Historia de la Lógica Transcursiva (Capítulo 292)
Cuaderno XII (páginas 1755 a 1760)
(En este capítulo completaremos la Hipótesis de Trabajo y veremos, además, la Metodología utilizada en nuestra investigación)
Peirce aporta una solución a lo superficial del silogismo. Basado en una descripción que hace el mismo Aristóteles en los "Primeros Analíticos", quien caracteriza otros tipos de argumentaciones reduciéndolas a una forma silogística:
Este autor considera que la deducción (la cual asimila a la aplicación de una regla) es insuficiente para representar cualquier tipo de razonamiento (CP. 2.620); y la describe así: la premisa mayor formula una regla, la menor es el caso sometido a dicha regla; la conclusión aplica la regla al caso y constituye el resultado; quedando claro de esta manera, que toda deducción es básicamente la aplicación de reglas generales a casos particulares.
Según Peirce, en la inducción el caso es el punto de partida y la conclusión es la regla, la que es obtenida desde la observación de un resultado. Pero cuando se enfrentan determinados fenómenos que aunque no estén completamente caracterizados son asignados a un género particular de objetos (por ejemplo lo subjetivo del lenguaje), estamos en presencia de una abducción (o hipótesis como también la llamó) que es la inferencia de un caso a partir de una regla y un resultado; en donde el caso, debe ser reconstruido cíclicamente pues no es asequible al observador.
La abducción se distingue de la deducción en que ésta infiere que, si lo que se describe de un caso es verdadero, también lo será para toda la clase a la que pertenece ese caso. En cambio en la abducción o hipótesis se supone que el caso inferido deriva de la aplicación de cierta regla que es elegida intuitivamente.
Peirce soluciona lo superficial del silogismo pero deja ‘borroso’ lo profundo. Hay dos inconvenientes, según lo vemos, con la propuesta peirceana: por un lado, el hecho de que la inducción produzca la regla, la deducción produzca el resultado y la abducción el caso, no evita que se caiga en un círculo vicioso (algo incompatible con la lógica), ya que por más que se comience por el resultado (que es lo posible de ser observado), se necesita una regla para obtener el caso que permita dar con la regla. Por otro lado, no queda claro de dónde sale la regla que unida al resultado observado, nos da el caso o conclusión; no queda establecido ningún criterio que ayude a seleccionar una regla específica en un caso dado.
El ciclo vicioso se produce porque Peirce opera en la monocontextura y está tratando de caracterizar, desde la superficie, aspectos profundos que quedan, por esta razón, sin definir. Una solución a este inconveniente sería adherir a una lógica policontextural desde donde distribuir estos distintos niveles.
En cuanto al origen de la regla, invocaremos una solución propuesta por Samaja (2005, p. 104) quien también de una manera muy original, amalgamó la analogía hegeliana a la abducción de Peirce para explicar, aunque no en todos los casos, un posible origen de la regla en la abducción.
La propuesta de Samaja se basa en lo siguiente:
Este enfoque aunque no exhaustivo ya que este tipo de razonamiento puede darse sin que haya que invocar una analogía, tiene el mérito de ensamblar lo superficial a lo profundo.
Samaja identifica la Regla con una especie y la Conclusión (el Caso) con un espécimen; es decir, la ocurrencia de lo general en un particular, ligando así: el ‘genotipo’ (la estructura oculta) al ‘fenotipo’ (los aspectos observables y evidentes del resultado), confirmando que, si bien desde el punto de vista lógico tradicional, la abducción es una falacia, {Esta falacia que se llama afirmación del consecuente es un argumento de la forma "A implica B, B es verdadero, luego A es verdadero". Por ejemplo: "Si el universo fue creado por un ser sobrenatural, veríamos orden en todo. Y como vemos orden, por lo tanto el universo tuvo un creador"} constituye un método de búsqueda de conocimientos que no solo se sustentan en verdades lógicas, sino en el sujeto mismo. Quizás por eso, al separar {Por eso quizás esté bien colocado su nombre: abducción (del latín abductio = separar)} netamente lo superficial de lo profundo, podría constituirse en una opción válida para el abordaje de la subjetividad.
La propuesta de Samaja, además de no agotar todos los casos (situación que la coloca casi en el plano de una inducción, si bien esta última se basa en regularidades observadas y nunca en una conexión de consecuentes (observados) y antecedentes), deriva en un resultado irresoluble para la lógica tradicional (Samaja, 2005, p. 107), ya que produce un silogismo con cuatro términos, en vez de tres:
1. el análogo
2. la regla
3. el resultado
4. el caso
Mediante un arreglo de compromiso los hace ‘encajar’ en los tres clásicos al igualar 1. y 2.; con lo que, a mi juicio, malogra toda la propuesta, pues termina invocando el crédito que un científico otorga a una ‘muestra significativa’ (típica de la inducción) para convalidar esta cuasi-identidad. Con esto volvemos al principio del análisis: cuando hay que tratar con aspectos subjetivos, la lógica tradicional no es suficiente; y dado que salirse de ella está penado con la pseudo-ciencia (según lo dijo Bunge (2004a, p. 32), se termina forzando una elaboración original para que se amolde a la forma lógica bien vista por la ciencia.
En este trabajo se adoptará un enfoque silogístico similar al de Samaja pero en el que se intenta subsanar los problemas que este presenta tanto los propios como los heredados de los modelos que toma como base.
Dos son los impedimentos más serios de la propuesta de Samaja. En primer lugar, un ciclo vicioso que no fue totalmente resuelto, y que en realidad, representa lo que ocurre siempre que se intenta transgredir la transitividad jerárquica de la lógica binaria al tratar de hacer evidente un aspecto profundo (general) en un elemento particular. Este ciclo vicioso está indicando el modus operandi de la heterarquía, y esta a su vez nos dice, de la existencia de dos procesos (uno superficial y otro profundo) pero que en vez de separarse, se aproximan {Por eso también la propuesta que se hace en este trabajo podría llamarse analógico- adductiva (del latín adductus = aproximar, contraer, apretar)}; y lo hacen tanto, que se tornan simultáneos. Este proceso es el que se invocará en esta investigación como el responsable de uno de los aspectos subjetivos humanos por excelencia: la cognición; o sea, la concreción de actos creativos del pensar, estructurados desde un universo sistémico en donde comprender, utilizar, desarrollar y transformar la realidad obedece a una única regla: la lógica del sentido posibilitada por un lenguaje universal, que hace de dicho proceso algo semiótico.
El segundo impedimento es la reducción forzada de cuatro términos a solo tres para acomodarlos en un silogismo canónico. La lógica polivalente propuesta tiene la cantidad de valores de verdad suficientes para contener un cuarto término, aunque relacionado de una manera distinta y con un significado diferente.
Hechas las consideraciones anteriores, veremos en detalle cómo se estructura nuestra propuesta. La Figura H1 muestra la distribución de los niveles superficial y profundo y su relación heterárquica. Cada nivel opera con una lógica binaria, pero su integración se da en un ámbito lógico policontextural tetravalente (con cuatro valores de verdad: 00, 01, 10, 11), que otorga a la estructura la solidez de una unidad funcional y operativa capaz de generar hipótesis.
