Historia de la Lógica Transcursiva (Capítulo 71)

Cuaderno III (páginas 423 a 428)

Continuamos con el boceto de organización psíquica basados estrictamente en la "Naturaleza de naturaleza" de Edgar Morin.

Orden: nace al mismo tiempo que el desorden, en la catástrofe {en el surgir o nacimiento}, y las condiciones originales, singulares que determinan el proceso constitutivo de la {psiquis}. Así, las determinaciones singulares son a la vez constreñimientos y 'reglas de juego' que constituyen el primer semblante del orden general. Las determinaciones/constreñimientos van a precisarse y a multiplicarse con la materialización, donde se fijan las posibilidades de interacción entre {nodos particulares} que constituirán la base de los procesos psíquicos, entre ellos los de organización. A partir de ahora se despliega, a través de la interacciones, el juego: (figura)


El juego de las interacciones:

Las interacciones son acciones recíprocas que modifican el comportamiento o la naturaleza de los elementos, cuerpos, objetos y fenómenos que están presentes o se influencian.
1. Suponen elementos, seres u objetos materiales que pueden encontrarse.
2. Suponen condiciones de encuentro, es decir, agitación, turbulencia, flujos contrarios, etc.
3. Obedecen a determinaciones/constreñimientos que dependen de la naturaleza de los elementos, objetos o seres que se encuentran.
4. En ciertas condiciones se convierten en interrelaciones (asociaciones, uniones, combinaciones, comunicación, etc.); o sea, dan lugar a fenómenos de organización.

INTERACCIÓN → INTERRELACIÓN
                              ⥣
                 ORGANIZACIÓN

El número y riqueza de las interacciones aumenta al pasar al nivel de las interacciones entre sistemas organizados. Cuando más aumente la diversidad y la complejidad de los fenómenos de interacciones, más aumentará la diversidad y complejidad de los efectos y transformaciones surgidas de esas interacciones.

Las interacciones constituyen como un 'nudo gordiano' de orden y desorden. Los encuentros son aleatorios pero los efectos de estos encuentros, sobre elementos bien determinados en condiciones determinadas, se vuelven necesarios y fundan el orden de las leyes.

Las interacciones relacionantes son generadoras de formas y de organización. Ellas hacen nacer y perdurar estos sistemas fundamentales que son la 'clases'. Una vez se han constituido las organizaciones que son las clases, las reglas de juego de las interacciones pueden aparecer como 'leyes universales', que tienen un pie en la organización y el otro en la dispersión. Estas leyes constituyen, nada más que una de las caras de un fenómeno polifacético.

La interacción se convierte así en una 'placa giratoria' (figura) entre desorden, orden y organización.

 Esto significa que de ahora en más, los términos: desorden, orden y organización están unidos vía interacciones, en un bucle solidario {que en la figura está girado 90º} en el que ninguno de estos términos podrá ser concebido fuera de la referencia a los demás, y en el que estos se encuentran en 'relaciones complejas'; o sea, complementarias, concurrentes y antagonistas.

Se dan dos modalidades: {bucles}

1a. Principio de organización por el desorden (von Foerster, 1960) (giro dextrógiro representado en la figura anterior).
Las condiciones de tal construcción serían:
a) Determinaciones y constreñimientos propios de los elementos participantes  y que constituyen los principios de orden.
b) Una posibilidad de interacciones selectivas que puedan unir estos elementos en ciertas condiciones y ocurrencias.
c) Un aprovisionamiento de energía no direccional (agitación desordenada).
d) La producción, gracias a esta energía, de encuentros muy numerosos, entre los cuales, una minoría ad hoc establece interacciones selectivas estables, que se convierten así, en organizacionales (objetos).

Así, orden, desorden y organización se co-producen simultánea y recíprocamente. Bajo el efecto de encuentros aleatorios, los constreñimientos originales han producido orden organizacional. De esta manera constituida, la organización permanece relativamente estable. Una vez constituidos, la organización y su orden propio, son capaces de resistir a un gran número de desórdenes. El orden y la organización nacidos con la cooperación del desorden, son capaces de ganarle terreno al desorden. Disponen de una fuerza de cohesión, de estabilidad y de resistencia que los privilegian en un universo de interacciones fugitivas, repulsivas o destructivas; se privilegian, en suma, de un principio de 'selección natural'.

2a. Principio de organización por el orden (giro levógiro) (figura)


El corazón de la morfogénesis. Altamente improbable y producto de un fabuloso azar.

Nota: en la figura apaisada que está girada 90º y sobre el margen de la página que representa se ha intentado superponer algunos conceptos ya vistos en el desarrollo de la teoría general, para relacionarlos con estas dos modalidades o principios que acabamos de ver.

La interrelación entre las dos modalidades vistas es como un 'gran juego'; lo del orden, el desorden y la organización, ya que hay 'piezas en juego' (elementos), reglas de juego (constreñimientos iniciales y principios de interacción), y el azar de las distribuciones y los encuentros. Al principio este juego está limitado a algunos tipos de elementos, viables, singulares y constructivos {los que conforman la tabla de códigos psicoginéticos (27)}, con los cuales pueden construirse un número cuasi-ilimitado de interacciones entre bucles básicos, que darán sustento a la variada morfopsicogénesis. El juego, así, cada vez es más complejo, más variado, más organizador. Significa que las interacciones son inconcebibles sin desorden; es decir, sin las desigualdades, turbulencias, agitaciones, etc., que provocan los encuentros; o lo que es lo mismo, el cambio.

