Historia de la Lógica Transcursiva (Capítulo 2)

Cuaderno I (páginas 7 a 12)

Hoy es Lunes, muy temprano; pocos ruidos urbanos que interrumpan el delicioso silencio de mi escritorio, adornado, más no interrumpido, solo por la suave melodía de fondo del concierto en do mayor para violín de Vivaldi. Hoy no voy a trabajar porque es 'feriado turístico', una de las tantas estupideces que abundan por estos días en nuestro país. Entonces decidí escribir el segundo capítulo de esta historia bien temprano, para que no ocurra lo de ayer Domingo, que recién pude completarlo a las 22 hs, ya que la mañana dominical se me escabulló entre contestar los correos que me llegan, todos los días, haciendo algún comentario sobre mis libros, sobre todo del último (Psiquis), o sobre la Tesis Doctoral; y la salida habitual con mi esposa para ir a desayunar en algún lugar tranquilo en las cercanías de casa. En la tarde tuve que ejercer la profesión, aunque no la especialidad, porque un amigo quiso acompañar a su nieta de 6 años, haciendo las mismas piruetas que ella y terminó con un cuadro vertiginoso severo, que rápidamente cedió; pero eso no fue óbice para que nos quedáramos con mi esposa a tomar unos mates y departir con una amiga común, que aunque mendocina, vive en Nueva York y está de visita  en nuestra provincia, acompañada por una simpática norteamericana que se dedica a la ornitología.

Como esta tarde tengo previsto comenzar con un curso a distancia sobre Egiptología (otra de mis pasiones) que dicta en forma gratuita la Universidad Autónoma de Barcelona, es que ponemos manos a la obra y comenzamos este nuevo capítulo.

Una nueva reunión de 'trabajo' con mi colega se vio bruscamente postergada por una comunicación, vía judicial, que llegó desde mi antiguo lugar de trabajo, que no era el hospital desde donde fui despedido, sino desde la Obra Social Provincial en donde trabajé casi 20 años como especialista. Desde este lugar de trabajo en el que había ingresado en 1982, fui obligado a renunciar por supuestas 'razones personales', al quedar expuesto a la exoneración administrativa por haber marcado tarjeta y no concurrido a cumplir con mis obligaciones laborales durante dos meses, porque con la anuencia de todos mis jefes médicos y administrativos, estaba asistiendo a prueba al hospital desde donde termine echado a patadas, y que se ofrecía como una inmejorable oportunidad de progreso laboral.

El problema se produjo porque, durante ese periodo de tiempo se me depositó el sueldo habitual que no debería haber cobrado, pues supuestamente, tendría que haber entrado en vigencia el 'año sabático' sin goce de sueldo que yo había solicitado en tiempo y forma. No sé que mano extraña intercedió para que todo se precipitara en un caos, porque el trámite del año sabático fue 'cajoneado' y no se completó. Me llamaron del Departamento Legal y me pusieron al tanto de lo 'grave' de la situación, por la cual se me iniciaría un sumario administrativo que terminaría definitivamente con mi carrera en dependencia con el Estado. Me ofrecieron la alternativa de devolver el importe de los dos sueldos cobrados 'ilegalmente' y así, mediante una renuncia 'voluntaria' por razones personales inventadas, evitar el sumario. Por supuesto que acepté pero esto originó otro problema más grave aún, no tenía el dinero de los dos sueldos; entonces pedí para que se me concediera un plan de pago en cuotas, a lo cual accedieron.

La citación judicial se produjo porque durante tres meses no había pagado ninguna cuota de los sueldos adeudados. El problema era uno y sencillo, no disponía del dinero ya que no tenía casi entradas, salvo las mínimas e indispensables para el día a día. Ante lo complicado de la situación y para evitar que mi familia se enterara de lo que estaba ocurriendo, opté por echar mano a parte de una pequeña reserva que habíamos logrado, no sin esfuerzos, hacer con mi esposa para casos de emergencia, con la promesa de devolverlo ni bien pudiera y antes que mi esposa se enterara. Así pude comenzar a pagar las cuotas.

Pasado el chubasco administrativo, por lo menos en parte, retomé las reuniones con mi colega. En esta ocasión llevé más esquemas sobre el Proyecto de Freud, que era lo poco para lo que tuve tiempo y ánimo. Mi colega, un tanto molesto por el 'plantón' que se llevó esperándome en la reunión anterior, a la cual no acudí por lo ya relatado, se limitó a realizar una sesgada interpretación analítica de mi situación, cuando le trataba de explicar por qué creía yo que todo esto me había ocurrido. Me dijo que lo único que él veía en mí eran marcados rasgos de una personalidad paranoide, que un poco más e inventaba todo como una gran excusa para ocultar mi proceder fraudulento. Debo confesar que me molestaron tremendamente aquellas palabras; pero bueno, no quería quedarme nuevamente 'solo' para no pensar, por lo tanto me hice el desentendido y volví a los esquemas.

Los esquemas aludidos, ahora sí, tenían mucho de elaboración propia, a la vez que abarcaban más aspectos de la teoría de Freud, a la cual comenzaba a tomarle sentido, aunque al margen de las indicaciones de mi colega, las cuales sin duda, respondían al dogma psicoanalítico moderno, bastante distanciado, como luego con el tiempo aprendí, de la propuesta freudiana original.

Allí injerté algunas definiciones que se sustentaban en mi formación informática, como por ejemplo, clase activa, como aquella que ejerce una actividad de control, y forma parte de un proceso, representando el origen de un flujo de control independiente; o interacción, como aquel componente de comportamiento que comprende un conjunto de mensajes que se intercambian entre las instancias (objetos) de los distintos elementos estructurales, dentro de un contexto particular para lograr un objetivo; o finalmente, estado, como el espacio/tiempo de una instancia (objeto), situación en la cual satisface una condición, realiza alguna actividad o espera que ocurra algún evento.

Claramente, estas definiciones, estaban representando (con el tiempo lo advertí), el empuje inconsciente de lograr un avance en la propuesta de un adminículo que pudiera cumplir con algunas de las funciones conocidas de nuestra mente. Esto indica que aquello que yo suponía olvidado por más de 20 años, no era tal. En 1984 surgió en mí la necesidad de 'inventar' básicamente un programa de computadora que mostrara rasgos inteligentes; así nació EDIAR (Engendro De Inteligencia ARtificial), del que en algún otro momento daré más detalles.

La poca receptividad de mi colega para con mis diagramas (porque nunca los llegó a comprender, y eso que versaban sobre lo que él llevaba defendiendo profesionalmente durante más de 20 años), esta presión inconsciente de EDIAR, y mi indisposición existencial, quizás algo paranoide de ver reflejada una reiterada situación anterior de abuso y vejación contra mis ideas originales (EDIAR, fue una de ellas); hicieron que dejara a Freud de lado y comenzara a atosigar a mi colega con los principios computacionales de la Inteligencia Artificial; tema que era de gran interés para mí, aplicados por supuesto al funcionamiento cerebral, en donde se acepta que están las funciones mentales.

¡Nos vemos mañana!