la que aparece en casi cualquier expresión idiomática (por lo menos de nuestras lenguas indoeuropeas: S = sujeto; V = verbo (acción); y O = objeto).
En cuanto al nivel profundo su estado deriva de las operaciones lógicas transcursivas mediante las cuales se pueden ‘registrar’ todas las variantes irónicas básicas.
En la variante (1) el foco es el objeto (la apariencia); en la variante (2) el sujeto (lo cualitativo, a través de lo afectivo); en la variante (3) se considera la unión (∪) de los elementos de las situaciones anteriores en donde, sin embargo, se respeta el ‘borde de la ironía’ a través de una disyunción lógica, convalidándose de esta manera el aspecto dinámico, ya que el foco principal es el cambio evidente; o sea, la ironía superficial; y finalmente en la variante (4) en donde una intersección (∩) entre elementos se soslaya mediante una conjunción lógica, que aunque profunda, revalida una categoría que le hace perder la intención irónica a la situación. Por esta razón su foco es el cambio profundo, aquel que sin ser evidente, opera en forma oculta una reorganización situacional que emerge intempestivamente a pesar de su productor, transformándose en evidente y permitiéndole al interlocutor que advierte la no intencionalidad, solazarse en lo irónico.
Observada la ironía desde el punto de vista psíquico-estructural y dinámico, la Lógica Transcursiva propone el esquema de la figura siguiente para explicar el doble proceso de comprensión/producción lingüística.
La situación irónica (cualquiera que esta sea) y como tantas otras, es típicamente heterárquica (operación de distintos niveles simultáneamente), y por tanto, su abordaje desde la lógica monocontextural es cuando menos, dificultoso.
Vimos que intervienen, en el planteo irónico, los operadores lógicos tradicionales de conjunción (y), disyunción (o) y negación, pero, la forma eficiente de tratar con una situación compleja como esta (en donde NO SE PUEDE dejar de lado al sujeto productor), es manejando en forma generalizada lo conjuntivo y lo disyuntivo, y policontexturalmente la negación como lo hace la Lógica Transcursiva al contemplar aspectos tan típicamente subjetivos. De la propuesta anterior se desglosan los procesos involucrados en un acto de habla y en toda comunicación, es decir, lo que se piensa, la intención que conlleva y el efecto que produce a través de la comprensión y producción, respectivamente.
Mediante lo conjuntivo generalizado (equivalencia: ≣) se enfoca la comprensión al sincronizar desde la estructura psíquica (ideas o representantes del tiempo externo), la función psíquica (o pensamientos) cuyo sustrato es la negación transclásica que opera el tiempo interno. A través de lo disyuntivo generalizado (disyunción exclusiva: XOR) se opera la producción de expresiones lingüísticas.
La operación paralela y simultánea de estos dos ‘circuitos’ es un modelo posible de una circularidad distribuida de un sistema en su entorno, que ‘oscila’ (como en la propuesta de Hutcheon) entre ambos niveles (superficial y profundo), aunque respetando el ‘borde’ (la frontera) que liga lo subjetivo y lo objetivo.
Tomando los estímulos (desde la superficie) a través de su significado, creando estructura psíquica (ideas) al registrarlos (en la profundidad), insertándolos en la historia del sujeto; elaborando un sentido que surge de la interpretación del significado y de un establecerse funcionalmente en el pensamiento para luego, resurgiendo en la superficie como expresión lingüística, ser portadora de un nuevo significado, una intención y una facilitación para un determinado efecto.
¡Nos vemos mañana!
(Hoy continuamos con el análisis de la ironía como modelo de comprensión/producción lingüística)
¿Qué aporta la Lógica Transcursiva en el caso de la ironía?
Linda Hutcheon en su peculiar libro: "El borde de la ironía" (1995) caracteriza el sentido irónico diciendo que es relacional, inclusivo y diferencial (Hutcheon, 1995, p. 58). Lo de relacional porque a la ironía la plantea como una estrategia que relaciona no solo sentidos (dijo, no dijo), sino también sujetos que actúan como intérpretes y a la vez como generadores de lo irónico. El sentido irónico, manifiesta la autora, surge como consecuencia de una relación dinámica entre generadores de sentido diferentes con el fin de crear algo nuevo. En otras palabras, nos sugiere la imagen provocativa de un fenómeno complejo de ‘tensión’ entre ‘lo dicho’ y ‘lo no dicho’, en donde cada uno de los cuales toma sentido en función del otro. Además no plantea esta relación en condiciones de igualdad, sino todo lo contrario, el poder de ‘lo no dicho’ como desafío, sería la condición semántica fundamental de la ironía.
Lo inclusivo lo refiere, poniendo como ejemplo la ilustración del famoso ‘conejo-pato’ que publica Wittgenstein en sus "Investigaciones Filosóficas" (Wittgenstein, 1999, p. 157) para mostrar una ilusión óptica en donde la figura puede interpretarse como pato si los dos apéndices que salen de ella hacia la izquierda se asimilan a un pico; o como un conejo, si son interpretados como un par de largas orejas. Menciona el filósofo que no podemos experimentar ambas lecturas al mismo tiempo.
