Libro: PSIQUIS - Estructura y Función

El objetivo que se plantea este libro es demostrar la realidad insoslayable del aparato psíquico. Se podrá argüir que es un objetivo desmesurado para tan poco aporte. Tal vez, sin embargo todos sabemos que se necesitaría mucho menos aún, para demostrarnos a cada uno de nosotros, algo de lo que somos conscientes desde que tenemos memoria. A pesar de ser algo que se comporta como el tiempo de San Agustín, esto es, cuando nadie nos pregunta al respecto, sabemos que existe, pero si queremos explicárselo a alguien, nuestra sabiduría desaparece, vamos a ver en estas pocas páginas, una forma de caracterizar y estudiar este fundamental aspecto de nuestra vida. Es importante, como primera medida, si realmente queremos internarnos en las entrañas psíquicas, que nos despojemos de los tabúes que han menoscabado, como concepto, a la psique, ya a poco de surgir desde la cosmovisión griega. Una buena forma de elidir tabúes es, sin lugar a dudas, prescindir de toda la terminología con la cual se alude habitualmente a este fenómeno radical del ser humano, y trocarla por, simplemente, el término psiquis. Justamente por ello, el título de este libro. Otra manera de aislar los tabúes, la constituye el estar preparados contra los embates de la visión reduccionista y hasta descalificadora, que se opera tanto desde las pseudociencias, como desde la ciencia ortodoxa, o desde la ciencia cognitiva. En los dos últimos casos, sobre todo, no se trata solo de rechazar un término ambiguo, sino que se requiere de una serie de aclaraciones, las cuales vamos a tratar de puntualizar a continuación.



En primer lugar, una rápida mención al halo metafísico que asedia permanentemente a todo lo psíquico, y que, por permitir un supuesto abordaje de los aspectos de su realidad que son inaccesibles a la investigación científica, sirve de acicate para las pseudociencias, pero a la vez, para justificar la injerencia en su estudio, de la metafísica general: la ontología, y de sus tres ramas canónicas: la teología, la psicología, y la cosmología racionales. Todo lo anterior relaciona lo psíquico con la filosofía, pues se asume que permite abordar los fundamentos estructurales de su realidad, y su sentido o finalidad última, todo lo cual se sustenta en el principio de no contradicción de la lógica aristotélica, por lo que, en última instancia, termina mezclándose de una forma inextricable con la ciencia ortodoxa. Una mención especial merece la ciencia cognitiva; esa corriente epistemofílica, más que epistemológica, que surge para oficializar el deseo de saber y contraponerlo a la angustia de la ignorancia que aquejaba a las ciencias sociales y humanísticas, al no poder expresarse mediante una ecuación diferencial, ni desmenuzarse en un laboratorio, bajo esmeradas condiciones basales; es decir, al no poder ser ‘científicas’, o no poder adquirir ese cariz positivo que legitima el compromiso social de buscar siempre la verdad; esos destellos polícromos de utopías irrealizables.

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