En el 162 aniversario de su nacimiento

Quiero recordar el nacimiento de uno de los que me enseñaron a pensar. Se me ocurrió que una buena manera de hacerlo la constituye el evocar algunos principios, sobre la psiquis, que descubrí gracias a sus inigualables aportes.

Habitualmente se considera el pensamiento, o bien como una simple función del cerebro, siendo de esta manera la consciencia, un epifenómeno del estado cerebral o bien que los estados cerebrales y los estados del pensamiento son traducciones en dos lenguas distintas de un mismo fenómeno original.

La solidaridad evidente, que como hecho, existe entre la consciencia y el cerebro es confundida por la ciencia con la hipótesis de su equivalencia, tan adecuada a la ciencia positiva.

El pensamiento es la función psíquica de carácter utilitario que le da sentido a la realidad, volcándose a la acción.

El cerebro posibilita que esta función se cumpla, pero no participa de ella, sino que se constituye en un administrador del movimiento. Es decir, el cerebro no es el órgano del pensamiento ni de la consciencia, solo posibilita que estos aspectos de la vida psíquica se proyecten sobre la vida en relación, para lograr que una acción sobre ella sea eficaz. Así, el cerebro es el órgano que sirve para 'prestar atención a la vida' (sea ésta biológica, psíquica o social) y cuando aparece alguna alteración que se constituye en patológica, es menos una mala función que un discurrir al margen de la realidad, como alguien que sueña.

El pensamiento es lo que sirve de unión entre los mecanismos sensorio-motores de la acción vivida en el presente y la totalidad de los recuerdos de la vida del sueño, aquella oculta en el pasado por las necesidades actuales de acción. Parafraseando a Bergson podríamos decir que: alguien que soñara su existencia en vez de vivirla tendría ante sí, en todo momento, los infinitos detalles de su historia.

Dante Roberto Salatino