Nota Diario UNO - Domingo, 10/04/2011

Con motivo de lo poco común del hecho que un médico se doctore en letras, la dirección del diario UNO de Mendoza, tuvo la amabilidad de instrumentar una entrevista que se concretó en mi hogar y que aportó el material para esta nota. El esfuerzo que significó la tesis doctoral se ha visto ya, ampliamente recompensado por las numerosas muestras de afecto y reconocimiento de familiares, amigos y colegas (tanto médicos como lingüistas), manifestaciones que han tenido, muchas de ellas, origen en la lectura de esta nota.



En un rastreo hecho desde 1750 hasta la fecha, solo hay dos antecedentes en el mundo, de médicos que se han doctorado en letras. Uno, de habla hispana, el peruano Jaime Luis Cisneros, quien estudió sus dos carreras en la Argentina y que acaba de fallecer a los 89 años, en Enero de este año, y el otro, el suizo Jean Starobinski que cuenta a la fecha con 90 años de edad y que además se doctoró en medicina, ejerciendo como Psiquiatra.


Transcripción texto de la nota:

2011-04-10 00:43:00 Mendoza (Diario UNO)
Un cardiólogo doctor en Lingüística

Dante Salatino es médico egresado de la Facultad de Medicina y experto en informática. Pronto dictará clases de Inteligencia Artificial, en Ingeniería.

Dante Salatino tiene 62 años y es el primer cardiólogo argentino en tener un doctorado en Lingüística. Empezó a investigar sobre esa rama sin haber cursado en Filosofía y Letras. Además de ser un caso único en esta especialidad, el médico es un experto en informática y, también, un apasionado por la talla sobre piedras.

Así, en su casa de Godoy Cruz, llena de libros y murales realizados con sus propias manos, recibe a este diario, con el que dialoga sobre su vida académica.

“Hace 10 años que dejé de trabajar en los hospitales públicos y me dediqué a mi consultorio privado en Maipú. Trabajé durante más de 20 años en la OSEP, pero comencé en el Emilio Civit y también estuve en el Central”, detalla el doctor, quien atiende pacientes de todas las edades, desde niños a adultos.

–¿También estudió informática?
–Profesionalmente he realizado medicina y computación, pero lo último surgió como un hobby. Fue en forma autodidacta como empecé con la informática, porque antes no había donde estudiar formalmente. Pero durante 30 años he hecho medicina por la mañana y computación por la tarde. Creé el departamento de informática de la OSEP, también tuve participación en los del Hospital Italiano y del Central. Y entre otras cosas he creado algunos programas para los consultorios de colegas. 

–Y la lingüística, ¿Cómo encaja en este marco?
–Por la informática. A pesar de que el lenguaje me ha llamado la atención toda la vida, en 1985, hice un intento de hacer un trabajo de investigación para tesis doctoral en medicina, que estaba orientado ha producir prótesis para solventar algunos problemas cardiológicos. En esa época, los marcapasos eran muy rudimentarios. Lamentablemente, en la UNCuyo consideraron que el trabajo no era para Medicina y me sugirieron que lo presentara en Ingeniería. Así, renuncié a ese trabajo, pero lo seguí haciendo de manera aficionada. Hasta que un día me surgió la posibilidad de investigar en lingüística, que está muy relacionada con la inteligencia artificial (IA). Así, dentro de computación hice una especialización en IA, presenté un proyecto en la Facultad de Filosofía y Letras y se me incorporó como investigador libre y ad honorem. Al poco tiempo, presenté un proyecto para optar al doctorado. Mi tema es semiótica de los sistemas reales. Les interesó porque era una temática muy nueva y no estaba desarrollada en absoluto. El problema fue que no podía hacer un posgrado sin tener el grado. Entonces, me propusieron cursar una serie de materias de la licenciatura en Lingüística y si las aprobaba le daban curso al proyecto. Así, las cursé y aprobé el doctorado con calificación de sobresaliente con mención de honor.

–Para un tema de investigación nuevo, ¿fue fácil encontrar un jurado acorde? 
–Nos llevó un año armar el jurado. Muchos empezaban, pero al tiempo abandonaban por la complejidad del tema. Pero debo agradecerle a la doctora Liliana Cubo de Severino, quien aceptó ser mi directora de tesis. Quienes deseen consultar mi trabajo pueden encontrarlo en mi blog (Aprend3r), ya que estos aportes tienen que ver no sólo con el aspecto científico, sino también con el aspecto lingüístico. Es decir, puede servir de modelo para encarar una de las partes más difíciles que tiene que enfrentarse un doctorando: escribir la tesis. 

–¿Cuál fue el enfoque específico de su tesis?
–Integré varias disciplinas, más allá de las que hacen a la Lingüística, ya que se tomó mucho de la parte biológica. No existe una materia de grado que contemple detalles que toco en mi tesis. El trabajo está enfocado desde la Lingüística, Medicina e Informática. 

–Con el doctorado en mano, ¿Cuáles serán sus próximas investigaciones?
–Sigo investigando en el instituto de Filosofía y Letras y estoy a punto de ingresar en la Facultad de Ingeniería, donde ya participé en un proyecto para desarrollar software para procesar señales bioeléctricas. Eso creó un antecedente, entonces me han invitado a participar ahora del grupo de profesores de Mecatrónica, que es un carrera que tiene tres años y donde dictaré la materia de Inteligencia Artificial. Así que estoy muy entusiasmado con esto que conjugaré con mi consultorio y con mi trabajo como cardiólogo del ECI.

Periodista: Gema Gallardo