Historia de la Lógica Transcursiva (Capítulo 270)
Cuaderno XII (páginas 1623 a 1628)
(Hoy volcamos lo visto en el capítulo anterior, a nuestro trabajo. Comenzamos con algunos aportes generales, para luego avanzar, algo, sobre las hipótesis y la metodología)
¿Cómo enfocamos lo nuestro?
En una contextura (donde se respetan las leyes lógicas aristotélicas) tiene vigencia el par S/O (por lo que explicamos antes), del cual, solo un elemento será designado en un tiempo determinado. El otro elemento quedará anulado (será negado), y para rescatarlo lo debemos ubicar en otra contextura (o domino lógico). Para identificar las distintas contexturas y saber qué es lo que lo que contiene cada una, le daremos un nombre a estos 'continentes' de sistemas bivaluados. Para no utilizar ninguna característica particular del universo monocontextural, vamos a suponer que lo que prima en nuestro universo es el 'desorden', y lo caracterizaremos con '1' (positivo, por designado).
Porque este, nuestro universo, es dicotómico (como ya vimos), debe existir el 'orden', el que deberá ser caracterizado con '0' (su opuesto, lo no designado, lo negado), y que en realidad, trata de decirnos sobre la posibilidad de la ausencia de desorden. El par S/O puede, de alguna manera, ser individualizado en sus elementos constitutivos. Si tuviéramos ante nuestros ojos (al mismo tiempo - algo imposible en un universo binario) lo subjetivo y lo objetivo, seguramente, podríamos descubrir que estos aspectos se relacionan, al menos, de dos maneras distintas: por un lado, tienen algo en común que los identifica como aspectos reales, y por otro, algo que los diferencia como elementos distintos pertenecientes a esa categoría. Si le asignamos a lo subjetivo lo sin término, lo sin límites, lo sin definición, lo internamente ilimitado; o sea, algo similar al desorden; y a lo objetivo, lo determinado y con límites; es decir, lo opuesto, el orden, podremos, entonces, caracterizar el par S/O, como sigue:
Como se puede apreciar, el método para caracterizar cada elemento del par S/O, se basa en dejar constancia de las oposiciones que caracterizan al S y al O; vale decir, de aquello que permite distinguirlos (presencia o ausencia de un atributo dado). Esta sencilla designación respeta, cabalmente, las reglas vigentes en el universo al cual pertenecen; esto es, S y O mantienen una doble relación: i) son opuestos (uno es la negación del otro), y ii) son complementarios (uno tiene una característica que el otro no posee).
Ahora, que ya contamos con un modo de caracterizar las contexturas de acuerdo a su contenido en un tiempo determinado, procedemos a realizar la distribución de los distintos elementos.
Si en nuestro universo designamos el objeto (lo objetivo, la realidad objetiva) podemos, de acuerdo a todo lo anterior, llamar a esta nuestra contextura, 10, porque allí, en este instante, solo es tenido en cuenta el O. El S, por una consecuencia lógica (su negación), pasa a ser no designado. Para rescatarlo, lo alojaremos en una contextura auxiliar, a la que llamaremos 01 (por la nomenclatura adoptada anteriormente); esta contextura auxiliar cumple el papel negación, en este sistema que estamos construyendo (no por representar lo falso o lo negativo, sino lo no designado).
Al distribuir los elementos que pertenecen a cada aspecto evitamos que se 'pierdan' las diferencias que los individualizan. El hecho de que estas diferencias se hagan explícitas, denota que mediante su 'presencia simultánea', se pone en evidencia lo que los distingue, pero a la vez, lo que tienen en común y por lo cual, pertenecen a la misma contextura. Se hace así manifiesta entonces, que en esta 'estructura real básica' hay por un lado, un aspecto discreto, discontinuo que representado por lo que separa los elementos (una disyunción), y por otro lado, un aspecto continuo representado por lo que los une (una conjunción).
En palabras de Greimas (Greimas, 1973, p. 142): "Así, la disyunción que los hace irreductibles se apoya sobre la conjunción que los hace comparables."
Tenemos dos contexturas que pretendemos simultáneas, en un tiempo determinado, y que guardan entre sí, por lo menos en su designación, las mismas relaciones de oposición y complementariedad, que los aspectos que alojan. Si bien hemos 'rescatado', de alguna manera, el aspecto que se pierde (por no designación) en nuestro universo binario, y lo tenemos 'vigente' en otro lugar (en otro dominio), estos aspectos siguen estando absolutamente separados, y por lo tanto, no se pueden considerar simultáneos. Para dejar constancia de la simultaneidad de ambas contexturas, debe existir algo (otra contextura) que oficie de mediador (sincronizador, organizador).
