"Todo está aquí, menos yo"

En un sábado como hoy, aunque lluvioso y de hace 78 años a las tres de la madrugada el corazón de Sigmund Freud dejó de latir, en su casa ubicada al norte de Londres, donde hoy funciona el 'Freud Museum'.

Paradójicamente, la frase bíblica "Nadie es profeta en su propia tierra" parece aplicarse de pleno al que Thomas Mann definiera como el 'fundamento del futuro'. Y al que la 'caterva intelectual' vienesa de su tiempo, tan católica como clerical, marginó, por ser judío y por haber dicho que la iglesia "estuvo a punto de desaparecer en el S. XVI y se salvó por dos factores, la sífilis y Lutero".

El exilio precipitó la partida del único 'profeta sin dios' de los tiempos modernos y terminó con el terrible sufrimiento que fue su 'compañero de viaje' durante 16 años. En su casa de Londres, en donde su mujer y una empleada, por años, de la familia lograron una réplica exacta de su despacho en Viena, dejó constancia de que el final estaba próximo, cuando expresó al verlo, no sin marcada emoción y nostalgia: "Todo está aquí, menos yo".

Fuente: Artículo de 'El País': "Un profeta sin Dios", de Vivianne Schnitzer, 23/09/1989.