Historia de la Lógica Transcursiva (Capítulo 329)

Cuaderno XIV (páginas 1979 a 1984)

(Hoy continuamos considerando las teorías que tratan al lenguaje como una red conceptual)

GRAMÁTICA RADICAL DE LA CONSTRUCCIÓN DE CROFT

La investigación de los universales del lenguaje ha llevado a Croft a sugerir que, dados un aparato perceptual, un aparato conceptual y necesidades comunicativas comunes a todos los humanos, la ampliación y mejor definición de estos universales pueden ayudar a comprender los aspectos cognitivos del lenguaje.

Esta teoría rechaza como universales las categorías formales como también, otras propuestas categoriales que ya hemos revisado y propone a cambio una serie de ‘universales sintácticos motivados semánticamente’. Aquí cada parte o unidad de una construcción constituye una categoría, en donde sus miembros son definidos solamente por el papel que juegan en tal construcción. La concepción anterior da lugar a una especie de travesía desde las categorías sintácticas hasta los llamados mapas semánticos.

La gramática radical de la construcción es según su autor (Croft, 2001, p. 3) una teoría de la sintaxis que aporta un modelo alternativo de representación sintáctica basado tanto en la diversidad de los hechos sintácticos presentes en un lenguaje determinado, como también, en esa misma diversidad existente en todas las lenguas del mundo. Lo de radical que tiene la teoría se sustenta en la presunción de constituir un quiebre con respecto a teorías sintácticas anteriores y esto se hace evidente en la ausencia de un lenguaje formal para las representaciones gramaticales que ha sido reemplazado por un ‘vocabulario’ lenguaje-específico, con lo cual supuestamente, se rechaza de plano la argumentación sintáctica empírica basada en el uso defectuoso de los métodos básicos. (op. cit., p. 4).

Enfatiza el autor el no tratamiento de la categorización como tema dentro de su teoría por considerar que es algo que pertenece al campo de la psicología y además porque para él, una categoría es un constructo ficcional que no tiene realidad empírica.

Esta teoría surge como reacción al modelo componencial de la organización gramatical que, como sabemos, propone una serie de componentes fonológicos ligados mediante determinadas reglas a sendos componentes sintácticos y semánticos, todos respaldados por un lexicón. Como contrapartida, la gramática de la construcción propone una generalización de la estructura gramatical que incluye tanto la forma como el significado, con lo cual se logra una representación uniforme de todos los tipos de estructuras gramaticales: desde las palabras hasta las reglas sintácticas y semánticas. Esta representación uniforme se conoce como el ‘continuum sintaxis-lexicón’.

En definitiva, las construcciones son representaciones sintácticas simbólicas relacionadas mediante una ‘red taxonómica’ en donde cada construcción representa un nodo. Como lo muestra la figura adjunta, la anatomía íntima de una construcción es muy semejante a las clases definidas en la técnica informática ‘orientada a objetos’. [El paradigma informático de los objetos se basa en que un sistema de software es un conjunto de objetos que cooperan y esto es posible, dada una cierta funcionalidad u operaciones que estos objetos pueden realizar, además de poder ser instanciados (obtener copias de ellos). Un objeto es definido por una clase que tiene una estructura que es heredada a sus copias y que permite el acople (enlace) débil entre clases, sin la necesidad de datos globales a ser intercambiados entre ellas, con lo cual se permite la encapsulación de la información, con un acceso restringido, creándose así verdaderos módulos funcionales que tramitan la información]

“La organización taxonómica del conocimiento sintáctico en la gramática de construcciones es simplemente la organización de las estructuras sintácticas dentro de categorías basadas en sus propiedades gramaticales. Como tal, podríamos esperar que el conocimiento sintáctico siga los mismos principios de organización que otras categorías, en particular las categorías léxicas, ya que las construcciones forman un continuum representacional con los ítems léxicos. Esto, en efecto, parece ser así.” (op. cit., p. 27) (traducción propia).

Es evidente que en esta teoría sí se adhiere a las categorías y se lo hace desde un punto de vista lógico que permite una mejor sistematización computacional del esquema, pero nada más. Es decir, presupone como las anteriores, que las categorías que teóricamente manejan lo cognitivo, observan alguna de estas elegantes, aunque ficticias disposiciones.

GRAMÁTICA DE LA PALABRA DE HUDSON

Consideraremos algunas características de esta teoría por el solo hecho de constituir un paradigma de la lingüística cognitiva, pero no porque se pueda proyectar a los aspectos cognitivos del lenguaje y/o del pensamiento, ya que su aplicación se limita casi con exclusividad al idioma inglés y a la realización de programas de computadora que permiten tratar con la lexicografía inglesa o apoyar su enseñanza.