La generación de la hipótesis central de esta investigación se muestra en la Figura H2.
Lo anterior es posible porque el proceso generativo (creativo) se desarrolla en dos niveles que discurren en forma simultánea. El levógiro o profundo permite, partiendo del observable, probar distintos patrones en los cuales basarse para producir la regla o ley rectora que permitirá arribar a la conclusión. Este nivel profundo tiene algunas particularidades: en primer lugar, la posibilidad de manejar desde un individual (el espécimen o copia del patrón) lo universal de una regla, sin la necesidad de apelar a una ‘muestra significativa’ como en la inducción; en segundo lugar, el ciclo iterativo que se cumple en busca de la regla deja de ser ‘vicioso’ para transformarse en ‘virtuoso’ al operar heterárquicamente con respecto al ciclo superficial.
En el nivel superficial o dextrógiro se produce entonces, basada en el profundo, la generación de la hipótesis de la siguiente forma: partimos de un observable, el lenguaje natural, patrimonio de todo lo vivo, denota aspectos subjetivos. Aprehendida esta observación, se va en busca de un patrón o modelo que evidencie, superficialmente, aspectos subjetivos; tal patrón puede ser, por ejemplo, un ser vivo (paradigma de la subjetividad). Cualquier ser vivo muestra evidencias superficiales que lo caracterizan como sujeto, y es conocido desde la ciencia, que esta apariencia fenotípica tiene su origen en su genotipo; es decir en su código genético, que es el responsable de mantener la estructura genérica de las distintas especies en que se divide la biosfera. Por tanto, se elabora el patrón correspondiente: El código genético da sentido al fenotipo (lo que se ve). Paso seguido se elabora la regla basándose en un particular (un espécimen), pero que no es una ‘muestra significativa’ sino el representante de todo el universo tomado en consideración, ya que su código genético es igual al que impera en toda su especie. Luego, la regla es: el lenguaje universal del código genético da sentido a la vida de un sujeto, permitiéndole hacer evidentes los aspectos que caracterizan su subjetividad. Resta hacer la analogía entre un sujeto vivo y el lenguaje natural y llegar a la conclusión: los aspectos subjetivos (evidentes) del lenguaje natural pueden abordarse desde una lógica del sentido propia del lenguaje universal de lo vivo; que es la hipótesis principal del presente trabajo. Así, se cumple, por un lado, con la sentencia de Peirce {La abducción es el proceso de formación de una hipótesis explicativa - CP. 5.171} y, por otro, con los preceptos que dicta la ciencia.
Toda investigación consiste en tener en cuenta dos aspectos fundamentales; por un lado, el producto científico que se quiere lograr en función de la hipótesis propuesta, y por otro, el método que se empleará para lograrlo. Para que lo que resulte de esta conjunción pueda ser considerado ciencia, es imprescindible que se ajusten, ambos elementos, al esquema canónico aceptado por la comunidad científica.
Tal como nos lo muestra Samaja (2005, p. 41), el conocimiento científico (el producto a lograr) acepta dos variantes: la teórica (basada en teorías) y la empírica (basada en los hechos). El método por su parte, también acepta un par de opciones: la validación y el descubrimiento. Aunque sería sencillo, apareando unas opciones con las otras, lograr un panorama concreto y simple de cómo investigar; esto no es así, según lo deja ver Samaja, ya que el descubrimiento no es equiparable a los hechos, ni la validación lo es a la teoría. Necesariamente hay que contemplar un ‘producto lógico’ de todas las opciones y así, si asignamos arbitrariamente un ‘0’ a teoría y validación, y un ‘1’ a hecho y descubrimiento, obtenemos cuatro valores de verdad para una lógica polivalente que permite discriminar todas las situaciones a que nos enfrentamos cuando intentamos investigar algo: 00 = validación mediante la teoría; 01 = descubrimiento de una teoría; 10 = validación mediante los hechos; y 11 = descubrimiento de los hechos. Más allá de la mayor o menor pertinencia que tengan las posibilidades anteriores lo concreto es que, como se puede ver, investigar siempre consiste en una combinación de procedimientos destinados a descubrir algo y de procedimientos para validar lo descubierto. Según lo anterior entonces, no estaríamos faltando a la norma científica si utilizáramos un método que se adecue al conocimiento científico que pretendemos lograr y nos provea de las herramientas necesarias para validar lo que logremos descubrir.
Dado que vamos a trabajar con elementos subjetivos y que éstos no pueden ser abordados, por no estar en el dominio de la lógica tradicional, por el método tradicional más aceptado, fundamentalmente por las ciencias fácticas (hipotético-deductivo), es que optaremos por la variante analógico-abductiva (aceptada también por la ciencia) para poder acceder al dominio subjetivo con la propiedad que exige toda buena investigación.
Inspirados en Samaja (2005) emplearemos un método analógico-abductivo basados conceptualmente en la transdisciplina, y estructuralmente en una modificación de la Lógica Policontextural de Günther (1979), que hemos llamado Lógica Transcursiva.
2. UNIVERSO DE ESTUDIO
Supuestamente deberíamos restringirnos al universo lingüístico, si lo que pretendemos estudiar es el lenguaje. No obstante como lo que vamos a estudiar son los aspectos subjetivos del lenguaje natural humano, y dado que consideramos el lenguaje en general como algo real, patrimonio de todo lo vivo, es que nuestro universo de estudio es la realidad, única forma que vemos de poder entender cómo surge, se comprende y usa ese fenómeno real y vivo tan particular que es el lenguaje.
Debido al carácter inabarcable que la realidad ostenta, hemos optado por encarar el estudio u observación de la realidad y sus elementos constitutivos (incluido el lenguaje en este caso), dividiendo (arbitrariamente) la realidad en tres sistemas: a) Sistema Psico-interno; b) Sistema Bio-externo; y c) Sistema Socio- cultural.
Luego de establecer una estructura común en todos los sistemas, que constituye una especie de lenguaje universal mediante el cual se comunican, es posible construir una unidad estructural y operativa en cada uno de los sistemas mencionados: en el Sistema Psico-interno, la unidad de sentido; en el Sistema Bio-externo, la unidad lógica; en el Sistema Socio-cultural, la unidad semiótica. Estas unidades dispuestas ‘ortogonalmente’ configuran el universo semiótico (semiosfera) en donde todo lo real adquiere sentido.
Por otra parte, cada sistema se considera compuesto por dos niveles: uno superficial (el de lo evidente, lo cuantitativo, lo objetivo), y uno profundo (el de lo oculto, lo cualitativo, lo subjetivo). Ambos guardan entre sí una relación compleja, o sea, son opuestos, complementarios y concurrentes (simultáneos). Como nuestro propósito es estudiar los fenómenos subjetivos, partiendo de los fenómenos objetivos, necesariamente debemos modificar el punto de vista desde donde observar el fenómeno a estudiar. Por ello, en este trabajo se utiliza con este fin una Lógica Policontextural tetravalente que permite, al hacer un giro ontológico, sacar el sujeto fuera del sistema objetivo (superficial) y transformarlo en un verdadero observador. La Lógica Policontextural, al facilitar el acceso a los aspectos cualitativos, mediatizados por la monocontextura, posibilita que mediante una metáfora se encastren los elementos superficiales y los profundos en su origen, orden y función, determinando, además de una homología genuina, la caracterización acabada de las identidades que forman toda realidad: Sujeto, Objeto y el Cambio que los liga.
