Historia de la Lógica Transcursiva (Capítulo 277)

Cuaderno XII (páginas 1665 a 1670)

(Hoy vamos a intentar una introducción al capítulo 3: "Sobre el sistema psico-interno y el lenguaje natural". Por otro lado, daremos un panorama de la corteza cerebral desde 'nuestros números', e iniciaremos el tratamiento de un tema que considero central en el capítulo 3: el tiempo)

CAPÍTULO 3
SOBRE EL SISTEMA PSICO-INTERNO Y EL LENGUAJE NATURAL

Introducción
Creo que siguiendo la línea planteada hasta ahora, referida a la subjetividad, podemos comenzar este capítulo tratando, someramente, el problema del Yo y su relación con el otro. (se podrían incluir, debidamente revisados y adaptados, los conceptos que Llinás nos brinda en "El mito del Yo")

 El puntapié inicial lo da Günther (Cuaderno VII, p. 875)

Dice Günther (en "Cognition and Volition") - la subjetividad es un fenómeno distribuido entre el SS y el SO {como ya hemos visto} en un entorno mediador común. Es decir, los liga una relación heterárquica. Este planteo nos desembaraza del punto de vista clásico, en donde, la subjetividad es solo una auto-referencia pasiva, que como objeto inerte, es blanco de nuestra atención. Nuestra postura nos permite concebir la hétero-referencia, que aunque observable, como manifestación de un evento. Un cuerpo físico que solo ocupa un determinado espacio-tiempo, no puede identificarse con el nuestro. El evento volitivo nos posibilita determinar la relación que tienen el SS y el SO, entre sí y con el entorno; y que como también hemos visto, es una relación de intercambio.

Tal como lo destaca Günther, y según hemos visto en el capítulo anterior, hay dos maneras de estudiar el cerebro, o mejor dicho, la corteza cerebral. La podemos ver desde su materialidad, esto es, de los hechos concretos: medidas, peso, número de neuronas, número de sinapsis, y mediante los sofisticados medios técnicos que hoy disponemos, para llegar a alguna conclusión, en cuanto a su funcionamiento, basados en datos anatómicos, fisiológicos, metabólicos, etc.

Podemos abordar el problema desde la simple combinatoria, teniendo en cuenta el número de neuronas y sus casi 3000 sinapsis por cada una de ellas, y tratando de adivinar cómo es posible un 'espacio conceptual' como el que maneja el cerebro, embarcándonos así, en su descripción desde el punto de vista estructural, funcional y semántico. Todo lo anterior, sin dejar de ser perfectamente lícito, tiene sus límites bien netos.

Estos límites, fundamentalmente, están en que todo lo tenido en cuenta, para encarar el estudio del cerebro, pertenece a la monocontextura, y por tanto, excluye taxativamente al sujeto; y no creo que haya alguna duda en que, si algo es netamente subjetivo, esto se refiera a la posibilidad de auto-referencia, como un proceso activo, y la cognición que deriva de ello.


Veamos al cerebro (corteza cerebral) desde los 'fríos números'

Para fundamentar la pertinencia de la propuesta, daremos algunos números sobre el cerebro que surgen de los detalles biológicos aportados en el capítulo 2.

La corteza cerebral tiene aproximadamente 1000 minicolumnas/mm2; si tenemos en cuenta que su superficie es de aproximadamente 2600 cm2, luego contendrá 260.000.000 de minicolumnas. Si se acepta que cada minicolumna puede tener hasta 100 neuronas, tendremos entonces unas 2.3 x 10ⁱ⁰ neuronas. Contando unas 3000 sinapsis por cada neurona (en promedio), podríamos considerar que disponemos de unas 7.8 x 10¹³ neuronas potenciales.

Por otro lado, el tiempo en segundos de un año calendario es: 31.557.660 seg.
Si recordamos que el proceso unitario que implica ‘llenar un psicocito’ demanda 25 mseg (40 Hz), el tiempo de un año expresado cada 25 mseg sería: 788.940.000 ciclos/año. La cantidad de psicocitos potenciales, sabiendo que cada uno está integrado por 8 neuronas, será: 7.8 x 10¹³/8 = 9.75 x 10¹².

Según los cálculos anteriores, una estructura cerebral como la planteada nos alcanzaría para registrar alrededor de 12.360 años, haciendo un registro cada 25 mseg. Si tomamos como tiempo promedio de vida de un ser humano: 100 años, nos alcanzaría, lo calculado, para registrar temporalmente una vida entera y hacer más de 120 copias.

