Historia de la Lógica Transcursiva (Capítulo 180)

Cuaderno VIII (páginas 1081 a 1086)

(Continuamos con Ockham)

Frente a las tradicionales concepciones figurativas del conocer conceptual, Ockham ha sabido descubrir una interpretación no figurativa, sino, esencialmente significativo-lingüística de ese conocer, y otro es lo que parece no haber descubierto quien e siguen empeñados en ver en el ockhamismo un mero nominalismo demoledor, espirita y anti-filosófico. [de todas maneras no alcanza, porque entre el nominalismo extremo y una tendencia significativo-lingüística no hay, subjetivamente hablando, ninguna diferencia.]

Retrotrayéndonos a la fundamentación del primer capítulo de la Summa Logicae: primero tenemos una puesta en orden lógico de lo complejo (argumentos) a lo simple. [simple lógica tradicional] Apelando a Aristóteles, en los 'Primeros analíticos', Ockham acata la definición de 'termino', como:
"aquello en que se resuelve la proposición, como el predicado y (o) aquello de lo que es predicado, sea unido o dividido en cuanto a ser o no ser."

EXTERIOR/CUERPO/SENTIDOS Vs INTERIOR/ALMA/MENTE

De acuerdo a nuestro metalenguaje operativo:
I) Sintácticamente: el signo es término en la proposición mental. [¿?] {O: estructural}
II) Semánticamente: el signo es pasión/intención del alma que supone significativamente por la cosa. {S: funcional}
III) Pragmáticamente: el signo es el acto mismo del intelecto de un sujeto. {V: cambio o transformación}

Estas son tres dimensiones de la semiótica natural del concepto-signo, son las tres dimensiones de lo mismo: el signo.

Allí está postulada la precedencia natural del orden de lo conocido-significado en relación al desorden ad placitum del signo sensible desplegado en los lenguajes de manifestación de la comunicación humana, esto es, en la peripecias espacio-temporales de la semiótica institucional. Aquí reaparecen las dimensiones:
I) Sintácticamente: el signo es término en la proposición hablada o escrita.
II) Semánticamente: el signo es imposición para significar cosas o intenciones.
III) Pragmáticamente: el signo es el acto mismo de comunicar entre sujetos. [ya lo decía yo, es exactamente igual al anterior.]

La semiosis natural precede a todo artificio. Lo natural-simple modaliza a lo institucional-complejo. Si el concepto-signo-natural no es otra cosa que el acto mismo de conocer por parte del alma, {idea en la psiquis} la vinculación entre el signo y la cosa conocida está determinada por la misma naturaleza del alma. {psiquis} Por el contrario, los signos lingüísticos sensibles vocales o escritos - el sonido o los trazos son arbitrarios. [y todas las demás elucubraciones que ha hecho antes, también] En la afirmación de la naturalidad del concepto-signo queda garantizado un realismo, [pero no la realidad subjetiva, que es la única que existe] o sea, una aplicación real del signo al conocimiento. [algo imposible de probar por estos medios, ya que no tienen relación con el sujeto ni con aspecto subjetivo alguno]

Ockham se basa en San Agustín para decir que los términos concebidos y las proposiciones que se forman con ellos son aquellas palabras mentales: "que no son de ninguna lengua, porque pertenecen solo a la mente y no pueden proferirse al exterior, si bien las voces, como signos subordinados a ellos, se pronuncian al exterior."

Agustín constata, en primer lugar, que no se puede decir nada sin pensarlo y que se piensa, a fin de cuentas, con palabras, aunque el pensamiento sea, en el fondo, anterior a las expresiones lingüísticas, no solo enunciadas, sino también, imaginadas. [más allá del error condicionado al desconocimiento que Agustín tenía sobre el funcionamiento del SNC, lo que lo hace caer en una apreciación impropia de la secuencia pensamiento-palabra, es notoria la coherencia con que aborda el tema.] Es por esto que sostiene que "... alguien puede comprender una palabra (verbum) no solo antes de que sea pronunciada, sino incluso, antes de que las imágenes de los sonidos necesarios para pronunciarlas estén formadas: esta palabra no pertenece a ninguna lengua. Una vez formado el pensamiento de una cosa conocida por todos, el verbo, es lo que decimos en nuestro corazón: ni en griego, ni en latín, ni en ninguna otra lengua."

