Sé que te pertenezco...


Prenda y castigo, licencia y aires de soledades,
Intensos pero difusos, los inútiles designios de la timidez,
Para sentirme a gusto, entre tus "libros", no hace falta que me hables,
Ni que me pidas recompensas, por tu adorable embriaguez.

Sos mi mundo, y siempre lo fuiste y lo serás, aunque reniegues,
En ti, no mi amistad, sino mi amor encalló irremediablemente,
Fui tal vez golondrina, que sin un verano siquiera, que la albergue,
Desperdició el brillo fugaz que barajó un taimado tahúr, como la suerte.

Apenas puedo, quizás, cruzar tu umbral ampuloso de azar y necesidades,
Historia caprichosa y terca, jugarreta irreconciliable del destino.
Sigue siendo un misterio para mí, porqué soñando me obligaste,
Y sin mi anuencia, que en sí no vale mucho, te cruzaste en mi camino.

Silenciosa, pero firme y lujuriosa, con tus luces y tus ninfas aladas,
Mundos en miniatura, transeúntes obligados otrora, en otra vida.
Caprichosa, laberíntica, húmeda, lúgubre e inmisericorde atrapas,
Cálida, apacible y diáfana, pero también, generosa y compasiva.

Fuiste mi vida, mi origen me refiero y por eso, sin clandestinos ambages,
Perpetraste mi final y mi iniciación, y los infinitos retornos que agradezco.
Fuiste mi revelación y la incógnita pertinaz, que me persigue por Buenos Aires,
Inútil fue resistir y camuflarme, porque aunque lo niegue, sé que te pertenezco.

Dante Roberto Salatino

(A 120 años de su nacimiento, de ese amanecer turbulento que dio al mundo, la luz que la vida le negó)