Todo lo anterior sirva quizás para explicar un par de cosas: en primer lugar, tal vez una distribución de ‘múltiples copias‘ acopladas por mecanismos temporales oscilatorios, explique porqué cuando hay una lesión que destruye parte de alguno de los lóbulos temporales o del hipocampo (estructuras fundamentales en el manejo mnémico) produciendo, por ejemplo, una amnesia retrógrada, hay posibilidades de recuperación por una aparente redistribución de los lugares y estructuras, tanto de almacenaje como de operación (Baddeley, 2002, p. 199). Por otro lado esta enorme disponibilidad de recursos para el manejo de los procesos psíquicos y sus contenidos, nos conduce irremediablemente a hacer comparaciones entre el cerebro y las poderosas computadoras actuales.

Según lo calculado en este trabajo en base a la propuesta presentada, existe la posibilidad de utilizar cada 25 mseg unas 1000 neuronas potenciales con las que se pueden realizar 10²⁴ combinaciones (un cuatrillón). En el mundo informático la capacidad de manejo de información se mide en bytes. Dado que un psicocito, al estar compuesto por 8 neuronas puede, al menos, manejar un byte, el cerebro estructurado tal como se lo propone aquí podría manejar cada 25 mseg un yottabyte, es decir 10²⁴ bytes.

Una medida corriente, en nuestros días, de la capacidad de una computadora es el gigabyte que equivale a 10⁹ bytes (1000 millones de bytes). La computadora más poderosa que existe hoy en el mundo tiene una capacidad de 32.768 gigabytes de memoria y esta fabulosa cantidad de información la maneja con un reloj (oscilador o marcapasos) que cicla a 440.700 MHz (millones de ciclos/seg.).

El cerebro, visto como aquí lo vemos, podría manejar 10¹⁵ gigabytes (1000 billones)/25 mseg; o sea, que administraría simultáneamente unas 30.000 millones de computadoras de las más poderosas, con un modesto de reloj que cicla a 40 Hz. Como vemos nuestra tecnología de punta está aún muy lejos de obtener algo parecido a un cerebro.


Algunas precisiones respecto al manejo del tiempo:

La física, y por ende las matemáticas, manejan el tiempo con ecuaciones; y por ejemplo, en el caso del movimiento, como en todos los demás casos, una ecuación algebraica expresa un hecho consumado (nos habla del pasado), pero no de algo presente. En palabras de Bergson (1883, p. 88) - nos podrán decir de los resultados adquiridos en cierto momento de la duración, y las posiciones que un móvil adopta en el espacio, pero, de la duración en sí y del movimiento, propiamente dichos, no nos dice absolutamente nada.

Por un artilugio matemático se cambia la noción de 'diferencia' por el de 'diferencial'; haciendo a los intervalos de tiempo que emplea un móvil en recorrer un determinado espacio, infinitamente pequeños, pero esto no evita el colocarse 'siempre', en el extremo del intervalo total; vale decir, cuando todo ha terminado. El intervalo mismo queda sin definir, sin contenido, sin un 'lugar' en la ecuación.

Lo anterior deja claro que todo 'hecho' que nos imparte, como pueda ser percibir el movimiento de un objeto, no solo nos presenta 'lo que se ve', lo cuantitativo, sino también aquello que queda oculto por la apariencia: lo cualitativo, lo que no es mensurable, que no es tangible. Con el tiempo, como con todo en la realidad, también ocurre lo mismo.

Las matemáticas y la física solo consideran la apariencia temporal, lo que se puede medir, pero aquello que está 'oculto', queda fuera de su consideración.

¿Cómo se puede acceder al intervalo mismo de tiempo? ¿Se registra en alguna parte?

La forma de hacerlo es considerar una propuesta de funcionamiento psíquico, en cuanto al manejo del tiempo. Se propone para esto: la cuña temporal.

Cuña temporal es la brecha temporal que permite explicar porqué un mismo hecho real ‘se ve’ distinto desde lo objetivo que desde lo subjetivo. Es el ‘tiempo externo no consciente’ que transcurre entre un ahora y otro en el mundo de la objetividad en donde, la simultaneidad es relativa, es decir, en donde no hay un ‘ahora eterno’, sino una sucesión de ellos. Esta pluralidad temporal no es percibida dado que permanecemos sumidos en la inconsciencia mientras discurre la cuña, que dura 12.5 mseg. Luego la sensación es de consciencia permanente y de un fluir continuo del tiempo externo. Durante la cuña temporal, en el tiempo interno, se producen fenómenos subjetivos importantes, como son, la actualización de la memoria transitoria y la posibilidad de predicción que muestra nuestro cerebro, y todo esto mientras en la superficie, aparentemente, nada cambia. Además, y muy importante, durante este periodo de tiempo psicológico es donde tiene lugar la elaboración de los pensamientos.


[continuará ... ]

¡Nos vemos mañana!