3. DISEÑO DE LA INVESTIGACIÓN Y MÉTODO
La lógica pura es ontológicamente neutra, no hace presuposiciones sobre lo que existe o pueda existir; es decir, no habla sobre el sujeto en su relación con el objeto. Restringir el conocimiento de la realidad solo a lo aportado por una visión cartesiana (mediante métodos lógico-matemáticos) es negar absolutamente la continuidad y universalidad de los fenómenos reales. De esta manera, el lenguaje como fenómeno universal que es, constituido por aspectos objetivos y subjetivos, no puede ser abordado cabalmente desde la lógica tradicional y sus sucedáneos.
La única forma de establecer un puente entre lo objetivo y lo subjetivo es cambiar el enfoque lógico; en este trabajo se aborda el problema desde la Lógica Policontextural.
Para la ciencia, la realidad es lo que se ve (lo objetivo) y su verdad es el determinar qué y cómo existe. El abordar científicamente lo subjetivo exige que nos preocupemos también del cuándo y del porqué de la existencia, y que admitamos que si hay algo a lo que se le puede llamar verdad, no es solo aquello que cumple con las reglas de la lógica clásica, sino aquello que constituye el sentido de todo lo real y que como tal, permanece oculto y se debe descubrir. El concepto de verdad en este enfoque que estamos haciendo, tiene que ver, no con premisas verdaderas o falsas, sino con alguna forma de hacer superficial (evidente) lo profundo (el sentido) de algo.
Parte del método a utilizar se basa en la abducción propuesta por Peirce (1878) como alternativa o en conjunción con la inducción y deducción clásicas. Esta elección se debe a que su creador la propone como una lógica del análisis exploratorio de los datos objetivos; es decir, una lógica de la observación y del descubrimiento, lo que le da a este enfoque el elemento de contraste.
La abducción que aporta sobre la existencia y actualidad, junto a la deducción que promueve la posibilidad y la potencialidad, y de acuerdo con la inducción que nos dice de la generalidad (de la continuidad), hacen posible un enfoque distinto de los temas subjetivos desde las directrices de continuidad y contraste que nos da la posibilidad, desde un estudio de la vida desde sus comienzos, de llegar al hombre y su lenguaje. Dado que la realidad humana es la vida, y que esta resume su historia natural en el hombre como una integración evolutiva, el lenguaje, patrón sublime de lo subjetivo, es parte de esa misma historia natural.
La abducción es la búsqueda de un patrón de regularidades en el fenómeno estudiado; y como se propone en el presente trabajo un lenguaje universal que engarza toda la realidad, es el método apropiado, pero no tal como la propuso Peirce, ya que la búsqueda de la ley o regla guía es cuasi-intuitiva. Por tanto, ampliamos el método según lo sugerido por Samaja (2005, p. 104), asociando abducción y analogía para, por un lado, generar hipótesis, pero por otro, usarlo como metodología de investigación al posibilitar un rastreo (observación) de los aspectos subjetivos del lenguaje. Todo esto sustentado en una Lógica Policontextural tetravalente.
Dado que la abducción crea, la deducción explica y la inducción verifica es que, el lenguaje desde lo subjetivo, solo puede estudiarse desde la abducción porque la creación, en este caso, surge de la observación de patrones universales y no de leyes ad hoc que expliquen lo que vemos en la superficie. De otra manera, la verdad (según la entendemos aquí) o aquello que subyace, no emerge sino a través del funcionamiento heterárquico (simultáneo e independiente) de jerarquías binarias; o lo que es lo mismo, de aquello que alojado en distintas contexturas coadyuva para dar sentido a una identidad, ya sea esta un sujeto o un objeto o sus interrelaciones.
En la inferencia abductiva se va desde el efecto a la causa y sirve para sugerir que algo puede ser, no que realmente lo sea. La regla (lo universal) no hace alusión a leyes empíricas sino a hipótesis explicativas que se conjeturan como verosímiles en función de índices que directa o indirectamente se refieren al fenómeno en estudio. El resultado (lo observable) se transforma en una serie de elementos que hacen referencia al caso (lo individual) que es lo que permanece oculto y debe ser puesto en evidencia (lo subjetivo del lenguaje); es decir, llegar a la verdad (según vimos) de la cual hay ‘rastros’ en los signos observables del resultado. El caso (la hipótesis y conclusión) por derivar de una analogía es un singular pero con características universales (ocultas), por lo que opera como una inducción ideal; o sea, dispone de una certeza máxima, al ‘conocer’ todo el universo y no llegar a la conclusión mediante la extrapolación de lo encontrado en una muestra significativa del mismo.
Por su parte, la analogía, que consiste en establecer una cierta relación entre objetos de una clase con objetos de otra, opera una transferencia estructural que en nuestro estudio se refiere a una transferencia de la lógica interna (profunda); o sea, de las interrelaciones entre los elementos constitutivos de los análogos que por esta razón, metafóricamente, están regidos por las mismas leyes y pueden ser sometidos a las mismas operaciones prácticas.
El patrón análogo se extrae de la observación fáctica y ese modelo se ajusta a la estructura propuesta, elemento a elemento y relación a relación. Dado que la analogía se establece en la realidad toda (en los aspectos psico-bio-socio-culturales), es aplicable para el análisis de cualquier fenómeno universal, como por ejemplo, el lenguaje.
La Figura M3 nos muestra el diseño planteado en esta investigación.
La Figura M4 nos dice cómo se concibe en este estudio, la emergencia del producto de la investigación; es decir, el conocimiento científico sobre los aspectos subjetivos del lenguaje.
En la Figura M5, en fin, podemos apreciar la relación entre la realidad propuesta en este trabajo y la forma de adquirir conocimiento de ella, a través de la Lógica Transcursiva.
En este trabajo, el patrón o modelo que se toma como marco de referencia es el código genético. La elección recae en este universal biológico porque se ajusta exactamente para dar respuesta al planteo hecho en la hipótesis central de esta investigación; o sea:
a) Es universal (con escasísimas excepciones): todos los seres vivos tienen el mismo código.
b) Maneja una lógica del sentido idéntica a la propuesta en este trabajo: la misma cantidad de elementos constitutivos (4 bases); las mismas relaciones planteadas entre ellos (se estructura en 64 tripletes de bases o codones); permite distinguir francamente dos niveles de expresión: uno superficial o evidente (fenotipo) y uno profundo u oculto (genotipo), en donde, lo que se ve superficialmente está condicionado por lo que subyace.
c) Parece tener un origen común; esto es, habría tenido un origen único en todos los seres vivos conocidos.
d) Es específico: ningún codón codifica más de un aminoácido (unidad operativa de las proteínas) y en la mayoría de los seres vivos son los mismos 20 los que forman el genoma o capital genético de la vida.
e) Es redundante pero no ambiguo. Dos o más codones pueden codificar un mismo aminoácido, pero no a la inversa (d).
f) Permite variaciones infinitas con medios finitos.
g) Puede acoplarse a otro código para representar en forma sencilla toda su potencialidad; por ejemplo: la teoría del color de la luz, en donde se parte de tres elementos básicos (colores primarios) para definir lo evidente (superficial o fenotipo) y se define lo profundo (o genotipo) mediante la combinación (oculta) de los anteriores (colores secundarios), permitiendo caracterizar casi la totalidad de las combinaciones genéticas posibles; y todo esto, sin modificar absolutamente la lógica de base.
