¿Por qué tardas tanto?


Interminables hileras, como hormigas; desprolija recua, desorganizada, así me impresionan las estrellas esta noche, aunque no dure más que un instante. Hay en el aire la pureza de un lirio y la debilidad de un suspiro; el chirriar de las cigarras ahogado por el estruendo del mar, las luciérnagas de los barcos perdiéndose de a ratos, el rocío que las olas me regalan cuando se destroza su encaje blanco contra las rocas; todo agiganta tu recuerdo.

¿Cómo le pido al sol que no aparezca, para que el ensueño no culmine?

Los días presurosos se aglutinan, sin embargo, la distancia no se acorta. Trastabilla, insegura mi nostalgia. Se endurece mi rostro en el presagio, y tal vez, acierte. O quizás, no importen conjeturas y ambages, meras muletillas, sino la delicadeza sutil que te contiene. ¡Principia el alba y ya me ciega! Jamás aprendí cómo es que se debe percibir el mundo, sin tu asistencia.

¿Por qué tardas tanto?

Dante Roberto Salatino