Arrivederci caro amico...


A veces, los caminos de la vida, artera y mentirosa,
nos conducen hacia laberintos desdeñables
en donde nos aguarda, asaz menesterosa,
la mezquindad de los miserables.

En otras, en cambio, por mera casualidad,
sin ser tan egoísta, la vida nos concede
la cercanía de una amistad,
que nos arropa y que nos contiene.

Eso me ocurrió con Mario, mi querido Mario,
el partícipe imprescindible, de una vida en comunidad.
El sincero amigo, y el emisario,
de todo un bagaje de solidaria hermandad.

Hoy, que la pena me embarga por tu partida amañada,
pienso que la vida, al final, contigo no fue indulgente,
para quien tanto dio, sin pedir nada,
y cuyo único horizonte era servir a la gente.

Aquel con quien compartí tantos caminos,
ya no está físicamente, pero sí en mi alma
en donde permanecerá hasta el infinito,
o hasta que nos encontremos,
allí en donde ahora estás en calma.

¡Chau Mario, mi querido amigo!

Dante Roberto Salatino