La idea de tomar el código genético como patrón surge de la lectura de Aristóteles (Poética, Capítulo XXI: 1457b):
El código genético (aunque parezca increíble) está estructurado con la misma lógica básica que acabamos de plantear (Figura M6).
Basado en lo analógico-abductivo el método a utilizar en esta investigación se podría definir como metafórico por analogía. La Figura M7 nos lo muestra en sus detalles fundamentales.
Según Black (1993, p. 30), la analogía permite descubrir el modelo oculto que subyace a toda metáfora. La analogía es un ir desde lo concreto (lo observable en el lenguaje corriente) a través de un modelo o patrón (código genético) a lo abstracto (teoría); o de más a menos (10→ 01; giro levógiro ), de lo superficial a lo profundo, de lo objetivo a lo subjetivo; es un ir, en fin, en busca de la verdad. Ella se aplica a un dominio conocido (fuente) para intentar conocer o comprender mejor un dominio desconocido (destino). En otras palabras, la analogía hace más familiar un dominio en el cual se producen fenómenos extremos o sorprendentes (como los llamó Peirce - 1878). De esta manera, mediante la abducción es posible abordarlos doblemente, por un lado, generando hipótesis explicativas, y por otro, permitiendo su investigación.
A través de la metáfora se realiza el camino inverso al de la analogía. Se va de menos a más (01→11; giro dextrógiro), de lo profundo a lo superficial, de lo abstracto a lo concreto; surge la verdad que se hace evidente en el cambio producido en la superficie y que no es otra cosa que el impacto de la transferencia desde el dominio fuente en el dominio destino, lo cual permite a la abducción generar una hipótesis. De esta manera se concluye que es posible que el dominio interrogado (observado) muestre una estructura (lógica) similar y por tanto, un funcionamiento homólogo al dominio conocido tomado como referencia.
La clave entonces está en utilizar la analogía para encontrar una similitud estructural (lógica) entre lo objetivo y lo subjetivo; esto es, entre dos dominios que superficialmente son muy distintos e inclusive, según la lógica tradicional, excluyentes. Encontrada la analogía, la metáfora (la abducción) se encarga de dar una respuesta a ese fenómeno oculto y misterioso que estamos tratando de observar o estudiar.
Desde el punto de vista lógico se pueden establecer las relaciones básicas que tornan operativas, tanto la analogía como la metáfora.
Toda la realidad se sustenta (genéricamente) en la relación establecida entre sujeto y objeto a través de un cambio (sea este evidente u oculto). Si representamos el sujeto con 01 y el objeto con 10 se pueden constituir las siguientes relaciones: (Figura M8)
En la analogía lo que interesa son las semejanzas, mientras que en la metáfora, lo importante son las diferencias entre los elementos. La presencia simultánea de lo que los distingue y la ausencia simultánea de lo que tienen en común (sujeto y objeto), configuran un ensamble de la unión (∪ = disyunción) de lo que los diferencia, con la separación (∩ = conjunción) de lo que los iguala (pertenecer ambos a la categoría de elementos reales).
La metáfora aquí tiene dos aspectos a considerar: por un lado la vertiente analógica y por otro, la vertiente metafórica propiamente dicha.
La analogía parte de un observable concreto (en nuestro caso el código genético) porque sospechamos que la estructura funcional que subyace puede ser útil para estudiar un fenómeno desconocido que tiene en común con él, el compartir un ser vivo. Luego, yendo de lo concreto a lo abstracto, extraigo el patrón o modelo funcional que está en lo profundo (que no es evidente). Por tanto lo que interesa en esta etapa son las semejanzas, que al separarse, me permiten individualizar elementos que pertenecen a la misma categoría; estos elementos son el código genético (como manifestación fenotípica) y la estructura-función que lo hace universal.
A partir de aquí, debo buscar un medio de rescatar desde lo profundo, la disposición universal del modelo (lo abstracto) y relacionarlo con el fenómeno a estudiar bajo estas consideraciones; es decir, hacerlo concreto de nuevo, para poner en evidencia qué del patrón es rescatable en el dominio destino. Este paso que representa en sí una abducción, es lo que llamo metáfora propiamente dicha.
Esta metáfora se sustenta en las diferencias entre el modelo (abstracto) y la evidencia (el lenguaje por ejemplo) donde es posible captar la analogía planteada inicialmente. Si perdiéramos de vista que el modelo no es el lenguaje (si no tuviéramos en cuenta las diferencias) la metáfora sería tomada como una realidad y estaría dando por sentado que lo que puedo 'simular' con el código genético, es tal como es en la realidad. De esta forma aceptaríamos, como lo hacen las ciencias cognitivas, que una metáfora es una explicación.
La frontera entre la analogía y la metáfora (es decir: el sujeto) es el verdadero puente entre lo subjetivo y lo objetivo, donde moran desde el punto de vista lógico y simultáneamente, la disyunción y la conjunción.
Este par de operaciones lógicas son expresables desde la Lógica Transcursiva mediante una disyunción exclusiva {Aquella que es verdadera (1) solo cuando uno de sus disyuntivos es verdadero (1) y el otro es falso (0); cuando sus valores son iguales, la disyunción exclusiva es falsa (0). Es decir excluye los valores iguales a diferencia de la disyunción habitual, que los incluye (disyunción inclusiva)} que hace ‘ciclar’ el nivel superficial (en sentido dextrógiro o hacia la derecha), dándole la dinámica necesaria para ‘extraer’ la verdad desde el nivel profundo, el que está ‘gobernado’ por una operación lógica opuesta: la equivalencia {Una proposición bicondicional es verdadera (1) únicamente en el caso en que ambos componentes tengan el mismo valor de verdad; si sus valores son distintos entre sí, entonces es falsa (0). (Colacilli de Muro, 1965: 121)} (o doble implicación).
En estos simples principios se basa la metodología empleada en esta investigación; es decir, un enfoque analógico-abductivo que se justifica desde el uso de metáforas con contenido transdisciplinario.
¡Nos vemos mañana!
(En este capítulo completaremos la Hipótesis de Trabajo y veremos, además, la Metodología utilizada en nuestra investigación)
Peirce aporta una solución a lo superficial del silogismo. Basado en una descripción que hace el mismo Aristóteles en los "Primeros Analíticos", quien caracteriza otros tipos de argumentaciones reduciéndolas a una forma silogística:
“La abducción tiene lugar cuando es cierto que el primer término es atribuido al medio, y es incierto que el medio lo es al último, por más que esta menor sea tan creíble, y, si se quiere, más creíble que la conclusión” (Organon, 2004: 201 – Primeros Analíticos – Libro Segundo: Sección Tercera: Capítulo 25)Peirce (1878) asocia la abducción con el acto de descubrimiento y con la producción de explicaciones científicas. Le otorga un importante nivel epistemológico al dar un fundamento a los procesos de búsqueda o investigación, independientemente, de dónde se apliquen. Desde esta perspectiva heurística, la abducción sirve como un esquema para investigar hechos insuficientemente explicados.