A esta contextura la llamaremos '11', porque aloja en su interior la designación (lo positivo) de cada uno de las contexturas que conecta o sincroniza. En otras palabras, deja constancia de la concurrencia (simultaneidad) de dos designaciones. No obstante contener el registro de dos designaciones (lo positivo en esta relación), actúa como otra negación, en nuestro sistema, ya que representa algo 'proscrito' en nuestro universo (algo de lo que no se puede hablar). A esta contextura que signamos como sincronizadora u organizadora, la asimilaremos a una transformación o cambio, y que desde el punto de vista lógico (clásico) es una disyunción, porque deja constancia de una separación de una distribución; de que algo se transforma o cambia en nuestro universo, cuando hacemos una designación. Le llamaremos V.
De alguna forma, esta nueva relación establecida entre las contexturas original y auxiliar, lo podríamos asimilar a nuestro concepto (binario) de función o relación funcional, porque representa la 'proyección' de una estructura en otra estructura; por cada estructura que entre en la transformación, hay una estructura que sale; claro, que este tipo de operación se realiza, aquí entre contexturas (es intercontextural), y no en la monocontextura. Este cambio o transformación pone en evidencia lo 'dinámico' de nuestro universo, aquello que se nos hace evidente a nuestra observación, pero que por estar 'confinados' a una sola contextura, no podemos explicar.
Más precisiones generales:
Objetivo principal: aportar una herramienta para el análisis del lenguaje, tanto en lo que se refiere a su producción como a su comprensión.
Marco teórico: las Ciencias Cognitivas y la lógica tradicional (y sucedáneos) - La monocontexturalidad.
Nicho: abordaje policontextural del lenguaje como producto de un fenómeno subjetivo.
Metodología: abordaje transdisciplinario - Cibersemiótica (modificada) y simulación - Lógica policontextural (modificada).
Hipótesis: el lenguaje como fenómeno subjetivo, no puede ser estudiado (en los niveles propuestos) desde las Ciencias Cognitivas (¡Son todas monocontexturales!), porque es un análisis superficial.
- El lenguaje surge como una estrategia evolutiva para sobrevivir.
- El análisis semiótico (entendiendo Semiótica como la lógica del sentido) de los sistemas reales, permite comprender cómo el lenguaje representa la realidad.
- La realidad tiene una 'estructura universal' que se ve reflejada en todos sus aspectos y productos.
- Lo subjetivo es una expresión de lo vivo de la realidad.
- Imposible describir lo que es el lenguaje, cabalmente, si no se tiene en cuenta lo subjetivo.
- El 'lenguaje positivo', que obedece a un orden jerárquico, no es útil para describirse a sí mismo.
- El lenguaje, como fenómeno de expresión subjetiva, es heterárquico, y se origina en estructuras heterárquicas.
El esquema del trabajo: definido lo que entendemos por realidad {su lógica policontextural}, su estructura y marco de referencia del lenguaje. Se abordan, secuencialmente, los aspectos: a) biológicos (¿biolingüísticos?), b) psíquicos (¿psicolingüísticos?), y c) socio-culturales (¿sociolingüísticos?); que intervienen en la producción y compresión del lenguaje natural.
Conclusión: mediante la incorporación de un verdadero enfoque transdisciplinario, y un análisis lógico de nivel superior, mediante la incorporación de la lógica transcursiva, logra una herramienta analítica (un método de observación - una semiótica) del lenguaje natural que permite ver de cómo es que se produciría y comprendería el lenguaje, y se dan las pautas básicas para intentar una simulación o proyecciones informáticas que posibiliten demostrar la pertinencia de las propuestas.
"Una Semiótica como método, a través del análisis de la lógica del sentido."
Otras consideraciones generales: cualquier intento de abordar el lenguaje debe tener, como marco de referencia, aspectos filosóficos que hacen a su existencia, como prerrogativa humana y tratan de encaminar las dudas al respecto, hacia alguna corriente de pensamiento científico que, si lo empírico ayuda, se convertirá en una ciencia que estudie tal o cual aspecto del lenguaje. Esto que, de alguna u otra forma, es y ha sido la historia de cómo surge el punto de vista científico, en el conocimiento humano, conspira para que el lenguaje sea un misterio más, de los tantos que rodean al hombre.
