Tras su inefable huella


Pasaron ya 65 años desde que la relatividad perdiera el respaldo de su creador. Aunque, a partir de 1905, nada fuera igual en nuestro mundo, desde 1955 nada cambió.

Siguen tratando, en vano, de conciliar el macrocosmos (hallazgo einsteniano), con el microcosmos (sutileza matemática). Hay una anécdota de su vida que tal vez nos ayude a comprender tal insistencia.

El 30 de enero de 1931 se estrenó - en el Los Angeles Theatre de Hollywood, recién inaugurado - la película "City Lights" (Luces de la ciudad), escrita, dirigida e interpretada por Charles Chaplin.

A la función, además de la más alta aristocracia hollywoodense y el público en general, asistieron Chaplin, por su puesto, y Albert Einstein acompañado por su esposa. La ovación y los aplausos del público, no se hicieron esperar al percatarse de la presencia de estos dos prohombres. El cómico, en voz baja, le dijo al científico: "La gente me aplaude a mí porque me entiende, a usted le aplauden porque no le entienden".

La silente elocuencia que Chaplin mostró en esta obra maestra del cine, catalogada entre las 100 mejores películas de la historia, se asemeja a lo que le ocurrió, con el tiempo, a la teoría de la relatividad.


A pesar de que ya habían, a fines de 1929, más de 8.000 teatros de Estados Unidos que estaban en condiciones técnicas de proyectar filmes sonoros, Chaplin insistió en hacer otra película muda, por aquello de no traicionar el credo gestual de sus obras, y en donde había demostrado ser un maestro.

El origen de la película se dio al imbricar dos relatos. Por un lado, la historia de un payaso que queda ciego luego de sufrir un accidente en el circo y trata de evitar, que su hija enferma, se entere. Y, por otro lado, la historia de dos millonarios que recogen un vagabundo callejero y lo llevan para hacerlo disfrutar, solo una noche de vino y mujeres. Luego, totalmente ebrio, lo abandonan nuevamente donde lo encontraron, para que cuando despierte piense que todo fue un hermoso sueño.

La relatividad de Einstein surgió de una manera semejante: ya que logró resolver la incompatibilidad que existía entre la mecánica newtoniana y el electromagnetismo.

El paralelismo no termina aquí, dado que Chaplin tuvo que lidiar con actores que se habían olvidado cómo representar sus sensaciones, sus emociones y sus deseos con los gestos, y no ayudados por su voz. A pesar de ser una producción carente de diálogo, la película tuvo música y ruidos para destacar los momentos cómicos.

Einstein, por su parte, tuvo que batallar con científicos que por perseguir el "éter", se habían olvidado de tener en cuenta la energía, algo tan tangible como la materia. También, con su teoría de la relatividad, le puso música a un universo mudo y lo dotó de gravedad. En el microcosmos, en cambio, en pleno siglo XXI, ni siquiera hemos conseguido hacer una película muda, con un relato único.

Dante Roberto Salatino