Nace el espacio-tiempo...

En 1879, con Albert Einstein, nace una nueva concepción de la realidad en la que el universo se despliega. La brillante estrategia empleada por el genio alemán, potenciada y propiciada por el no menos genial aporte de Emmy Noether (1915), supuso una grandiosa anticipación de la forma en que se debía proceder en Física. Las leyes de simetría que propusiera Noether en su teorema, trocó la deducción a partir de leyes dadas, utilizada hasta entonces, por la simetría, convirtiéndolo así, en un principio fundamental con vida propia. El mundo absoluto de Newton llegó a su fin, cuando no fue necesario un sistema de referencia privilegiado para que las ecuaciones de Maxwell pudieran ser formuladas. Con su teoría general, Einstein revoluciona el estudio de los sistemas de referencia, extendiéndolos al estudio de los movimientos relativos mutuos uniformemente acelerados o los que están bajo la influencia de un campo gravitatorio. Al cambiar de sistema de referencia, las versiones de las ecuaciones clásicas parecen muy distorsionadas, pero pudo demostrar que conservaban las mismas consecuencias originales. Para hacerlo posible tuvo que asumir que esas distorsiones eran aparentes cuando se leían desde el objeto a la percepción, pero que se ven completamente compensadas si se leen desde la percepción al objeto. Esto es, si se adopta la visión de la lógica transcursiva: la observación hecha desde el sujeto.

Vaya este modesto homenaje en el día de su natalicio.

Dante Roberto Salatino