Enseguida, Agustín, observa que para comunicar nuestros pensamientos a otros hombres, estamos obligados a utilizar los signos corporales, audibles o visibles. Además, para comunicarlos con ausentes necesitamos signos escritos.

"Estos signos son signos de palabras y las mismas palabras son, en nuestro discurso, signos de las cosas que pensamos" [claro que estas apreciaciones no sirven para distinguir un signo natural de uno convencional]

Ni por asomo, estos pensamientos son signos. {son símbolos internos que se forman desde un signo: la idea, al agregarle a la parte continua, la parte discreta, y también es parte de ese símbolo, constituye el lenguaje} Aquí se ve clara la irrupción del vehículo sensible como condición que será recusada por Ockham, quien pondrá al lenguaje en el espíritu. En suma, para Agustín hay en total tres verbos: {palabras} el verbo del corazón, precisado fuera de toda lengua; el verbo interior, pensado en la lengua étnica; y el verbo sensible, exteriorizado por la palabra sensible. {¡un maestro San Agustín!} [¡ya lo creo que sí! La evolución de la Teoría del funcionamiento psíquico basada en la Lógica Transcursiva, definió tres palabras: la biológica, la psíquica y la social, para explicar la relación que existe entre los tres lenguajes caracterizados por nosotros: el universal, el natural y el convencional. ¡Llamativa coincidencia!]

Queda definido el retraso del lenguaje con respecto al pensamiento. La enunciación del pensamiento - en sí - mismo resulta imposible. Las palabras mentales permanecen solo en la mente y no pueden proferirse (respetando a San Agustín). Y es que el pensamiento es extra-temporal, {está regido por el tiempo interno, heredado de la idea} mientras que el discurso hablado o escrito, entraña una duración lineal {pero, sin el tiempo interno del pensamiento, no se podrían expresar los tiempos de verbo: pasado, presente y futuro}. La palabra del corazón es anterior a todo lenguaje codificado y se distingue de los signos lingüísticos, que nos permiten el conocimiento de este verbo. Esto es muy parecido a la distinción que hace Aristóteles en el 'Perihermeneias', en donde dice: "Las palabras son notas (muchos leen aquí, signos) de las pasiones del alma y que estas pasiones son idénticas para todos los hombres." Por eso, para Agustín, las palabras habladas y escritas no designan directamente las cosas; solo expresan un verbo interior {pensamiento} pre-lingüístico.

A partir del vuelco semiótico propiciado por Bacon, D. Escoto y Ockham, las palabras habladas y escritas, subordinadas siempre a los conceptos, designan directamente las cosas {¡Nominalismo!}; y el verbo interior es un lenguaje mental que tiende a desvincularse de ellas. De todos modos, subsiste un carácter poiético del lenguaje {creador - productor}; la palabra proferida es un 'artefacto', cuyo 'exemplum' [modelo] es el verbo interior. El lenguaje proferido es 'kinesis', movimiento; mientras el verbo interior, nace de un saber inmanente al alma. {se lo perdonamos porque es teólogo} El deslinde con Abelardo y los Modistas se refiere a la autonomía de estos lenguajes: el mental es objeto de los lógicos y es suficiente y necesario para fundamentar el conocimiento; el vocal y el escrito son objeto de los gramáticos y no aportan nada esencial al conocimiento, sino puro ornamento retórico. [a pesar de esta 'aparente' y 'tajante' distinción, ambos son exactamente lo mismo: un artefacto.]

