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Mostrando las entradas etiquetadas como Poemas

Tus Lugares

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Imagino caminar la empedrada calle que te vio nacer,  Y los irregulares charcos entre las piedras en donde atrapaste la luna,  Que iluminó el presentido arrabal caprichosamente oculto por el ayer,  Y que tus relatos y tu poesía retrató como ninguna.  Imagino la alta noche arropando las ansias al ritmo de tus pasos,  Buscando la escusa pertinente de una caminata prolongada,  Que llevó tu eterna soledad arrastrando tu timidez y sus harapos,  Justo cuando acompañado y solo, llegabas de madrugada.  Imagino tu San Telmo, los libros de la calle Méjico, y el Aleph de la calle Garay.  Entre Perú y Bolívar y la gloriosa gesta que de ellas emana.  Los trenes que evocan los laberintos recorridos por el viejo Tranway,  Y el retorno sistemático y caprichoso al Parque Lezama.  Imagino el lugar ‘de tu ceniza’, tus atardeceres y tu desdicha.  Las serenas mañanas que servían de límite a tu porfiado insomnio,  Y los zaguanes en sombras...

Como el Hilo Rojo

Hay en tu piel un vergel, y en tu ojos el remanso,  Hay en tus labios el rubor de los ocasos.  Hay en tu alma el paraíso, y en tu pelo el perfume,  Hay en tu corazón todo el amor que te resume.  Hay en tí un universo, y a tu alrededor lo eterno,  Hay en tu espíritu la plenitud de los cielos.  Hay a mi alrededor tu magia, y en mis oídos tus palabras,  Hay en el aire todas las cosas que me dicen que me amas.  Hay entre nosotros un hilo rojo que nos une,  y entre nuestras almas gemelas, hay la pasión que nos consume. Dante Roberto Salatino

¿Dónde estás?

En el campo yermo donde antes hubo recuerdos, mi alma añora tus ojos azules y tus rubios cabellos, inútil buscar allí, tu delicada figura envuelta en sueños. La niebla del tiempo, esa que todo lo borra y deshace, fue ocupando mis prados, mis montañas, mis mares, y se ensañó con mi corazón, dejándolo solo con sus males. ¡Ay, mi amada! ¿Dónde estás? ¿Me habrás podido olvidar? ¡Enséñame cómo apaciguo este fuego que me consume! ¡Cómo olvidar tu calor, tus manos, tu piel, y tu perfume! Si pudiera escapar a este designio que me atenaza, si pudiera eludir su malicia y su artera amenaza, tal vez si me ayudaras, acariciaría otra vez la esperanza. El horizonte, antes distante, ahora ni siquiera existe, solo un inmenso y aterrador abismo es lo que persiste, siempre dudaré si, mientras me adulabas, lo supiste. ¡Ay, mi amada! ¿Dónde estás? ¿Por qué me haces penar? ¿Será que mi alma, soñadora irremediable, añora en vano, y que en realidad, nunca estuve ni estaré asido a tu mano...

En esta, tu casa, tu mundo...

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En esta, tu casa, tu mundo que se despliega más allá del infinito, El nuestro, sencillo e ingenuo te vio nacer, imperturbable, Y no se dio cuenta de inmediato, que contigo, Nacía quien, a poco de andar, cambiaría todo, la luz, los colores, el aire. En esta, tu casa, tu mundo que alberga mil historias y mil destinos, Nuestra enmudecida lengua aprendió a hablar, nuevamente,  Algo que casi no había hecho desde El Quijote y sus caminos,  Ni aún cuando despojada de lisonjas, fue abandonada a su suerte. En esta, tu casa, tu mundo que sorteando laberintos llegó al arcoíris, Nuestra vida exenta de utopía o de misterios, pero no de ditirambos, No alcanzó a justificarse, ni siquiera hizo el intento estéril e inverosímil, De disculparse por haber cometido el peor de los pecados. A 121 años de su nacimiento. Dante Roberto Salatino

¿Por qué suceden estas cosas?

Por esa calle larga que viene desde el silencio, que a veces nos propone la vida, tal vez bordeada de bellas flores, o de simples hierbas, aunque no totalmente exenta de tropiezos, un día te conocí. Caminamos juntos, siempre en silencio. Soñamos un final del camino que no confesamos. El paso fue calmo, de a ratos, trémulo la más de las veces, inseguro acaso. Un destino venturoso, eso en lo que no cree ni el más optimista de la tierra, parecía tan posible como conveniente. Los días luminosos, por armónicos, hasta se veían como una realidad palpable, a pesar de no haber vivido ninguno. La plenitud de nuestra existencia parecía aproximarse tan rauda como cálida. El amor, ese terco sentimiento que no sabe de prebendas ni de sosiego, apareció. Entonces, ya no hubo silencio ni tropiezos, ni promesas incumplidas, ni destinos venturosos. Ya no existieron más flores bordeando el camino, ni hierbas, solo nubes y arcoíris. Hoy, a la distancia, me sigo preguntando ¿por qué suceden estas co...