[Es curioso el origen de esta ilustración. Wittgenstein utiliza un dibujo (figura 1) que declara haber sacado del libro de Jastrow "Fact and Fable in Psychology" - 'Hechos y fábulas en Psicología', de 1901, p. 295 (figura 2), quien a su vez lo tomó de un semanario político (Harper's Weekly (Nov. 19, 1892, p. 1114); pero quien lo había publicado inicialmente, como una ilustración anónima, fue un magazine de humor alemán ("Fliegende Blätter" - 'Hojas que vuelan', (Oct. 23, 1892, p. 147)) (figura 3)]
Figura 1
Figura 2
Figura 3
(En donde dice, más o menos, ¿Qué animales se encuentran en la misma figura? Conejo y pato)
Hutcheon en cambio sugiere, que si estas figuras son interpretadas como componentes de una situación irónica, nuestra mente podría ‘verlas’ al mismo tiempo {Esta es una posición idéntica a la adoptada en un punto anterior sobre el cubo de Necker}. Planteado como algo dinámico, sugiere que podría haber, en lo irónico, una rápida oscilación entre ‘lo dicho’ y ‘lo no dicho’, y si bien esta visión de conjunto no permite ponderar como más relevante a ninguno de los componentes, esta ‘mezcla’ de sentidos semánticos (aunque separados por el sutil ‘borde de la ironía’) permite hacerse una idea del sentido irónico como gobernado por el cambio y no como algo estático.
Lo global, en fin, lo plantea como la necesidad de abandonar las restricciones de la noción semántica estándar de la ironía que la propone como una ‘inversión’; es decir, como formada por dos contrapartes enfrentadas y sustituibles. ‘Los patos no son lo contrario a los conejos’, simplemente son diferentes. Podemos hablar de incongruencia, asevera la autora, pero esa incongruencia no puede ni debe asimilarse a contrariedad, ambos términos ‘deben’ ser percibidos juntos y sólo separados por un borde neto que permita la comparación para que la incongruencia pueda ser considerada irónica.
Hideki Hamamoto en su artículo “Irony from a cognitive perspective” - 'La ironía desde una perspectiva cognitiva' (Hamamoto, 1997, p. 257) propone un modelo de los aspectos cognitivos de la ironía. En él indica que en la ironía habrían dos componentes cognitivos: un conocimiento previo surgido de la realidad superficial (aparente) y que genera expectativas o predicciones; y uno posterior o reconocimiento que tipifica un determinado fenómeno como efectivamente real. El elemento fundamental del fenómeno irónico sería la discrepancia entre el reconocimiento y el conocimiento previo (o expectativa), que correspondería al concepto de ‘tensión’ planteado por Hutcheon. La diferencia entre el ‘conocimiento de la ironía’ y su ‘forma lingüística’ de debe a una diferencia de niveles: uno no-lingüístico y el otro lingüístico, aunque no necesariamente, es el uno la negación del otro.
Hamamoto en 1995 (Cao, 2001) propone un esquema (figura adjunta) en donde intenta una sistematización del fundamento cognitivo de la ironía. En este esquema, sobre el eje –C/C no existiría discrepancia entre E (lo esperado) y R (lo real). En términos de Hutcheon, no existiría ‘tensión’ entre ellos. En cambio, sí habría discrepancia entre los dos niveles a lo largo del eje –D/D.
El mecanismo en los niveles cognitivo y lingüístico funcionaría contemplando cuatro modalidades irónicas básicas:
1) La estándar o prototípica, igual a la que adhiere Grice (1995) Nivel lingüístico: 1 (se afirma algo como real)
Nivel cognitivo: 0 (se piensa lo opuesto) ...Máxima Discrepancia
2) En donde está involucrada la disolución de una situación. El hablante expresa verbalmente la percepción de discrepancia entre expectativa (E) y realidad (R).
Nivel lingüístico: 0 (se sugiere la discrepancia)
Nivel cognitivo: 1 (se sabe que la realidad es lo opuesto)...Mínima Discrepancia
3) Aquí se describe el estado real (una situación verdadera) tal como es.
Nivel lingüístico: 1 (se plantea la solución a la situación irónica) Nivel cognitivo: 1 (se piensa la realidad, tal como se la expresó)...Máxima Congruencia (ironía cancelada)
4) Se plantea el caso de las declaraciones irónicas involuntarias.
Nivel lingüístico: 0 (dice algo irónico sin quererlo)
Nivel cognitivo: 0 (no percibe la realidad incongruente)...Mínima Congruencia
5) El autor plantea una posible situación irónica que se superpone a la primera en cuanto al código binario que la caracteriza pero que en realidad, representa una situación invertida. En la primera modalidad la realidad resulta ser lo opuesto a lo dicho, por lo que el oyente, al percatarse de la incongruencia, vuelve (generalmente) a proferir la misma expresión escuchada pero con una entonación distinta para hacer evidente la ironía. En este caso de la inversión, todo esto se hace de una sola vez, es decir, el oyente conociendo la realidad negativa de antemano la expresa positivamente de una manera irónica.