Haciendo una depuración de la teología en Agustín, en De Trinitate, como en De Interpretatione de Aristóteles; como así también, en el comentario boeciano de este texto y en los Estoicos, quedan los mismos factores del lenguaje: la cosa, el pensamiento, y la palabra o la expresión escrita; esto es, el  modelo triádico de la semiosis. {sujeto (S), objeto (O), cambio (V)}

Ockham parece perfilar su concepto-signo como pasión/intención natural, que está en acto en el alma, precediendo lógicamente, a las imposiciones convencionales, a las distinciones y gramáticas, en las diferencias culturales. Además, del esquema proveniente de Aristóteles y Boecio, la forma de esta precedencia parece tener, sobre todo, un claro matiz agustiniano: el verbo interior eterno precede en el alma {la idea precede en la psiquis} a sus exteriorizaciones, es decir, a sus materializaciones en el espacio-tiempo cosmológico; pero también, es un modelo noológico [El concepto de "Noología" como ciencia de los principios del conocimiento de la realidad lo introduce por vez primera en el siglo XVII el escolástico luterano Georg Gutke para designar una nueva disciplina filosófica que se acerca a la ontología. En el sentido en que lo emplea Zubiri, como "Teoría de la inteligencia". Situado en este marco, Zubiri pretende hacer una indagación no del conocimiento, sino de la intelección como acto de aprehensión de la realidad (Noología)] del verbo exterior. {ya que la palabra parte desde la idea}. A partir de esto, toda la metafísica parece resolverse en una 'lógica de signos'.

Queda postulada, metafísicamente, una semiosis natural anterior al S y por la que el S es, primero, cognoscente y después, hablante/oyente o escritor/lector, en semiosis convencionales, esto es, en instituciones. Hay, para este teólogo medieval, un modo de conocimiento proto-comunicativo que no es una lengua convencional, es decir, que no está gramaticalizado; pero que sí es un lenguaje lógico que opera (o juega) con signos. La novedad es esa, el pensamiento, si bien no es naturalmente una lengua, (se) compone intencionalmente (como) lenguaje. {aún la psiquis se estructura así} Se trataría, en términos modernos, de un ámbito de significantes y significados inmateriales y espirituales. {lo psíquico} Las expresiones y significados, subordinados a dicho ámbito, al atravesar (y estar atravesadas) por lo material y empírico tienen que ver con los avatares del cuerpo en el mundo. [para que esto último suceda, tenemos que tener en cuenta y demostrar, la implicancia de todo lo subjetivo, y no solo limitarse a emplear un par de términos alusivos a la pura apariencia]

Ockham aprovecha el 'verbo mental' para proclamar, básicamente, tres principios:
(i) El pensamiento humano es solo un lenguaje sobre la realidad. {es el mismo lenguaje que la realidad}
(ii) Toda reflexión o conocimiento [que no son lo mismo, ya que conocimiento tiene que ver con el 'registro' biológico (la corporización) de lo aprendido; mientras que reflexión es un mero trámite soportado en el pensamiento lógico, una convención.] del mundo surge de un alma estrictamente subjetiva y se mantiene dentro de ella. {psiquis}
(iii) La realidad es y solo es una realidad conocida o dicha en la mente. No puede haber pretensión alguna de exhaustividad de la realidad en sí misma.

Si algo ha quedado claro en esta investigación es el hecho de que los conceptos-signos-naturales son nuestra contraseña para avanzar en el laberinto del conocimiento. [obviamente que esta afirmación se refiere exclusivamente al pensamiento lógico y no al pensamiento propiamente dicho, ni a nada que tenga que ver, realmente hablando, con la subjetividad]

El 'pensar es un decir'. El pensar da lugar a un conocimiento cuya esencia radica en ser un lenguaje con el que la subjetividad finita se dice a sí misma, la realidad que vive; se dice a sí misma, el contacto inmediato que ha establecido con la realidad a que el contacto inmediato entre la entidad subjetiva y la realidad se plasma en conocimiento. {las ideas} [baste decir para concluir que no existe una entidad subjetiva y una realidad separadas; solo existe una realidad subjetiva]

¡Nos vemos mañana!