Este autor considera que la deducción (la cual asimila a la aplicación de una regla) es insuficiente para representar cualquier tipo de razonamiento (CP. 2.620); y la describe así: la premisa mayor formula una regla, la menor es el caso sometido a dicha regla; la conclusión aplica la regla al caso y constituye el resultado; quedando claro de esta manera, que toda deducción es básicamente la aplicación de reglas generales a casos particulares.
Según Peirce, en la inducción el caso es el punto de partida y la conclusión es la regla, la que es obtenida desde la observación de un resultado. Pero cuando se enfrentan determinados fenómenos que aunque no estén completamente caracterizados son asignados a un género particular de objetos (por ejemplo lo subjetivo del lenguaje), estamos en presencia de una abducción (o hipótesis como también la llamó) que es la inferencia de un caso a partir de una regla y un resultado; en donde el caso, debe ser reconstruido cíclicamente pues no es asequible al observador.
La abducción se distingue de la deducción en que ésta infiere que, si lo que se describe de un caso es verdadero, también lo será para toda la clase a la que pertenece ese caso. En cambio en la abducción o hipótesis se supone que el caso inferido deriva de la aplicación de cierta regla que es elegida intuitivamente.
Peirce soluciona lo superficial del silogismo pero deja ‘borroso’ lo profundo. Hay dos inconvenientes, según lo vemos, con la propuesta peirceana: por un lado, el hecho de que la inducción produzca la regla, la deducción produzca el resultado y la abducción el caso, no evita que se caiga en un círculo vicioso (algo incompatible con la lógica), ya que por más que se comience por el resultado (que es lo posible de ser observado), se necesita una regla para obtener el caso que permita dar con la regla. Por otro lado, no queda claro de dónde sale la regla que unida al resultado observado, nos da el caso o conclusión; no queda establecido ningún criterio que ayude a seleccionar una regla específica en un caso dado.
El ciclo vicioso se produce porque Peirce opera en la monocontextura y está tratando de caracterizar, desde la superficie, aspectos profundos que quedan, por esta razón, sin definir. Una solución a este inconveniente sería adherir a una lógica policontextural desde donde distribuir estos distintos niveles.
En cuanto al origen de la regla, invocaremos una solución propuesta por Samaja (2005, p. 104) quien también de una manera muy original, amalgamó la analogía hegeliana a la abducción de Peirce para explicar, aunque no en todos los casos, un posible origen de la regla en la abducción.
La propuesta de Samaja se basa en lo siguiente:
Este enfoque aunque no exhaustivo ya que este tipo de razonamiento puede darse sin que haya que invocar una analogía, tiene el mérito de ensamblar lo superficial a lo profundo.
Samaja identifica la Regla con una especie y la Conclusión (el Caso) con un espécimen; es decir, la ocurrencia de lo general en un particular, ligando así: el ‘genotipo’ (la estructura oculta) al ‘fenotipo’ (los aspectos observables y evidentes del resultado), confirmando que, si bien desde el punto de vista lógico tradicional, la abducción es una falacia, {Esta falacia que se llama afirmación del consecuente es un argumento de la forma "A implica B, B es verdadero, luego A es verdadero". Por ejemplo: "Si el universo fue creado por un ser sobrenatural, veríamos orden en todo. Y como vemos orden, por lo tanto el universo tuvo un creador"} constituye un método de búsqueda de conocimientos que no solo se sustentan en verdades lógicas, sino en el sujeto mismo. Quizás por eso, al separar {Por eso quizás esté bien colocado su nombre: abducción (del latín abductio = separar)} netamente lo superficial de lo profundo, podría constituirse en una opción válida para el abordaje de la subjetividad.
La propuesta de Samaja, además de no agotar todos los casos (situación que la coloca casi en el plano de una inducción, si bien esta última se basa en regularidades observadas y nunca en una conexión de consecuentes (observados) y antecedentes), deriva en un resultado irresoluble para la lógica tradicional (Samaja, 2005, p. 107), ya que produce un silogismo con cuatro términos, en vez de tres:
1. el análogo
2. la regla
3. el resultado
4. el caso
Mediante un arreglo de compromiso los hace ‘encajar’ en los tres clásicos al igualar 1. y 2.; con lo que, a mi juicio, malogra toda la propuesta, pues termina invocando el crédito que un científico otorga a una ‘muestra significativa’ (típica de la inducción) para convalidar esta cuasi-identidad. Con esto volvemos al principio del análisis: cuando hay que tratar con aspectos subjetivos, la lógica tradicional no es suficiente; y dado que salirse de ella está penado con la pseudo-ciencia (según lo dijo Bunge (2004a, p. 32), se termina forzando una elaboración original para que se amolde a la forma lógica bien vista por la ciencia.
En este trabajo se adoptará un enfoque silogístico similar al de Samaja pero en el que se intenta subsanar los problemas que este presenta tanto los propios como los heredados de los modelos que toma como base.
Dos son los impedimentos más serios de la propuesta de Samaja. En primer lugar, un ciclo vicioso que no fue totalmente resuelto, y que en realidad, representa lo que ocurre siempre que se intenta transgredir la transitividad jerárquica de la lógica binaria al tratar de hacer evidente un aspecto profundo (general) en un elemento particular. Este ciclo vicioso está indicando el modus operandi de la heterarquía, y esta a su vez nos dice, de la existencia de dos procesos (uno superficial y otro profundo) pero que en vez de separarse, se aproximan {Por eso también la propuesta que se hace en este trabajo podría llamarse analógico- adductiva (del latín adductus = aproximar, contraer, apretar)}; y lo hacen tanto, que se tornan simultáneos. Este proceso es el que se invocará en esta investigación como el responsable de uno de los aspectos subjetivos humanos por excelencia: la cognición; o sea, la concreción de actos creativos del pensar, estructurados desde un universo sistémico en donde comprender, utilizar, desarrollar y transformar la realidad obedece a una única regla: la lógica del sentido posibilitada por un lenguaje universal, que hace de dicho proceso algo semiótico.
El segundo impedimento es la reducción forzada de cuatro términos a solo tres para acomodarlos en un silogismo canónico. La lógica polivalente propuesta tiene la cantidad de valores de verdad suficientes para contener un cuarto término, aunque relacionado de una manera distinta y con un significado diferente.
Hechas las consideraciones anteriores, veremos en detalle cómo se estructura nuestra propuesta. La Figura H1 muestra la distribución de los niveles superficial y profundo y su relación heterárquica. Cada nivel opera con una lógica binaria, pero su integración se da en un ámbito lógico policontextural tetravalente (con cuatro valores de verdad: 00, 01, 10, 11), que otorga a la estructura la solidez de una unidad funcional y operativa capaz de generar hipótesis.
Figura H1 - Estructura de la inferencia analógico-adductiva
La generación de la hipótesis central de esta investigación se muestra en la Figura H2.
