Epitafio

Cuando el oscuro destino fue alumbrado por tu corazón, una senda luminosa hizo garabatos sobre las húmedas calles de los suburbios porteños, y el cielo nunca más quiso con sus nubarrones, oscurecerla.

Cuando echaste a andar por los vericuetos de la vida, una magia de espejos y enciclopédicos tigres te enseñaron de historias propias y ajenas, pero te ocultaron la realidad.

Cuando te acercaste al conocimiento preparatorio de todo aquel que pretende no vivir al margen, un aire fresco y europeo marcó en tu carne la apetencia de explorar la realidad negada.

Cuando reinsertado ya en la árida realidad quisiste desplegar tus alas, no había aire suficiente para volar, ni destinos más lejanos que el arrabal.

Cuando, por último, tus alas desplegadas oscurecieron a todos los que pretendían expresar en ociosas páginas lo que tú podías hacer con una sola frase, llegó el momento del epitafio en donde no hay lugar para el temor a la muerte.

                                                    

Dante Roberto Salatino