Amar...

No tiene mérito que el viento trate de remedar tu perfume, Ni tiene sentido que el vuelo de los pájaros traten de ayudarlo. Como tampoco, que la luna oculte su brillo para disimular tu ausencia, Ni que el sol escape tras las nubes, tratando de justificarla. Como jamás esperaría que una plegaria me diera consuelo, Así, jamás te rogaría que vuelvas, cuando ni siquiera te has ido. La distancia entre nosotros no se mide como habitualmente, Sino, en cuánto a que tu calor ya no me despierta por las mañanas. Sé que algo de culpa me cabe por no intentar retenerte, Pero, y eso también lo sé, tú no hiciste nada para que yo te retuviese. El amor no es tanto las vanas promesas que brotan en noches de encanto, Es, la complicidad que las almas de los enamorados ejercen. Amar no es pedir disculpas, ni atropellarse por hacer algún regalo, No es ni siquiera recordar aniversarios, o complacer sin tener ganas. Amar es algo que está más allá de la bruma de los abalorios, Es ese puente te...

La rosa

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La rosa no es bella porque es una flor, sino porque florece, y al hacerlo me recuerda tu amor, que extraño muchas veces. En su renacer captura todo el sol, aunque estuviera rodeada de mieses, y me cautiva como lo hizo tu candor, que tu recuerdo lejano no me ofrece. Nada podrá explicarme tu rencor, ese que mi alma no merece. No tendré nunca la ventura de tu fulgor, como nadie, la fortuna de llorar su propia muerte. La rosa no es bella porque es una flor, sino porque florece, y remeda en mis manos tu temblor, cuando el vuelo de un pájaro la estremece. Dante Roberto Salatino

Entre tus ojos y mi corazón

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Me resisto a emprender la pesada cuesta que se tiende entre tus ojos y mi corazón. Evado los reclamos de mis sentidos, por el solo hecho de que al acercarme a ti no envilezcan. Traslado mis sueños trasnochados a un prado sin flores, para que el desánimo los atesore. Derramo lágrimas de amargura, para que tu sonrisa, ya lejana, no termine por borrarse. Imagino tus cabellos rubios de sol y estrellas, como la primera vez que te vi, Aquellos que ausentes de mis manos, y sin recordada presencia, siguen alimentando mis esperanzas. Qué decir de las distancias, si ni siquiera he emprendido viaje alguno. Cómo explicar la desazón, si tu ausencia fue la constante en nuestro camino invisible. Lo único que recuerdan mis manos, es un beso furtivo en su dorso, y un palpitar desbordado. Cómo volar hasta tus ojos, ese remanso del destino que me fue negado por, vaya a saber que designio. Respiro porque el aire es imprescindible, pero está como ausente al no traer hasta mí tu arom...

¿Por qué tardas tanto?

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Interminables hileras, como hormigas; desprolija recua, desorganizada, así me impresionan las estrellas esta noche, aunque no dure más que un instante. Hay en el aire la pureza de un lirio y la debilidad de un suspiro; el chirriar de las cigarras ahogado por el estruendo del mar, las luciérnagas de los barcos perdiéndose de a ratos, el rocío que las olas me regalan cuando se destroza su encaje blanco contra las rocas; todo agiganta tu recuerdo. ¿Cómo le pido al sol que no aparezca, para que el ensueño no culmine? Los días presurosos se aglutinan, sin embargo, la distancia no se acorta. Trastabilla, insegura mi nostalgia. Se endurece mi rostro en el presagio, y tal vez, acierte. O quizás, no importen conjeturas y ambages, meras muletillas, sino la delicadeza sutil que te contiene. ¡Principia el alba y ya me ciega! Jamás aprendí cómo es que se debe percibir el mundo, sin tu asistencia. ¿Por qué tardas tanto? Dante Roberto Salatino

Sé que te pertenezco...

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Prenda y castigo, licencia y aires de soledades, Intensos pero difusos, los inútiles designios de la timidez, Para sentirme a gusto, entre tus "libros", no hace falta que me hables, Ni que me pidas recompensas, por tu adorable embriaguez. Sos mi mundo, y siempre lo fuiste y lo serás, aunque reniegues, En ti, no mi amistad, sino mi amor encalló irremediablemente, Fui tal vez golondrina, que sin un verano siquiera, que la albergue, Desperdició el brillo fugaz que barajó un taimado tahúr, como la suerte. Apenas puedo, quizás, cruzar tu umbral ampuloso de azar y necesidades, Historia caprichosa y terca, jugarreta irreconciliable del destino. Sigue siendo un misterio para mí, porqué soñando me obligaste, Y sin mi anuencia, que en sí no vale mucho, te cruzaste en mi camino. Silenciosa, pero firme y lujuriosa, con tus luces y tus ninfas aladas, Mundos en miniatura, transeúntes obligados otrora, en otra vida. Caprichosa, laberíntica, húmeda, lúgubre e inmisericord...

