Ayer...


Me habló de cosas que eran menos sensibles a mis oídos que caudal para mis afectos.

Me dijo de la blancura de siete noches y de la nada tenebrosa y oscura de un día.

Aprendí que sus horas estaban desprovistas de minutos, aunque lo que me hizo conocer en un segundo perduró por siempre.

Entendí que la apariencia los muestra unidos porque son diferentes, lo que me ayudó a interpretar su verdadero sentido, que solo estuvo vigente un instante que nunca existió.

Permitió explicarme el significado de cómo y cuándo hablar y de por qué decir.

Me hizo comprender que deseo la vida porque es lo único que tengo, y yo le creí.


Dante Roberto Salatino