Parece sensato suponer que el problema no es el lenguaje, en este caso, sino el hombre. Este enorme problema que significaría, entonces, abordar lo que el hombre es para, y de una manera secundaria, poder decir algo sobre el lenguaje, atenta contra la sensatez.
Tal vez no se esta empresa, de averiguar sobre el lenguaje, algo insoluble, si tratamos de ver que hay detrás de esos aspectos filosóficos a los que hacíamos referencia.
Sin llegar a un por menor de las distintas formas en que el pensamiento filosófico a discurrido a lo largo de la historia, podemos decir que, sin lugar a dudas, existe un factor determinante que ha oficiado, hasta hoy, de unificador de los problemas filosóficos. Este factor aglutinante y reorganizador es la lógica. Un enfoque filosófico tiene su patrón de medida, en su forma lógica. El punto de vista lógico da origen a métodos, ontologías y éticas, y por extensión, a su sustento epistemológico.
Aproximación a las hipótesis: el lenguaje como producto de la acción subjetiva constituye un recurso que el ser vivo utiliza para sobrevivir.
- el sobrevivir es posible si el organismo viviente le 'encuentra sentido' a su mundo circundante; es decir, en la medida en que comienza a 'conocer' su entorno y asimilar, así, su posición en él.
El lenguaje, de esta manera, se convierte en una estrategia adaptativo-evolutiva para la supervivencia. Por lo anterior, entonces, es posible abordar, cabalmente, el estudio del lenguaje desde una Semiótica entendida como una lógica del sentido, que contemple la subjetividad.
Algo sobre la metodología: análisis del lenguaje desde la transdisciplina, en el marco conceptual de la Cibersemiótica (parcialmente). Con la información no basta. Puente necesario entre lo objetivo y lo subjetivo. Análisis policontextural (transclásica). Modelo teórico para la simulación.
Algo sobre los objetivos:
- Proponer una herramienta semiótica (Lógica Transcursiva) para un estudio del lenguaje, más acorde a sus orígenes de la producción/comprensión.
- Sentar las bases teóricas de un modelo para el estudio del lenguaje, mediante la simulación.
[continuará ... ]
¡Nos vemos mañana!
(Hoy volcamos lo visto en el capítulo anterior, a nuestro trabajo. Comenzamos con algunos aportes generales, para luego avanzar, algo, sobre las hipótesis y la metodología)
¿Cómo enfocamos lo nuestro?
En una contextura (donde se respetan las leyes lógicas aristotélicas) tiene vigencia el par S/O (por lo que explicamos antes), del cual, solo un elemento será designado en un tiempo determinado. El otro elemento quedará anulado (será negado), y para rescatarlo lo debemos ubicar en otra contextura (o domino lógico). Para identificar las distintas contexturas y saber qué es lo que lo que contiene cada una, le daremos un nombre a estos 'continentes' de sistemas bivaluados. Para no utilizar ninguna característica particular del universo monocontextural, vamos a suponer que lo que prima en nuestro universo es el 'desorden', y lo caracterizaremos con '1' (positivo, por designado).
Porque este, nuestro universo, es dicotómico (como ya vimos), debe existir el 'orden', el que deberá ser caracterizado con '0' (su opuesto, lo no designado, lo negado), y que en realidad, trata de decirnos sobre la posibilidad de la ausencia de desorden. El par S/O puede, de alguna manera, ser individualizado en sus elementos constitutivos. Si tuviéramos ante nuestros ojos (al mismo tiempo - algo imposible en un universo binario) lo subjetivo y lo objetivo, seguramente, podríamos descubrir que estos aspectos se relacionan, al menos, de dos maneras distintas: por un lado, tienen algo en común que los identifica como aspectos reales, y por otro, algo que los diferencia como elementos distintos pertenecientes a esa categoría. Si le asignamos a lo subjetivo lo sin término, lo sin límites, lo sin definición, lo internamente ilimitado; o sea, algo similar al desorden; y a lo objetivo, lo determinado y con límites; es decir, lo opuesto, el orden, podremos, entonces, caracterizar el par S/O, como sigue:
Como se puede apreciar, el método para caracterizar cada elemento del par S/O, se basa en dejar constancia de las oposiciones que caracterizan al S y al O; vale decir, de aquello que permite distinguirlos (presencia o ausencia de un atributo dado). Esta sencilla designación respeta, cabalmente, las reglas vigentes en el universo al cual pertenecen; esto es, S y O mantienen una doble relación: i) son opuestos (uno es la negación del otro), y ii) son complementarios (uno tiene una característica que el otro no posee).