Figura H2 - Generación de Hipótesis
Lo anterior es posible porque el proceso generativo (creativo) se desarrolla en dos niveles que discurren en forma simultánea. El levógiro o profundo permite, partiendo del observable, probar distintos patrones en los cuales basarse para producir la regla o ley rectora que permitirá arribar a la conclusión. Este nivel profundo tiene algunas particularidades: en primer lugar, la posibilidad de manejar desde un individual (el espécimen o copia del patrón) lo universal de una regla, sin la necesidad de apelar a una ‘muestra significativa’ como en la inducción; en segundo lugar, el ciclo iterativo que se cumple en busca de la regla deja de ser ‘vicioso’ para transformarse en ‘virtuoso’ al operar heterárquicamente con respecto al ciclo superficial.
En el nivel superficial o dextrógiro se produce entonces, basada en el profundo, la generación de la hipótesis de la siguiente forma: partimos de un observable, el lenguaje natural, patrimonio de todo lo vivo, denota aspectos subjetivos. Aprehendida esta observación, se va en busca de un patrón o modelo que evidencie, superficialmente, aspectos subjetivos; tal patrón puede ser, por ejemplo, un ser vivo (paradigma de la subjetividad). Cualquier ser vivo muestra evidencias superficiales que lo caracterizan como sujeto, y es conocido desde la ciencia, que esta apariencia fenotípica tiene su origen en su genotipo; es decir en su código genético, que es el responsable de mantener la estructura genérica de las distintas especies en que se divide la biosfera. Por tanto, se elabora el patrón correspondiente: El código genético da sentido al fenotipo (lo que se ve). Paso seguido se elabora la regla basándose en un particular (un espécimen), pero que no es una ‘muestra significativa’ sino el representante de todo el universo tomado en consideración, ya que su código genético es igual al que impera en toda su especie. Luego, la regla es: el lenguaje universal del código genético da sentido a la vida de un sujeto, permitiéndole hacer evidentes los aspectos que caracterizan su subjetividad. Resta hacer la analogía entre un sujeto vivo y el lenguaje natural y llegar a la conclusión: los aspectos subjetivos (evidentes) del lenguaje natural pueden abordarse desde una lógica del sentido propia del lenguaje universal de lo vivo; que es la hipótesis principal del presente trabajo. Así, se cumple, por un lado, con la sentencia de Peirce {La abducción es el proceso de formación de una hipótesis explicativa - CP. 5.171} y, por otro, con los preceptos que dicta la ciencia.
METODOLOGÍA
Toda investigación consiste en tener en cuenta dos aspectos fundamentales; por un lado, el producto científico que se quiere lograr en función de la hipótesis propuesta, y por otro, el método que se empleará para lograrlo. Para que lo que resulte de esta conjunción pueda ser considerado ciencia, es imprescindible que se ajusten, ambos elementos, al esquema canónico aceptado por la comunidad científica.
Tal como nos lo muestra Samaja (2005, p. 41), el conocimiento científico (el producto a lograr) acepta dos variantes: la teórica (basada en teorías) y la empírica (basada en los hechos). El método por su parte, también acepta un par de opciones: la validación y el descubrimiento. Aunque sería sencillo, apareando unas opciones con las otras, lograr un panorama concreto y simple de cómo investigar; esto no es así, según lo deja ver Samaja, ya que el descubrimiento no es equiparable a los hechos, ni la validación lo es a la teoría. Necesariamente hay que contemplar un ‘producto lógico’ de todas las opciones y así, si asignamos arbitrariamente un ‘0’ a teoría y validación, y un ‘1’ a hecho y descubrimiento, obtenemos cuatro valores de verdad para una lógica polivalente que permite discriminar todas las situaciones a que nos enfrentamos cuando intentamos investigar algo: 00 = validación mediante la teoría; 01 = descubrimiento de una teoría; 10 = validación mediante los hechos; y 11 = descubrimiento de los hechos. Más allá de la mayor o menor pertinencia que tengan las posibilidades anteriores lo concreto es que, como se puede ver, investigar siempre consiste en una combinación de procedimientos destinados a descubrir algo y de procedimientos para validar lo descubierto. Según lo anterior entonces, no estaríamos faltando a la norma científica si utilizáramos un método que se adecue al conocimiento científico que pretendemos lograr y nos provea de las herramientas necesarias para validar lo que logremos descubrir.
Dado que vamos a trabajar con elementos subjetivos y que éstos no pueden ser abordados, por no estar en el dominio de la lógica tradicional, por el método tradicional más aceptado, fundamentalmente por las ciencias fácticas (hipotético-deductivo), es que optaremos por la variante analógico-abductiva (aceptada también por la ciencia) para poder acceder al dominio subjetivo con la propiedad que exige toda buena investigación.
Inspirados en Samaja (2005) emplearemos un método analógico-abductivo basados conceptualmente en la transdisciplina, y estructuralmente en una modificación de la Lógica Policontextural de Günther (1979), que hemos llamado Lógica Transcursiva.
2. UNIVERSO DE ESTUDIO
Supuestamente deberíamos restringirnos al universo lingüístico, si lo que pretendemos estudiar es el lenguaje. No obstante como lo que vamos a estudiar son los aspectos subjetivos del lenguaje natural humano, y dado que consideramos el lenguaje en general como algo real, patrimonio de todo lo vivo, es que nuestro universo de estudio es la realidad, única forma que vemos de poder entender cómo surge, se comprende y usa ese fenómeno real y vivo tan particular que es el lenguaje.
Debido al carácter inabarcable que la realidad ostenta, hemos optado por encarar el estudio u observación de la realidad y sus elementos constitutivos (incluido el lenguaje en este caso), dividiendo (arbitrariamente) la realidad en tres sistemas: a) Sistema Psico-interno; b) Sistema Bio-externo; y c) Sistema Socio- cultural.
Luego de establecer una estructura común en todos los sistemas, que constituye una especie de lenguaje universal mediante el cual se comunican, es posible construir una unidad estructural y operativa en cada uno de los sistemas mencionados: en el Sistema Psico-interno, la unidad de sentido; en el Sistema Bio-externo, la unidad lógica; en el Sistema Socio-cultural, la unidad semiótica. Estas unidades dispuestas ‘ortogonalmente’ configuran el universo semiótico (semiosfera) en donde todo lo real adquiere sentido.
Por otra parte, cada sistema se considera compuesto por dos niveles: uno superficial (el de lo evidente, lo cuantitativo, lo objetivo), y uno profundo (el de lo oculto, lo cualitativo, lo subjetivo). Ambos guardan entre sí una relación compleja, o sea, son opuestos, complementarios y concurrentes (simultáneos). Como nuestro propósito es estudiar los fenómenos subjetivos, partiendo de los fenómenos objetivos, necesariamente debemos modificar el punto de vista desde donde observar el fenómeno a estudiar. Por ello, en este trabajo se utiliza con este fin una Lógica Policontextural tetravalente que permite, al hacer un giro ontológico, sacar el sujeto fuera del sistema objetivo (superficial) y transformarlo en un verdadero observador. La Lógica Policontextural, al facilitar el acceso a los aspectos cualitativos, mediatizados por la monocontextura, posibilita que mediante una metáfora se encastren los elementos superficiales y los profundos en su origen, orden y función, determinando, además de una homología genuina, la caracterización acabada de las identidades que forman toda realidad: Sujeto, Objeto y el Cambio que los liga.
