Historia de la Lógica Transcursiva (Capítulo 237)

Cuaderno X (páginas 1423 a 1428)

(Hoy veremos la segunda y última parte de "Análisis semiótico de un cuento")

Dadas las bases anteriores [capítulo 236], intentaremos un análisis simple del cuento "Cenicienta". Se elige este cuento para poder contrastar el análisis hecho por Courtés (Courtés, 1980). Hay que aclarar que se toma la versión popularizada por Charles Perrault (‘El cuento infantil’, 1977, p. 30) aunque con algunas reservas, pero nada tiene que ver con la majestuosa elaboración que hace Courtés al comparar un número importante de variantes del cuento; algo que por otra parte, está totalmente fuera de mis posibilidades.

Para comenzar diremos que "Cenicienta" es una historia (entre muchas) sobre las relaciones intersubjetivas y no de un casamiento; y cuyo núcleo fundamental es el ‘reconocimiento social’ (convivir), usando el casamiento como medio para lograr el objetivo (suplir una carencia). Esta interpretación evita desembocar en una moraleja anodina en donde solo se resalten los valores (con tinte costumbrista) de bondad, generosidad y perdón. El relato así encarado encaja perfectamente en nuestra alternativa de Acuerdo (ii).

Comienza la historia con una Cenicienta ubicada en una alternativa de Sumisión (iv) (no siendo trascendentes los detalles íntimos que la ubican en esta situación), claro que en una variante relativa, ya que al no poder suplir su carencia (reconocimiento) por medios propios aún sabiéndose portadora de elementos necesarios aunque no suficientes para lograrlo, aparece como sumisa y servicial, haciendo prevalecer lo superficial sin detrimento de lo profundo (que sería la sumisión total y absoluta; la anulación). La aparición en escena de una posibilidad de reinserción social y aun en su propia familia (el baile, que como reunión pública favorece esta reinserción), la lleva a intensificar lo adecuado de su nivel superficial a través por ejemplo, de las buenas acciones o del prestar ayuda desinteresada (manifestaciones absolutamente sinceras) lo que al momento adecuado, redundó en una ayuda a través de una recompensa mediadora que permitió un mayor reforzamiento de la apariencia (el reconocimiento social es parecer-dependiente y no ser-dependiente). La unión (a través del hada madrina) de sus dotes naturales (belleza, bondad, afabilidad, etc.) con las prebendas (vestido, zapatos, carroza, sirvientes, etc.) canaliza una transferencia ‘virtual’ de valores por una mediación que le permiten ubicarse en el escenario adecuado y llegar a quienes pueden permitirle alcanzar su meta. Gráficamente podría expresarse como en la Figura 4.


Figura 4

Lo planteado es la mera realidad ‘superficial’ pero, hay en sí, un desdoblamiento del recorrido narrativo: el recorrido superficial está a cargo del par Destinador-Destinatario y el recorrido profundo, del par Sujeto-Objeto según lo muestra la siguiente figura. (Figura 5)


Figura 5

Los recorridos, que son simultáneos y llevan un ‘sentido de giro’ opuesto, se desarrollan de la siguiente forma: El recorrido superficial parte desde el Hada Madrina y el profundo desde Cenicienta (como objeto) (recordar las dos triadas opuestas: SVO y O∇S). Al hacerse efectivos los elementos a ser utilizados en la Recompensa, Cenicienta está preparada para la Seducción. Al ser Cenicienta alcanzada por la recompensa puede, al ejercer la seducción, llegar al Príncipe. El cuadrado semiótico expresa esta situación compleja de una manera resumida (Figura 6).


Figura 6

La Seducción, como puede verse, se comporta como un cambio oculto (mentira) que segrega aquello que en apariencia parece unir a los protagonistas, provocando desorganizaciones profundas que se ‘acumulan’ (Cenicienta se queda cada vez más tiempo en el baile) posibilitando, alcanzado un límite (el no respetar el regreso antes de la media noche) y a través de un mediador (el zapato de cristal), la reorganización de todo el sistema. Esta reorganización se proyecta a la superficie mediante un cambio evidente que se hace efectivo en el sinceramiento de la relación establecida entre el Príncipe y Cenicienta, al reconocerla como la dueña del zapato.

Se rompe la figura de Sumisión en la que estaba atrapada Cenicienta. Hay una revitalización de su ser, en desmedro del parecer. Se le reconocen sus cualidades personales; se hace efectiva y definitiva la recompensa y se la acepta en familia (reconociéndola y pidiendo su perdón) porque ella también se transformará en mediadora de un mayor reconocimiento social que le vendrá a su familia, cuando se case con el Príncipe.

Se conforma una nueva figura, de la que Cenicienta es uno de los polos principales. Esta figura es la de Acuerdo en donde la unión concretada en el casamiento con el Príncipe, además de permitir subsanar una carencia, facultará la mutua influencia de intereses que fortalecerá más aún la unión (a través de los elementos en común) y adaptará los elementos distintivos de ambas partes, para posibilitar el ‘encaje’ de los dos recorridos narrativos, permitiendo enlaces a nivel superficial (a través de la apariencia – la mentira) y la aceptación de común acuerdo del nivel profundo (del ser) mediante el amor como mediador.

CONCLUSIÓN

Se ha presentado un método de análisis semiótico-narrativo que mediante unos pocos elementos simples e inmediatos del relato, posibilita la construcción, en el transcurso mismo de la historia, de una estructura compleja que responde a un patrón universal que opera como unidad.

La circunstancia de poder tratar en forma integral y simultáneamente ambos niveles de la realidad (superficial y profundo), conduce a la elaboración de una solución razonada del sentido del relato.

No es necesario aclarar que la interpretación aquí dada de Cenicienta no es la única ni la mejor; solo es una de las infinitas posibles. Lo que si aparece como un detalle no menor, es el hecho evidente que este cuento no tiene nada de infantil, ni siquiera en la interpretación que hizo el propio Perrault ya que, difícilmente un niño pueda elaborar adecuadamente las asociaciones entre fealdad y maldad, belleza y bondad, elevación y riqueza; más allá de la ingenuidad deliciosa de que el bien y la bondad, siempre terminan triunfando.






Mendoza, 15/11/07                                                                                               Dr. Dante Salatino

BIBLIOGRAFÍA

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