Ahora, que ya contamos con un modo de caracterizar las contexturas de acuerdo a su contenido en un tiempo determinado, procedemos a realizar la distribución de los distintos elementos.
Si en nuestro universo designamos el objeto (lo objetivo, la realidad objetiva) podemos, de acuerdo a todo lo anterior, llamar a esta nuestra contextura, 10, porque allí, en este instante, solo es tenido en cuenta el O. El S, por una consecuencia lógica (su negación), pasa a ser no designado. Para rescatarlo, lo alojaremos en una contextura auxiliar, a la que llamaremos 01 (por la nomenclatura adoptada anteriormente); esta contextura auxiliar cumple el papel negación, en este sistema que estamos construyendo (no por representar lo falso o lo negativo, sino lo no designado).
Al distribuir los elementos que pertenecen a cada aspecto evitamos que se 'pierdan' las diferencias que los individualizan. El hecho de que estas diferencias se hagan explícitas, denota que mediante su 'presencia simultánea', se pone en evidencia lo que los distingue, pero a la vez, lo que tienen en común y por lo cual, pertenecen a la misma contextura. Se hace así manifiesta entonces, que en esta 'estructura real básica' hay por un lado, un aspecto discreto, discontinuo que representado por lo que separa los elementos (una disyunción), y por otro lado, un aspecto continuo representado por lo que los une (una conjunción).
En palabras de Greimas (Greimas, 1973, p. 142): "Así, la disyunción que los hace irreductibles se apoya sobre la conjunción que los hace comparables."
Tenemos dos contexturas que pretendemos simultáneas, en un tiempo determinado, y que guardan entre sí, por lo menos en su designación, las mismas relaciones de oposición y complementariedad, que los aspectos que alojan. Si bien hemos 'rescatado', de alguna manera, el aspecto que se pierde (por no designación) en nuestro universo binario, y lo tenemos 'vigente' en otro lugar (en otro dominio), estos aspectos siguen estando absolutamente separados, y por lo tanto, no se pueden considerar simultáneos. Para dejar constancia de la simultaneidad de ambas contexturas, debe existir algo (otra contextura) que oficie de mediador (sincronizador, organizador).
A esta contextura la llamaremos '11', porque aloja en su interior la designación (lo positivo) de cada uno de las contexturas que conecta o sincroniza. En otras palabras, deja constancia de la concurrencia (simultaneidad) de dos designaciones. No obstante contener el registro de dos designaciones (lo positivo en esta relación), actúa como otra negación, en nuestro sistema, ya que representa algo 'proscrito' en nuestro universo (algo de lo que no se puede hablar). A esta contextura que signamos como sincronizadora u organizadora, la asimilaremos a una transformación o cambio, y que desde el punto de vista lógico (clásico) es una disyunción, porque deja constancia de una separación de una distribución; de que algo se transforma o cambia en nuestro universo, cuando hacemos una designación. Le llamaremos V.
De alguna forma, esta nueva relación establecida entre las contexturas original y auxiliar, lo podríamos asimilar a nuestro concepto (binario) de función o relación funcional, porque representa la 'proyección' de una estructura en otra estructura; por cada estructura que entre en la transformación, hay una estructura que sale; claro, que este tipo de operación se realiza, aquí entre contexturas (es intercontextural), y no en la monocontextura. Este cambio o transformación pone en evidencia lo 'dinámico' de nuestro universo, aquello que se nos hace evidente a nuestra observación, pero que por estar 'confinados' a una sola contextura, no podemos explicar.
Más precisiones generales:
Objetivo principal: aportar una herramienta para el análisis del lenguaje, tanto en lo que se refiere a su producción como a su comprensión.
Marco teórico: las Ciencias Cognitivas y la lógica tradicional (y sucedáneos) - La monocontexturalidad.
Nicho: abordaje policontextural del lenguaje como producto de un fenómeno subjetivo.
Metodología: abordaje transdisciplinario - Cibersemiótica (modificada) y simulación - Lógica policontextural (modificada).
Hipótesis: el lenguaje como fenómeno subjetivo, no puede ser estudiado (en los niveles propuestos) desde las Ciencias Cognitivas (¡Son todas monocontexturales!), porque es un análisis superficial.