3. DISEÑO DE LA INVESTIGACIÓN Y MÉTODO
La lógica pura es ontológicamente neutra, no hace presuposiciones sobre lo que existe o pueda existir; es decir, no habla sobre el sujeto en su relación con el objeto. Restringir el conocimiento de la realidad solo a lo aportado por una visión cartesiana (mediante métodos lógico-matemáticos) es negar absolutamente la continuidad y universalidad de los fenómenos reales. De esta manera, el lenguaje como fenómeno universal que es, constituido por aspectos objetivos y subjetivos, no puede ser abordado cabalmente desde la lógica tradicional y sus sucedáneos.
La única forma de establecer un puente entre lo objetivo y lo subjetivo es cambiar el enfoque lógico; en este trabajo se aborda el problema desde la Lógica Policontextural.
Para la ciencia, la realidad es lo que se ve (lo objetivo) y su verdad es el determinar qué y cómo existe. El abordar científicamente lo subjetivo exige que nos preocupemos también del cuándo y del porqué de la existencia, y que admitamos que si hay algo a lo que se le puede llamar verdad, no es solo aquello que cumple con las reglas de la lógica clásica, sino aquello que constituye el sentido de todo lo real y que como tal, permanece oculto y se debe descubrir. El concepto de verdad en este enfoque que estamos haciendo, tiene que ver, no con premisas verdaderas o falsas, sino con alguna forma de hacer superficial (evidente) lo profundo (el sentido) de algo.
Parte del método a utilizar se basa en la abducción propuesta por Peirce (1878) como alternativa o en conjunción con la inducción y deducción clásicas. Esta elección se debe a que su creador la propone como una lógica del análisis exploratorio de los datos objetivos; es decir, una lógica de la observación y del descubrimiento, lo que le da a este enfoque el elemento de contraste.
La abducción que aporta sobre la existencia y actualidad, junto a la deducción que promueve la posibilidad y la potencialidad, y de acuerdo con la inducción que nos dice de la generalidad (de la continuidad), hacen posible un enfoque distinto de los temas subjetivos desde las directrices de continuidad y contraste que nos da la posibilidad, desde un estudio de la vida desde sus comienzos, de llegar al hombre y su lenguaje. Dado que la realidad humana es la vida, y que esta resume su historia natural en el hombre como una integración evolutiva, el lenguaje, patrón sublime de lo subjetivo, es parte de esa misma historia natural.
La abducción es la búsqueda de un patrón de regularidades en el fenómeno estudiado; y como se propone en el presente trabajo un lenguaje universal que engarza toda la realidad, es el método apropiado, pero no tal como la propuso Peirce, ya que la búsqueda de la ley o regla guía es cuasi-intuitiva. Por tanto, ampliamos el método según lo sugerido por Samaja (2005, p. 104), asociando abducción y analogía para, por un lado, generar hipótesis, pero por otro, usarlo como metodología de investigación al posibilitar un rastreo (observación) de los aspectos subjetivos del lenguaje. Todo esto sustentado en una Lógica Policontextural tetravalente.
Dado que la abducción crea, la deducción explica y la inducción verifica es que, el lenguaje desde lo subjetivo, solo puede estudiarse desde la abducción porque la creación, en este caso, surge de la observación de patrones universales y no de leyes ad hoc que expliquen lo que vemos en la superficie. De otra manera, la verdad (según la entendemos aquí) o aquello que subyace, no emerge sino a través del funcionamiento heterárquico (simultáneo e independiente) de jerarquías binarias; o lo que es lo mismo, de aquello que alojado en distintas contexturas coadyuva para dar sentido a una identidad, ya sea esta un sujeto o un objeto o sus interrelaciones.
En la inferencia abductiva se va desde el efecto a la causa y sirve para sugerir que algo puede ser, no que realmente lo sea. La regla (lo universal) no hace alusión a leyes empíricas sino a hipótesis explicativas que se conjeturan como verosímiles en función de índices que directa o indirectamente se refieren al fenómeno en estudio. El resultado (lo observable) se transforma en una serie de elementos que hacen referencia al caso (lo individual) que es lo que permanece oculto y debe ser puesto en evidencia (lo subjetivo del lenguaje); es decir, llegar a la verdad (según vimos) de la cual hay ‘rastros’ en los signos observables del resultado. El caso (la hipótesis y conclusión) por derivar de una analogía es un singular pero con características universales (ocultas), por lo que opera como una inducción ideal; o sea, dispone de una certeza máxima, al ‘conocer’ todo el universo y no llegar a la conclusión mediante la extrapolación de lo encontrado en una muestra significativa del mismo.
Por su parte, la analogía, que consiste en establecer una cierta relación entre objetos de una clase con objetos de otra, opera una transferencia estructural que en nuestro estudio se refiere a una transferencia de la lógica interna (profunda); o sea, de las interrelaciones entre los elementos constitutivos de los análogos que por esta razón, metafóricamente, están regidos por las mismas leyes y pueden ser sometidos a las mismas operaciones prácticas.
El patrón análogo se extrae de la observación fáctica y ese modelo se ajusta a la estructura propuesta, elemento a elemento y relación a relación. Dado que la analogía se establece en la realidad toda (en los aspectos psico-bio-socio-culturales), es aplicable para el análisis de cualquier fenómeno universal, como por ejemplo, el lenguaje.
La Figura M3 nos muestra el diseño planteado en esta investigación.
Figura M3 - Diseño de la investigación
La Figura M4 nos dice cómo se concibe en este estudio, la emergencia del producto de la investigación; es decir, el conocimiento científico sobre los aspectos subjetivos del lenguaje.
Figura M4 - Conocimiento científico
En la Figura M5, en fin, podemos apreciar la relación entre la realidad propuesta en este trabajo y la forma de adquirir conocimiento de ella, a través de la Lógica Transcursiva.
Figura M5 - Realidad y conocimiento
En este trabajo, el patrón o modelo que se toma como marco de referencia es el código genético. La elección recae en este universal biológico porque se ajusta exactamente para dar respuesta al planteo hecho en la hipótesis central de esta investigación; o sea:
a) Es universal (con escasísimas excepciones): todos los seres vivos tienen el mismo código.
b) Maneja una lógica del sentido idéntica a la propuesta en este trabajo: la misma cantidad de elementos constitutivos (4 bases); las mismas relaciones planteadas entre ellos (se estructura en 64 tripletes de bases o codones); permite distinguir francamente dos niveles de expresión: uno superficial o evidente (fenotipo) y uno profundo u oculto (genotipo), en donde, lo que se ve superficialmente está condicionado por lo que subyace.
c) Parece tener un origen común; esto es, habría tenido un origen único en todos los seres vivos conocidos.
d) Es específico: ningún codón codifica más de un aminoácido (unidad operativa de las proteínas) y en la mayoría de los seres vivos son los mismos 20 los que forman el genoma o capital genético de la vida.
e) Es redundante pero no ambiguo. Dos o más codones pueden codificar un mismo aminoácido, pero no a la inversa (d).
f) Permite variaciones infinitas con medios finitos.
g) Puede acoplarse a otro código para representar en forma sencilla toda su potencialidad; por ejemplo: la teoría del color de la luz, en donde se parte de tres elementos básicos (colores primarios) para definir lo evidente (superficial o fenotipo) y se define lo profundo (o genotipo) mediante la combinación (oculta) de los anteriores (colores secundarios), permitiendo caracterizar casi la totalidad de las combinaciones genéticas posibles; y todo esto, sin modificar absolutamente la lógica de base.
