Historia de la Lógica Transcursiva (Capítulo 95)

Cuaderno V (páginas 567 a 572)

(Hoy damos comienzo al Cuaderno V (12/2003). Convenciones utilizadas para los comentarios:      {} = comentarios realizados en el momento de escribir el apunte - [] = comentarios realizados en la fecha en que se escribe el capítulo)

Experiencia y representación del tiempo:
(Trabajo de referencia: Nuevas perspectivas en torno a la experiencia del tiempo. Tiempo y Sujeto (I) Mario Toboso Martín - Tesis Doctoral, Salamanca, España, 2003)

- Planteo clásico: dicotomía entre 'tiempo del mundo' (tiempo objetivo) y tiempo de la consciencia (tiempo subjetivo). [para la Teoría final, ambos serían lo mismo, pues están regidos por el tiempo cronológico. El tiempo subjetivo tiene algo que lo caracteriza: no es consciente.]
Su origen: las propuestas de Aristóteles (tiempo físico o cosmológico) y de San Agustín (tiempo psicológico). Clásicamente se compara al tiempo con una corriente de un río que nos arrastra, y al cual ingresamos en el momento de nacer.

Propuesta: participación activa del sujeto (S) en el tiempo, en vez de la pasiva de dejarse arrastrar por la corriente. El S no es arrastrado sino que se mantiene fijo en su posición temporal, situado en una especie de 'vórtice' o remolino, a partir del cual, es él mismo quien proyecta la corriente más allá de su propia posición, por medio de un procedimiento adecuado de representación. El tiempo no se halla dado 'ahí afuera', en el sentido tradicional de la 'corriente', sino que ha de ser representado por el S desde su posición en el 'vórtice'. [la Lógica Transcursiva (LT) comparte, de alguna forma, esta propuesta.]

Desarrollo: a partir del 'idealismo crítico' de Kant, criticado por Schopenhauer (SCH), para explorar la naturaleza de la experiencia del tiempo por parte del S, y dada la importancia que este autor, le atribuye al S cognoscente con respecto a la representación, considerada como la 'bipolaridad' en que se manifiesta la comunidad de límites entre tal S y el 'objeto' (O) conocido. [para la LT no tienen importancia los límites, sino la interrelación entre ellos.]

La diferencia entre la propuesta del 'vórtice' y lo tradicional de la 'corriente' es el carácter que revisten las nociones de 'ahora' (Ah) y 'momento presente'. Para lo tradicional son sinónimos y cuya contrapartida en las nociones espaciales sería el 'aquí' (algo muy común, no solo en el lenguaje cotidiano, sino también, en varias filosofías actuales.). La propuesta diferencia claramente estas nociones, como así también, las espaciales: 'aquí' y la de 'este lugar', pues, a pesar que el S se refiera siempre a su posición en el espacio por medio del 'aquí', no significa que se sitúe siempre en 'este lugar' (en el mismo punto coordenada del espacio). La propuesta considera el Ah como representativo de la 'posición temporal de presencia del S', la cual ubicará, en todo momento, al denominado: 'momento presente' (MP), si bien no siempre es el mismo. Tampoco el 'aquí' se refiere siempre a la misma posición espacial. Por tanto, en el Ah, se da la doble - solo en apariencia paradójica - condición de hallarse temporalmente posicionado, de una manera permanente, el S, y transcurrir a través del mismo, a la vez, el MP. Hay que tener en cuenta que el Ah - considerado como vórtice - no participa de la 'corriente' de los momentos, y que la identificación frecuente surge de confundir 'vórtice' con 'corriente'.

SCH se expresa en forma similar cuando compara el tiempo con un círculo: (figura)

La mitad descendente: pasado; y la mitad ascendente: futuro. El punto superior, indiviso y en contacto con la tangente: presente (estable e inextenso). Así, como la tangente no participa en la rotación, tampoco lo hace este presente, que es el punto de contacto del objeto, cuya forma es el tiempo, con el S. {¡¡¡¡¡BRILLANTE!!!!!} [para la LT, este punto representa el Ah, o ese punto del 'eterno presente' en donde, nuestra psiquis se pone en contacto con la realidad externa; el puente entre el tiempo externo y tiempo interno. Esta apreciación de SCH, vista a la distancia de 10 años, no parece tan brillante.]