El bucle tetralógico: (figura)

Significa también que, cuanto más se desarrollan la organización y el orden, más complejos se vuelven, más toleran {valencia}, utilizan e incluso necesitan del desorden. Esto es, los elementos del 'bucle tetralógico' se desarrollan mutuamente entre sí; cada uno adquiere su sentido en su relación con los otros. Es preciso concebirlos en conjunto, vale decir, como términos a la vez, complementarios, concurrentes y antagónicos.

Este bucle tetralógico está en el corazón de la psiquis, porque está en el corazón del ambiente. Este emerge, se despliega, se constituye, se organiza a través de los 'juegos' de la psicogénesis, que son estos 'juegos tetralógicos' mismos. Se propone un carácter de réplica de este 'tetrálogo'. Para funcionar, este proceso de réplica reclama, como el proceso de réplica de los seres vivos, la muerte así como la vida.

Caos y psiquis: el caos es una desintegración organizadora, generada en el 'remolino' del bucle tetralógico. De este caos surge el orden y la organización, pero siempre con la copresencia complementaria/antagonista del desorden; o sea, del cambio. ¡La génesis no ha cesado!

La psiquis se 'dilata', se desintegra y organiza con el mismo movimiento; seguimos estando en el comienzo de una psiquis que 'muere' desde su nacimiento.

El psicocito es el 'ladrillo' con el que se construye la psiquis organizada; sin embargo, en el nivel de elementos constitutivos (nodos) del psicocito, todo es indistinción y confusión. El nodo no tiene identidad lógica; oscila entre elemento y evento, orden y desorden. Si definimos la psiquis a escala micropsíquica, ésta no es más que un hervidero (enjambre)  de nodos mal definidos en perpetua interacción. Este 'fabuloso enjambre' nos indica que el caos está permanentemente presente como infraestructura de nuestra psiquis. El psicocito es la transformación de este caos en organización. Un formalismo matemático simple da cuenta de ello, pero no de los elementos constitutivos, ya que éstos siguen 'parpadeando' sobre un fondo de inestabilidad, de indeterminación y de desorden.

Si hay un comienzo (catástrofe), lleva en sí de forma indistinta, con su desorden, el principio de orden y la potencialidad organizadora; y la historia psíquica comienza con la rotación del bucle tetralógico (figura).

Este bucle no es un 'círculo vicioso', puesto que a través de él, operan transformaciones irreversibles, génesis y producciones. No es un movimiento perpetuo, dado que está nutrido por una fuente energética inicial - la catástrofe - que se desmultiplica en una miríada de fuentes (clases) activas. Hay siempre pérdidas, o sea, una parte del desorden no recuperado que deviene en dispersión.

Se trata de un circuito irreversible espiraloide (siempre vuelve al origen, pero cada vez se aleja más de él), surgido de la catástrofe, y que no cesa de tomar forma a través de la relación: desorden/orden/organización. (figura).


Orden/desorden: la relación controla, por una parte, nociones derivadas del determinismo (unión entre un orden simple y una causalidad simple) y la necesidad (donde el carácter de constreñimiento se pone de relieve); pero por otra, las de indeterminismo, azar y libertad. Desde la catástrofe, desorden y orden nacen casi juntos. El desorden está en todas partes, en acción {yo diría que es acción}, permitiendo fluctuaciones y nutre, mediante encuentros, la constitución y desarrollo de fenómenos organizados.

El desorden no es una entidad en sí; es siempre, relativo a los procesos energéticos, interacciones, transformadores o dispersivos.

El orden ha dejado de ser exterior a las cosas, es en lo sucesivo, contextual. Es interdependiente y regido por los fenómenos que rige.

En el límite {¿frontera?} la extrema complejidad del desorden contendría en orden y viceversa. La relación entre orden y desorden necesita nociones mediadoras:
- Interacción: centro fundamental del azar y la necesidad, puesto que una interacción aleatoria desencadena, en condiciones dadas, efectos necesarios.
- Transformación: particularmente de los elementos dispersivos (objetos) , en un todo organizado y viceversa.
- Organización: como parte del tetralogo (unión fundamental).

[continuará...]

[Para rescatar: por primera vez aparece el concepto que caracterizará a la complejidad en la teoría final, cual es la triple relación de oposición, complementariedad y concurrencia entre orden y desorden. Otro es el concepto de transformación o cambio como una de las interrelaciones. Otro el concepto mismo de interrelación, que si bien Morin define muy bien como una interacción con fines organizativos, nunca utiliza correctamente. También el bucle tetralógico, algo que la teoría final demostrará como el fundamento (lenguaje universal) de la realidad subjetiva; y finalmente, el aspecto 'espiraloide' que adquiere esta evolución en el tiempo. Para desechar: todo el raigambre termodinámico/físico sin ningún soporte lógico, en donde se violentan absolutamente los conceptos propios del terreno de la subjetividad.]

¡Nos vemos mañana!