- El lenguaje surge como una estrategia evolutiva para sobrevivir.
- El análisis semiótico (entendiendo Semiótica como la lógica del sentido) de los sistemas reales, permite comprender cómo el lenguaje representa la realidad.
- La realidad tiene una 'estructura universal' que se ve reflejada en todos sus aspectos y productos.
- Lo subjetivo es una expresión de lo vivo de la realidad.
- Imposible describir lo que es el lenguaje, cabalmente, si no se tiene en cuenta lo subjetivo.
- El 'lenguaje positivo', que obedece a un orden jerárquico, no es útil para describirse a sí mismo.
- El lenguaje, como fenómeno de expresión subjetiva, es heterárquico, y se origina en estructuras heterárquicas.
El esquema del trabajo: definido lo que entendemos por realidad {su lógica policontextural}, su estructura y marco de referencia del lenguaje. Se abordan, secuencialmente, los aspectos: a) biológicos (¿biolingüísticos?), b) psíquicos (¿psicolingüísticos?), y c) socio-culturales (¿sociolingüísticos?); que intervienen en la producción y compresión del lenguaje natural.
Conclusión: mediante la incorporación de un verdadero enfoque transdisciplinario, y un análisis lógico de nivel superior, mediante la incorporación de la lógica transcursiva, logra una herramienta analítica (un método de observación - una semiótica) del lenguaje natural que permite ver de cómo es que se produciría y comprendería el lenguaje, y se dan las pautas básicas para intentar una simulación o proyecciones informáticas que posibiliten demostrar la pertinencia de las propuestas.
"Una Semiótica como método, a través del análisis de la lógica del sentido."
Otras consideraciones generales: cualquier intento de abordar el lenguaje debe tener, como marco de referencia, aspectos filosóficos que hacen a su existencia, como prerrogativa humana y tratan de encaminar las dudas al respecto, hacia alguna corriente de pensamiento científico que, si lo empírico ayuda, se convertirá en una ciencia que estudie tal o cual aspecto del lenguaje. Esto que, de alguna u otra forma, es y ha sido la historia de cómo surge el punto de vista científico, en el conocimiento humano, conspira para que el lenguaje sea un misterio más, de los tantos que rodean al hombre.
Parece sensato suponer que el problema no es el lenguaje, en este caso, sino el hombre. Este enorme problema que significaría, entonces, abordar lo que el hombre es para, y de una manera secundaria, poder decir algo sobre el lenguaje, atenta contra la sensatez.
Tal vez no se esta empresa, de averiguar sobre el lenguaje, algo insoluble, si tratamos de ver que hay detrás de esos aspectos filosóficos a los que hacíamos referencia.
Sin llegar a un por menor de las distintas formas en que el pensamiento filosófico a discurrido a lo largo de la historia, podemos decir que, sin lugar a dudas, existe un factor determinante que ha oficiado, hasta hoy, de unificador de los problemas filosóficos. Este factor aglutinante y reorganizador es la lógica. Un enfoque filosófico tiene su patrón de medida, en su forma lógica. El punto de vista lógico da origen a métodos, ontologías y éticas, y por extensión, a su sustento epistemológico.
Aproximación a las hipótesis: el lenguaje como producto de la acción subjetiva constituye un recurso que el ser vivo utiliza para sobrevivir.
- el sobrevivir es posible si el organismo viviente le 'encuentra sentido' a su mundo circundante; es decir, en la medida en que comienza a 'conocer' su entorno y asimilar, así, su posición en él.
El lenguaje, de esta manera, se convierte en una estrategia adaptativo-evolutiva para la supervivencia. Por lo anterior, entonces, es posible abordar, cabalmente, el estudio del lenguaje desde una Semiótica entendida como una lógica del sentido, que contemple la subjetividad.
Algo sobre la metodología: análisis del lenguaje desde la transdisciplina, en el marco conceptual de la Cibersemiótica (parcialmente). Con la información no basta. Puente necesario entre lo objetivo y lo subjetivo. Análisis policontextural (transclásica). Modelo teórico para la simulación.
Algo sobre los objetivos:
- Proponer una herramienta semiótica (Lógica Transcursiva) para un estudio del lenguaje, más acorde a sus orígenes de la producción/comprensión.
- Sentar las bases teóricas de un modelo para el estudio del lenguaje, mediante la simulación.
[continuará ... ]
¡Nos vemos mañana!