Habitualmente se tiende a considerar al Ah de dos maneras distintas: a) desde la perspectiva de la 'presencia', interpretando que el Ah es siempre uno y el mismo, y que en ello radican la simultaneidad del mundo y la posibilidad de que lo existente se encuentre en el mismo Ah actual. b) desde la perspectiva del movimiento, considerando que cada Ah es distinto, interpretando que lo temporalmente anterior y posterior, no obedece a un simple cambio de posición de un único e idéntico Ah, sino a la participación y al transcurso de un Ah siempre distinto. Esta paradoja es por obviar la diferencia entre Ah y MP. Se considera que, desde la 'presencia' → Ah; 'movimiento' → MP

"El proceso de 'cambio' va pasando al MP a través del Ah que permanece idéntico y el transcurrir de aquel necesita, para ser aprehendido, de la permanencia de éste, porque él, el Ah, se soporta en la presencia y en él tiene su posición temporal el sujeto, para quien el movimiento es el predicado". [la LT no le asigna, al Ah, ninguna función como no sea la especificada en el comentario anterior. La 'posición temporal' como presencia del Ah, propuesta por el autor, cercena la dinámica que le pretende dar, pues lo ancla a un punto fijo en el espacio, cayendo en el 'error' endilgado a la concepción clásica: caracterizar el tiempo espacialmente.]

El Ah interpretado como la 'posición temporal de la presencia del sujeto' es siempre el mismo, [lo cual constituye un grosero error.] aunque nunca lo sea el MP particular que lo ocupa. [distingue dos cosas que son lo mismo] El Ah en calidad de 'posición temporal' de presencia del sujeto, no encaja en la noción de 'momento', sino que ha de interpretarse como la condición que posibilita la aprehensión subjetiva de su transcurso. No le es aplicable la cualidad de ser pasado, presente (en un sentido efímero), o futuro, denotativos de los momentos. [es absolutamente innecesario apelar a conceptos ya obsoletos, para designar la 'marca' subjetiva del transcurso del tiempo. El sujeto no percibe, porque no aprehende el transcurso temporal en forma consciente, pues su tiempo interno, en donde están el pasado, presente y futuro, cronológicamente no tiene duración. En otras palabras, nada de lo que hace el tiempo en nosotros es puesto en evidencia en la superficie o en la apariencia, porque allí, nada pasa.]

Desde el punto de vista tradicional se deberán admitir dos Ah: uno que pertenece al sujeto y el otro al objeto, y que por coincidencia feliz, convergen en cada momento. [el Ah es uno solo y no es patrimonio de nadie. Ese Ah se repite 40 veces por segundo según lo establece la LT.] Desde la perspectiva del 'vórtice', solo el presente (Ah) en cuanto punto de contacto del objeto con el sujeto. [el Ah, para la LT, es efectivamente un 'punto' en el presente, pero adimensional y atemporal. En lo que de alguna manera estamos de acuerdo es que, en el Ah, se produce el 'contacto' entre lo subjetivo y lo objetivo.] En este punto, el Ah, en el que se da la doble condición de servir de posición temporal de presencia al sujeto cognoscente, y transcurrir a través de él, bajo la forma del momento presente, el objeto conocido. [si bien es cierto que el conocer, como también, los otros procesos psíquicos profundos (interpretar y comprender) son de índole temporal, un simple Ah, que no forma parte del aparato psíquico, sino que solo permite que fluya el mundo 'bio-externo' hacia la psiquis, no puede ser el artífice de la distinción entre sujeto cognoscente (categoría de sujeto que no tiene cabida en la LT) y el objeto conocido. No hay una lógica coherente en esta asignación.]

Esta aparente paradoja, de la doble condición del Ah, encuentra expresión en la antinomia de que el tiempo sea subjetivamente un punto y objetivamente una secuencia cronológica indefinida. [en realidad, el autor cae aquí en la trampa que nos tiende, permanentemente, la apariencia. El tiempo se comporta exactamente al revés, el tiempo subjetivo es continuo y reversible y el tiempo objetivo es una sucesión de puntos, que lo hace discreto e irreversible.]

