¿Dónde estás?

En el campo yermo donde antes hubo recuerdos,
mi alma añora tus ojos azules y tus rubios cabellos,
inútil buscar allí, tu delicada figura envuelta en sueños.

La niebla del tiempo, esa que todo lo borra y deshace,
fue ocupando mis prados, mis montañas, mis mares,
y se ensañó con mi corazón, dejándolo solo con sus males.

¡Ay, mi amada! ¿Dónde estás? ¿Me habrás podido olvidar?
¡Enséñame cómo apaciguo este fuego que me consume!
¡Cómo olvidar tu calor, tus manos, tu piel, y tu perfume!

Si pudiera escapar a este designio que me atenaza,
si pudiera eludir su malicia y su artera amenaza,
tal vez si me ayudaras, acariciaría otra vez la esperanza.

El horizonte, antes distante, ahora ni siquiera existe,
solo un inmenso y aterrador abismo es lo que persiste,
siempre dudaré si, mientras me adulabas, lo supiste.

¡Ay, mi amada! ¿Dónde estás? ¿Por qué me haces penar?
¿Será que mi alma, soñadora irremediable, añora en vano,
y que en realidad, nunca estuve ni estaré asido a tu mano?

Dante Roberto Salatino