La idea de tomar el código genético como patrón surge de la lectura de Aristóteles (Poética, Capítulo XXI: 1457b):
“Explico la metáfora por analogía como lo que puede acontecer cuando, de cuatro cosas, la segunda permanece en la misma relación respecto a la primera como la cuarta a la tercera; entonces se puede hablar de la cuarta en lugar de la segunda, y de la segunda en vez de la cuarta”En símbolos sería: 2a : 1a :: 4a : 3a ; lo cual se lee: la segunda es a la primera como la cuarta es a la tercera. Esto tiene la relevancia de expresar dos oposiciones por complementariedad, que además de representar el germen de toda la lógica Aristotélica, si a estas oposiciones las hacemos coexistir, dan la base de la Lógica Policontextural tetravalente que vamos a utilizar.
El código genético (aunque parezca increíble) está estructurado con la misma lógica básica que acabamos de plantear (Figura M6).
Figura M6 - Metáfora por analogía - Relación entre código genético y Lógica Transcursiva
Basado en lo analógico-abductivo el método a utilizar en esta investigación se podría definir como metafórico por analogía. La Figura M7 nos lo muestra en sus detalles fundamentales.
Figura M7 - Metodología analógico-adductiva
Según Black (1993, p. 30), la analogía permite descubrir el modelo oculto que subyace a toda metáfora. La analogía es un ir desde lo concreto (lo observable en el lenguaje corriente) a través de un modelo o patrón (código genético) a lo abstracto (teoría); o de más a menos (10→ 01; giro levógiro ), de lo superficial a lo profundo, de lo objetivo a lo subjetivo; es un ir, en fin, en busca de la verdad. Ella se aplica a un dominio conocido (fuente) para intentar conocer o comprender mejor un dominio desconocido (destino). En otras palabras, la analogía hace más familiar un dominio en el cual se producen fenómenos extremos o sorprendentes (como los llamó Peirce - 1878). De esta manera, mediante la abducción es posible abordarlos doblemente, por un lado, generando hipótesis explicativas, y por otro, permitiendo su investigación.
A través de la metáfora se realiza el camino inverso al de la analogía. Se va de menos a más (01→11; giro dextrógiro), de lo profundo a lo superficial, de lo abstracto a lo concreto; surge la verdad que se hace evidente en el cambio producido en la superficie y que no es otra cosa que el impacto de la transferencia desde el dominio fuente en el dominio destino, lo cual permite a la abducción generar una hipótesis. De esta manera se concluye que es posible que el dominio interrogado (observado) muestre una estructura (lógica) similar y por tanto, un funcionamiento homólogo al dominio conocido tomado como referencia.
La clave entonces está en utilizar la analogía para encontrar una similitud estructural (lógica) entre lo objetivo y lo subjetivo; esto es, entre dos dominios que superficialmente son muy distintos e inclusive, según la lógica tradicional, excluyentes. Encontrada la analogía, la metáfora (la abducción) se encarga de dar una respuesta a ese fenómeno oculto y misterioso que estamos tratando de observar o estudiar.
Desde el punto de vista lógico se pueden establecer las relaciones básicas que tornan operativas, tanto la analogía como la metáfora.
Toda la realidad se sustenta (genéricamente) en la relación establecida entre sujeto y objeto a través de un cambio (sea este evidente u oculto). Si representamos el sujeto con 01 y el objeto con 10 se pueden constituir las siguientes relaciones: (Figura M8)
Figura M8 - Empalme lógico entre analogía y metáfora
En la analogía lo que interesa son las semejanzas, mientras que en la metáfora, lo importante son las diferencias entre los elementos. La presencia simultánea de lo que los distingue y la ausencia simultánea de lo que tienen en común (sujeto y objeto), configuran un ensamble de la unión (∪ = disyunción) de lo que los diferencia, con la separación (∩ = conjunción) de lo que los iguala (pertenecer ambos a la categoría de elementos reales).
La metáfora aquí tiene dos aspectos a considerar: por un lado la vertiente analógica y por otro, la vertiente metafórica propiamente dicha.
La analogía parte de un observable concreto (en nuestro caso el código genético) porque sospechamos que la estructura funcional que subyace puede ser útil para estudiar un fenómeno desconocido que tiene en común con él, el compartir un ser vivo. Luego, yendo de lo concreto a lo abstracto, extraigo el patrón o modelo funcional que está en lo profundo (que no es evidente). Por tanto lo que interesa en esta etapa son las semejanzas, que al separarse, me permiten individualizar elementos que pertenecen a la misma categoría; estos elementos son el código genético (como manifestación fenotípica) y la estructura-función que lo hace universal.
A partir de aquí, debo buscar un medio de rescatar desde lo profundo, la disposición universal del modelo (lo abstracto) y relacionarlo con el fenómeno a estudiar bajo estas consideraciones; es decir, hacerlo concreto de nuevo, para poner en evidencia qué del patrón es rescatable en el dominio destino. Este paso que representa en sí una abducción, es lo que llamo metáfora propiamente dicha.
Esta metáfora se sustenta en las diferencias entre el modelo (abstracto) y la evidencia (el lenguaje por ejemplo) donde es posible captar la analogía planteada inicialmente. Si perdiéramos de vista que el modelo no es el lenguaje (si no tuviéramos en cuenta las diferencias) la metáfora sería tomada como una realidad y estaría dando por sentado que lo que puedo 'simular' con el código genético, es tal como es en la realidad. De esta forma aceptaríamos, como lo hacen las ciencias cognitivas, que una metáfora es una explicación.
La frontera entre la analogía y la metáfora (es decir: el sujeto) es el verdadero puente entre lo subjetivo y lo objetivo, donde moran desde el punto de vista lógico y simultáneamente, la disyunción y la conjunción.
Este par de operaciones lógicas son expresables desde la Lógica Transcursiva mediante una disyunción exclusiva {Aquella que es verdadera (1) solo cuando uno de sus disyuntivos es verdadero (1) y el otro es falso (0); cuando sus valores son iguales, la disyunción exclusiva es falsa (0). Es decir excluye los valores iguales a diferencia de la disyunción habitual, que los incluye (disyunción inclusiva)} que hace ‘ciclar’ el nivel superficial (en sentido dextrógiro o hacia la derecha), dándole la dinámica necesaria para ‘extraer’ la verdad desde el nivel profundo, el que está ‘gobernado’ por una operación lógica opuesta: la equivalencia {Una proposición bicondicional es verdadera (1) únicamente en el caso en que ambos componentes tengan el mismo valor de verdad; si sus valores son distintos entre sí, entonces es falsa (0). (Colacilli de Muro, 1965: 121)} (o doble implicación).
En estos simples principios se basa la metodología empleada en esta investigación; es decir, un enfoque analógico-abductivo que se justifica desde el uso de metáforas con contenido transdisciplinario.
¡Nos vemos mañana!