Entre Moisés y Homero

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Mi lengua salobre, yesca, unión de arena y tormentas, aunque vestida de harapos, que brillos de seda ostentan, porta de Egipto tradiciones y de faraones sus ornatos, de Babilonia su burda raíz, y de Jerusalén su tierno regazo. Fundó la esperanza en el pasado, y por ser preciso, huyó trocó esclavitud por promesa, y obediencia por salvación. Desafió la geografía y la naturaleza, en actitud fundacional, Supo de blasfemias e imprecaciones, como del bien y el mal. Dictó la ley, pautando el trabajo de una tierra prometida, de festividades y ayunos, rituales y derechos de la vida. Fue oral y escrita, de la Mesopotamia y del mar su revelación, fue exégesis y costumbre; fue mito, fue leyenda y religión. En cambio, amigo mío, mi lengua se afianzó tras una guerra, a través de largos años. Encerrada en un caballo de madera, y siendo más joven que la tuya, logró tal vez, ser más ilustre, porque otras son sus pautas y diversas las raíces que la nutren. De poesía y de retornos...

Ayer...

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Me habló de cosas que eran menos sensibles a mis oídos que caudal para mis afectos. Me dijo de la blancura de siete noches y de la nada tenebrosa y oscura de un día. Aprendí que sus horas estaban desprovistas de minutos, aunque lo que me hizo conocer en un segundo perduró por siempre. Entendí que la apariencia los muestra unidos porque son diferentes, lo que me ayudó a interpretar su verdadero sentido, que solo estuvo vigente un instante que nunca existió. Permitió explicarme el significado de cómo y cuándo hablar y de por qué decir. Me hizo comprender que deseo la vida porque es lo único que tengo, y yo le creí. Dante Roberto Salatino

Un instante, un destino

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Camino a tientas, divago sin perecer, anochezco sin boato, pero sin remedio, ante la decidia, perjuro si es menester, y no desmayo jamás ante el asedio. En la cuesta construí con candor mi solar, y los efluvios del tiempo me acunaron, vociferantes designios no me dejaban equivocar el camino que pájaros sin alas me trazaron. Ni las tempestades ni los diáfanos días alteraron mi ceñudo propósito, ni mi torpe deambular, los acostumbrados agoreros jamás faltaron, pero tampoco los que me querían ayudar. Actual y perverso el destino de un instante, se ensañó con mi morada transformándola en manglar, salobre y fangoso mi camino, y sin talante mi espíritu, sin un hombro en el que llorar. Alboradas escasas, noches sin resplandor lunar, mañanas no venturosas, grises atardeceres que detesto, una queja en mi garganta sin nadie a quien gritar, que la vida debería ser más que esto. Da igual que un día comience, si no quiere terminar, o si una noche eterna se solaza en los ...

Arrivederci caro amico...

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A veces, los caminos de la vida, artera y mentirosa, nos conducen hacia laberintos desdeñables en donde nos aguarda, asaz menesterosa, la mezquindad de los miserables. En otras, en cambio, por mera casualidad, sin ser tan egoísta, la vida nos concede la cercanía de una amistad, que nos arropa y que nos contiene. Eso me ocurrió con Mario, mi querido Mario, el partícipe imprescindible, de una vida en comunidad. El sincero amigo, y el emisario, de todo un bagaje de solidaria hermandad. Hoy, que la pena me embarga por tu partida amañada, pienso que la vida, al final, contigo no fue indulgente, para quien tanto dio, sin pedir nada, y cuyo único horizonte era servir a la gente. Aquel con quien compartí tantos caminos, ya no está físicamente, pero sí en mi alma en donde permanecerá hasta el infinito, o hasta que nos encontremos, allí en donde ahora estás en calma. ¡Chau Mario, mi querido amigo! Dante Roberto Salatino

Tal vez mañana...

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Tal vez mañana, si despierto, considere si mi vida tuvo algún sentido. Hoy, entre las sombras del pasado, aún diviso una tenue luz. Tal vez mañana, si aún deambulo, estime si lo realizado fue grandioso o banal. Hoy, sigo deshojando intrigas venideras, sin prisa, sin pausa, y sin casi ilusión. Tal vez mañana, si sigo soñando, repare en la lividez de los amaneceres que restan. Hoy, un poco a tientas, vocifero, menos que antes, aunque nadie me escuche. Tal vez mañana, si todavía pienso, medite sobre la trascendencia de la vida, y esas cosas. Hoy, sin que todo me dé igual, pero sin ponderar lo distinto, sigo barajando los naipes del tiempo, cual falso tahúr. Tal vez mañana, si presiento el devenir, atine a desplegar las tiesas alas de mi consciencia. Hoy, persisto, de alguna manera, en solo medrar, esquivo destino, porfiado menester, taimado albur. Tal vez mañana, en el ocaso anunciado y cruel, amañe las pesadas y avejentadas cargas que me impuse, tozudo. Ho...