El funcionamiento del esquema de Hamamoto, tal como se lo ha descrito, constituye una conexión de Galois; o sea, una oposición mediada por otra oposición idéntica a la señalada como el ‘corazón’ de nuestro PAU. Como se aprecia en la figura adjunta la correspondencia entre el esquema planteado y el PAU, desde el punto de vista lógico, es absoluta. En la figura se pueden individualizar los dos niveles operativos de la ironía: el dextrógiro (Dx) o SVO representando el nivel lingüístico (superficial); y el levógiro (Lv) o O⊽S que representa el nivel de la cognición (profundo). La operación de nuestro esquema es muy simple si se acepta por ejemplo, que el nivel superficial se puede ‘traducir’ directamente a lo lingüístico puro, por constituir el esquema expresivo adoptado por la lógica Aristotélica, en donde, las afirmaciones acerca de los atributos de una sustancia son expresados de una forma natural en proposiciones singulares de la forma del sujeto-predicado (Stebbing, 1965, p. 529). Se debe recordar que el nivel superficial es el de la monocontextura, el binario, aquel que se ajusta a la lógica tradicional y el único que en realidad aborda la teoría de la relevancia. Por otro lado, la relación que guardan los elementos del nivel superficial es la que aparece en casi cualquier expresión idiomática (por lo menos de nuestras lenguas indoeuropeas: S = sujeto; V = verbo (acción); y O = objeto).
En cuanto al nivel profundo su estado deriva de las operaciones lógicas transcursivas mediante las cuales se pueden ‘registrar’ todas las variantes irónicas básicas.
En la variante (1) el foco es el objeto (la apariencia); en la variante (2) el sujeto (lo cualitativo, a través de lo afectivo); en la variante (3) se considera la unión (∪) de los elementos de las situaciones anteriores en donde, sin embargo, se respeta el ‘borde de la ironía’ a través de una disyunción lógica, convalidándose de esta manera el aspecto dinámico, ya que el foco principal es el cambio evidente; o sea, la ironía superficial; y finalmente en la variante (4) en donde una intersección (∩) entre elementos se soslaya mediante una conjunción lógica, que aunque profunda, revalida una categoría que le hace perder la intención irónica a la situación. Por esta razón su foco es el cambio profundo, aquel que sin ser evidente, opera en forma oculta una reorganización situacional que emerge intempestivamente a pesar de su productor, transformándose en evidente y permitiéndole al interlocutor que advierte la no intencionalidad, solazarse en lo irónico.
Observada la ironía desde el punto de vista psíquico-estructural y dinámico, la Lógica Transcursiva propone el esquema de la figura siguiente para explicar el doble proceso de comprensión/producción lingüística.
La situación irónica (cualquiera que esta sea) y como tantas otras, es típicamente heterárquica (operación de distintos niveles simultáneamente), y por tanto, su abordaje desde la lógica monocontextural es cuando menos, dificultoso.
Vimos que intervienen, en el planteo irónico, los operadores lógicos tradicionales de conjunción (y), disyunción (o) y negación, pero, la forma eficiente de tratar con una situación compleja como esta (en donde NO SE PUEDE dejar de lado al sujeto productor), es manejando en forma generalizada lo conjuntivo y lo disyuntivo, y policontexturalmente la negación como lo hace la Lógica Transcursiva al contemplar aspectos tan típicamente subjetivos. De la propuesta anterior se desglosan los procesos involucrados en un acto de habla y en toda comunicación, es decir, lo que se piensa, la intención que conlleva y el efecto que produce a través de la comprensión y producción, respectivamente.
Mediante lo conjuntivo generalizado (equivalencia: ≣) se enfoca la comprensión al sincronizar desde la estructura psíquica (ideas o representantes del tiempo externo), la función psíquica (o pensamientos) cuyo sustrato es la negación transclásica que opera el tiempo interno. A través de lo disyuntivo generalizado (disyunción exclusiva: XOR) se opera la producción de expresiones lingüísticas.
La operación paralela y simultánea de estos dos ‘circuitos’ es un modelo posible de una circularidad distribuida de un sistema en su entorno, que ‘oscila’ (como en la propuesta de Hutcheon) entre ambos niveles (superficial y profundo), aunque respetando el ‘borde’ (la frontera) que liga lo subjetivo y lo objetivo.
Tomando los estímulos (desde la superficie) a través de su significado, creando estructura psíquica (ideas) al registrarlos (en la profundidad), insertándolos en la historia del sujeto; elaborando un sentido que surge de la interpretación del significado y de un establecerse funcionalmente en el pensamiento para luego, resurgiendo en la superficie como expresión lingüística, ser portadora de un nuevo significado, una intención y una facilitación para un determinado efecto.
¡Nos vemos mañana!