El sujeto cognoscente [no existe tal cosa, solo existe el sujeto, un único sujeto que es uno mismo.] es considerado por SCH como el punto fijo ante el cual transcurre el tiempo con todas sus representaciones, no pudiendo conocerse su transcurso más que en contraposición con el carácter estable de dicho punto. Este es nuevamente el punto de contacto del objeto conocido, cuya forma temporal es el fugaz MP, con el sujeto cognoscente posicionado en la presencia permanente del Ah, en cuanto substrato que recibe las representaciones, ya se refieran éstas a objetos del sentido externo, o bien del sentido interno. [nuevamente el sujeto queda anclado en el tiempo, en una 'fotografía' muy similar a la que nos pintan las ecuaciones diferenciales.] Tales sentidos disfrutan de un grado diferente de inmediatez para el sujeto, pues éste solo conoce de manera inmediata a través del sentido interno, en tanto que el externo es objeto, a su vez, de éste (SCH). [el error en el que incurre la propuesta del autor, deriva de no hacer la diferencia fundamental entre significado (lo externo) y sentido (lo interno)] Por la sola intervención del sentido interno [el único que existe] el sujeto es capaz de conocerse a sí mismo (auto-consciencia = consciencia de uno mismo), en oposición a la consciencia de las demás cosas, que es en lo que consiste la facultad cognoscitiva. [claramente, el autor, deja de lado el aspecto psíquico, algo típico en investigadores con su formación (filosófico-cognitivista). La consciencia NO ES una capacidad psíquica superior, sino y simplemente, un mero marco de referencia para conducir el comportamiento, fundamentalmente motor, de un sujeto (sea este animal o humano). Por tanto, la auto-consciencia es una 'entelequia tranquilizadora' para las 'mentes' pergeñadas por la psicología funcional, en donde se privilegia la 'función mental' (nunca probada ni investigada) en desmedro de la estructura psíquica y su verdadera función.]

La forma en que el sujeto experimenta el transcurso de su acción en el tiempo, lleva a la noción de 'campo de presencia'. Asumimos que tal experiencia pone en juego un fenómeno conjunto de 'retención' y 'proyección intencional' por medio del cual, la vivencia originaria en la que el tiempo y sus distintas dimensiones aparecen ante el S, se perfila como 'tener aún a la mano' en el campo de presencia {pasado inmediato - 'buffer'}, pues el tiempo no es una línea sino una 'red de intencionalidades' (Merleau-Ponty) que vincula el MP con el pasado y el porvenir. [el tiempo es mucho más que eso; es lo que no es, aquello sobre lo que no hay nada para decir, excepto aquello que se calla. El tiempo le pertenece al sujeto y es intransferible, todo lo demás es mera apariencia: la simultaneidad, los momentos, los instantes, un punto en el tiempo, etc.]

Según se proyecte la extensión intencional del sujeto hacia el parado o hacia el futuro, hablaremos respectivamente, de 'retenciones' y 'protensiones' (Merleau-Ponty), como las intencionalidad específicas mediante las cuales la consciencia es temporal, o mejor dicho, 'temporizadora'. El 'campo de presencia' está configurado tanto, por los actos, como por su dimensión intencional; por lo tanto, no son los sucesos los que constituyen el pasado y el futuro en calidad de vertientes retentiva y protensiva del citado 'campo', sino la intencionalidad propia de la consciencia que despliega la temporalidad, dejando en su distensión, de estar 'encerrada en el presente'. (Merleau-Ponty) (figura)

Se introduce aquí la 'estructura retentivo-protensiva' que combina el Ah, en cuanto posición temporal de presencia del sujeto, como las referidas proyecciones intencionales de la consciencia: retención y protensión, a través de las cuales se originan las dos vertientes del 'campo de presencia' (pasado y futuro).
[haciendo a un lado la consciencia y considerando la intencionalidad como propio de la voluntad, pero como proceso inconsciente, el esquema aquí presentado no difiere demasiado de lo considerado por la LT.]


Dados los elementos que integran la ERP se propone asimilarla a la naturaleza temporal inherente a la consciencia del S. Se sugiere considerar la consciencia, en lo que respecta a su capacidad y naturaleza 'temporizadora', como una ERP responsable de dar cuenta de los distintos aspectos implicados en la experiencia subjetiva del tiempo. Cabe destacar el carácter actual 'siempre presente' del Ah, en cuanto vértice estable de la estructura que representa la posición temporal de presencia del S. La ERP se ofrece como un 'marco' de trabajo acerca de tales aspectos, así como de su integración en la consciencia, en la forma de una 'vivencia inmediata' y característica del tiempo por parte del S, quien, desde la posición de presencia que le otorga el Ah, lo contempla como el resultado de un procedimiento adecuado de representación. [no es adecuada la composición que hace el autor de un S entronizado en el Ah que se dedica a contemplar cómo se representa el tiempo en su consciencia; y mucho menos, querer tomar este pasaje teatral como una estructura psíquica. La LT determinó que el tiempo cronológico es la estructura psíquica en donde se alojan las ideas, y que el pasado, presente y futuro son aspectos solamente funcionales.]

[continuará ... ]

¡Nos vemos mañana!