Teniendo claras las limitaciones anteriores, podemos decir que la propuesta de Hudson es una teoría de la estructura del lenguaje. Dentro de sus características más importantes está el hecho de considerar que el conocimiento del lenguaje es un caso particular de tipos de conocimientos más generales y que la mayor parte de la estructura sintáctica es analizada en términos de relaciones de dependencia entre palabras individuales y no en términos de ajustes que se aplican únicamente para coordinar las estructuras.

Como arquetipo de la lingüística cognitiva, la gramática de la palabra, (GP) recalca las similitudes entre el conocimiento lingüístico y el conocimiento no lingüístico, que se dan según Hudson, en tres niveles: a) en la estructura de los datos; b) en las categorías gramaticales y c) en los mecanismos de procesamiento.

En definitiva, la GP consiste en una lista desordenada de proposiciones que se llaman ‘hechos’ y que están integrados por dos argumentos y una relación. Estas relaciones, convencionalmente, pueden ser de dos tipos: 1) ISA, sigla que viene de la expresión inglesa ‘IS An instance of’ (es una instancia de) y 2) HAS [NMn – NMx] (tiene, en inglés, entre un mínimo y un máximo) [Estas relaciones son las mismas que se utilizan en el armado de las redes semánticas o redes de proposiciones, que es una técnica clásica de ‘representación del conocimiento’ en inteligencia artificial]. Usemos un simple ejemplo para demostrar cómo funciona:

Tipo del objeto del verbo = sustantivo.
Devorar ISA verbo.
Devorar HAS [1 – 1] objeto.

Lo cual significaría: ‘devorar’ es un tipo de verbo que tiene un mínimo y un máximo de un objeto que es un sustantivo. Esta simple ‘Base de Datos’ define una red de conceptos cuyas relaciones pueden ser de muy diferentes tipos. Como corresponde en el ámbito de las ciencias cognitivas, es un lugar común de la psicología cognitiva actual que el conocimiento en general está organizado de esta manera, es decir, que las estructuras de datos del lenguaje son similares, en lo fundamental, a las del conocimiento general.

Las relaciones ISA entre devorar - verbo y entre verbo – palabra son aprovechadas por herencia, mediante la cual devorar hereda todas las propiedades del verbo y a través del verbo, todas las de la palabra. Esta última sería otra de las características que certifican las semejanzas en la estructura de datos entre el lenguaje y la organización del conocimiento general.

En cuanto al segundo tipo de semejanzas entre lenguaje y conocimiento, es decir, aquel que involucra las categorías gramaticales, se puede demostrar que cada categoría gramatical es un caso especial de una categoría general.

De acuerdo a la GP, el lenguaje es una ‘red de conceptos’ (Hudson, 2007, p. 1), pero como tal, es parte de la misma red conceptual general que contiene muchos otros conceptos que no tienen que ver con el lenguaje. Se puede distinguir, según esta propuesta, el área de esta red que pertenece al lenguaje dadas las características inmediatas de las palabras. De esta manera, por definición, concepto que no esté directamente relacionado con las palabras, no es parte del lenguaje.
Como vemos, el grado de generalización de la GP es muy alto y además es una propuesta respetuosa de las ecuaciones cognitivistas:

pensamiento = lenguaje
gramática = conceptos

Con lo cual, igual que en la mayoría de las teorías ya analizadas, no hay elementos adecuados para elaborar categorías que permitan explicar el funcionamiento psíquico.

ESPACIOS MENTALES DE FAUCONNIER Y TURNER

La teoría de los espacios mentales (1985) surgió como un intento de solucionar algunos casos de referencia indirecta en los que el referente de un sintagma estaba pragmáticamente ligado al referente lingüístico del mismo, o casos de referencia ambigua (opacidad referencial) que necesariamente debían ser derivados del contexto. A partir de allí se ha ‘extrapolado’ al tratamiento de un gran número de fenómenos lingüísticos y cognitivos.

Originalmente fueron definidos como dominios subyacentes que disponían de una estructura conceptual parcial de una realidad posible y que eran activados dinámicamente cuando se escuchaba un discurso o se leía un texto. Desde el punto de vista lingüístico podían ser simbolizados o no por una estructura gramatical concreta.

Según Fauconnier (1997, p. 34), el lenguaje, tal como lo conocemos, es una manifestación superficial de construcciones cognitivas de alto grado de abstracción que permanecen ocultas. Lo esencial de estas construcciones – dice el autor – es la operación de ‘proyecciones estructurales entre dominios’. Luego, lo importante en la comprensión de estas construcciones cognitivas está en la debida caracterización de estos dominios sobre los cuales tienen lugar las proyecciones. Los espacios mentales entonces, son los dominios que el discurso ‘construye’ para proveer un sustrato cognitivo para el razonamiento y para interactuar con el mundo.