Nuestras vidas

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La muerte es interminable, aunque no así la vida, a pesar de todo, siempre habrá simiente, y la consabida y remota posibilidad, de quien te quiere y de quien te miente. El cielo no es azul, aunque parece, tu amor no es sincero, aunque lo intenta, yo, un solitario empedernido, que deambula largamente y se lamenta. ¿Juntos? algo imposible y azaroso. ¿Separados? tal vez ambiguo, tal vez inteligente. El otro no es el mismo para nosotros, como no lo es para el resto de la gente. Caminos divergentes, destinos inciertos. Paraísos perdidos, deseos ingentes. Nunca sabrás si yo te miento, nunca sabré porqué me mientes. Dante Roberto Salatino

Tan solo un instante

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" El hoy fugaz es tenue y es eterno; otro Cielo no esperes, ni otro Infierno. " JLB No supiste del instante, adimensional y curioso, en que la luz, en tu horizonte se hizo presente. Ese resplandor que resumió casi todo, Ese, que a poco de andar, se haría ausente. Después, la simbiosis que lograras con tus letras, y la extraña alquimia que se dio en la ficción, desgarraron la realidad ensordecida y pálida, y la vistieron de arte, de oficio y de pasión. Antes, solo había un silencio y un abismo, sin que nadie pudiera ocupar ese, tu lugar, solo drama y comedia, sin alucinaciones. Llegaste tú para cubrirlo de ambigüedad. Ahora, tu brillante y agudo ejercicio estético, desacreditando la realidad de nuestro mundo, mezclando la aparente racionalidad con la ironía, es temporalidad infinita y un misterio profundo. Por siempre, la elegancia de tus intelecc...

Tu palabra

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Trémula y sensible cual simple hoja, causa y secuela de toda belleza, lóbrego y nostálgico verdor sublime, párvulo blasón, tarda nobleza. Alas al viento, pensamiento libre, sueño intrincado, destino trunco, historia instantánea, magna simiente, brisa leve que mece el junco. Así es tu palabra, precisa y tenue, severa y alegórica reminiscencia, la Galia la acunó, una y milagrosa, hoy infinita, allende tu presencia. A 32 años de su partida... Dante Roberto Salatino

Una flor en mi camino

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Como en aquella madrugada, el frío me cala hasta los huesos, orada mis recuerdos, desarma el presentimiento, adivina lo impensable. Como en aquella madrugada, sin luna y sin esperanzas. Te fuíste sin que supiera, sin siquiera haber llegado, sin embargo quedaste clavada en mi corazón, apacible, según tu temple. Imploraste, en silencio, mi ayuda y yo no te escuché. Tu historia que quedó sellada en ese instante siniestro, reclama a los pájaros blancos de tu alma, su serenidad. Y a mis desleídos recuerdos, tu imágen, tu voz, y tu cariño. Nuestros senderos se cruzaron y fue conocer la magia, y vestir mi apagada vida de doseles y colores. Aunque puro oropel, porque los compromisos te consumieron. Fiel y mansa entregaste tu vida a la rapiña callada e infame, y una noche sin luna se calló para siempre tu sonrisa y tu luz. A pesar de separarnos sin un adiós, dejaste una flor en mi camino. Dante Roberto Salatino

Totem y tabú

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“Su omnipotencia era la única ley, sus celos la mano ejecutora de su injusticia, su crueldad nuestra única herencia, cobrada en vida. ¡Vida!, si hubiéramos podido llamarle así, esta historia no existiría; claro que nosotros tampoco. De la noche a la mañana fuimos separados, escindidos de nuestro entorno afectivo; mi madre y mis hermanas se transformaron en seres desconocidos a los que no teníamos, ni siquiera, el derecho a extrañar. No fueron sencillos los momentos padecidos en ausencia, ni agradables las penurias y la muerte de varios de nosotros. Todo ese trajinar hizo que, a lo largo del tiempo, fuera creciendo en nuestro interior un doble deseo de venganza y de usurpación del poder. Los pocos que logramos escapar al designio de un destino aciago, que se empecinaba en medrar a costa de nuestros sacrificios, prohibiciones y castigo, tomamos como consigna el vengarnos de nuestro padre. Luego de muchas noches de muchas y frías jornadas, sin luna, sin guía, sin la protección m...