Un instante, un destino

Camino a tientas, divago sin perecer,
anochezco sin boato, pero sin remedio,
ante la decidia, perjuro si es menester,
y no desmayo jamás ante el asedio.

En la cuesta construí con candor mi solar,
y los efluvios del tiempo me acunaron,
vociferantes designios no me dejaban equivocar
el camino que pájaros sin alas me trazaron.

Ni las tempestades ni los diáfanos días alteraron
mi ceñudo propósito, ni mi torpe deambular,
los acostumbrados agoreros jamás faltaron,
pero tampoco los que me querían ayudar.

Actual y perverso el destino de un instante,
se ensañó con mi morada transformándola en manglar,
salobre y fangoso mi camino, y sin talante
mi espíritu, sin un hombro en el que llorar.

Alboradas escasas, noches sin resplandor lunar,
mañanas no venturosas, grises atardeceres que detesto,
una queja en mi garganta sin nadie a quien gritar,
que la vida debería ser más que esto.

Da igual que un día comience, si no quiere terminar,
o si una noche eterna se solaza en los tugurios,
o si tiene el espejo de la vida algo que reflejar,
que no sea mi designio, ni mis augurios.

Dante Roberto Salatino