Fauconnier interpreta la organización del lenguaje como una conexión entre espacios mentales. Derivado de este concepto surgen las asignaciones (mappings) [Una asignación en el sentido matemático es la correspondencia entre dos conjuntos en donde a cada elemento de un conjunto le puede corresponder uno o más de uno de los elementos en el otro conjunto] consideradas como el núcleo de la facultad cognitiva que constituye el significado. Esta interconexión de los espacios mentales puede usarse como modelo dinámico en el pensamiento y en el discurso para la construcción del significado.

Se proponen distintos tipos de asignaciones que dan lugar a la construcción de estructuras conceptuales (redes de integración conceptual) y de categorías. Así, los distintos espacios que configuran el discurso se organizan en una rejilla parcialmente ordenada [Esto recuerda el concepto matemático: conjunto parcialmente ordenado, que es aquel que posee una relación binaria de orden parcial, es decir, no es condición necesaria el comparar unos con otros todos los elementos del conjunto. Es una manera de formalizar el concepto intuitivo de orden o secuencia] en donde, en cualquier etapa del discurso, uno de los espacios es considerado la base del sistema, mientras que otro (o puede ser el mismo) se constituye en el foco. Metafóricamente hablando, los participantes del discurso se van moviendo a través de esta ‘rejilla’.

Los espacios mentales dispuestos de la forma ya señalada, son estructurados ‘internamente’ mediante marcos y modelos cognitivos y ‘externamente’ enlazados a través de conectores que relacionan estructuras a través de los espacios. Mediante una serie de notaciones formales se puede conectar la información léxica con los elementos de los espacios mentales del ‘conocimiento de fondo’, estructurándose de esta manera, internamente, los espacios.

El manejo del discurso se transforma en una ‘construcción continua’ que interconecta bases, puntos de vista, focos y distintos accesos a estos elementos, resolviendo supuestamente el problema que constituye, entre otras cosas, la opacidad referencial. Se elaboran una serie de presuposiciones altamente formalizadas que se manejan con alguna variante de la lógica tradicional. Dado el alto grado de formalización que tiene esta propuesta en el manejo de sistemas categoriales aportados por otros investigadores cognitivos y los suyos propios, es que no daremos detalles de su funcionamiento por considerar que se ajusta, con ligeros maquillajes, a la lógica aristotélica con lo cual está en plena vigencia el concepto tradicional de categoría y por ende, es apta para una sistematización computacional, pero no para tratar con los sistemas reales; entre ellos y especialmente, con la psiquis, a la cual no puede acceder ni interpretar.

GRAMÁTICA CONCEPTUAL DE TALMY

Si bien el campo de estudio de Talmy es el de la semántica cognitiva y nunca sugirió el apelativo de ‘gramática conceptual’ para sus aportes, dado su especial interés en cómo funciona la mente, sobre todo en lo referido a los altos niveles de cognición, esta caracterización de la teoría semántica de Talmy se ajusta bastante bien a la orientación que siguen sus investigaciones, fundamentalmente, en lo concerniente a las formas y los patrones de conceptualización que, según él, se expresan básicamente a través de la sintaxis y la morfología, más que en el léxico; esto es, existe una relación directa entre la gramática y la cognición de una manera similar a los postulados de Langacker.

El tema central de esta teoría es la representación lingüística de la estructura conceptual, aspecto que no consideraremos aquí, sino que analizaremos los presupuestos cognitivos que dan sustento a la categorización conceptual proyectada en la gramática y cómo se la relaciona con la estructura psíquica, sugiriendo una unificación del conocimiento de la estructura conceptual humana.

Las premisas básicas de esta propuesta radican, por un lado, en hacer del lenguaje el vehículo portador del significado y, por otro, transformarlo en la ventana que nos permita ver cómo, nosotros los hablantes, conceptualizamos y entendemos la realidad. De esta manera se transforma el significado en la manifestación de la ‘estructura conceptual’, o lo que es lo mismo, de las representaciones mentales que tenemos de la realidad.

Talmy sugiere que las relaciones entre significado y la expresión lingüística responden a un patrón universal, lo que dio sustento a una tipología de las lenguas, según cómo expresen estos dominios semánticos, algo que tampoco abordaremos.

La estructura conceptual propuesta por Talmy consta de una serie de ‘sistemas esquemáticos’ que reflejan los distintos aspectos de la realidad expresada por el lenguaje, dispuestos en categorías.

- Dominio (Talmy, 2000-Vol.I, p. 42): esta categoría comprende dos miembros principales: espacio y tiempo. Desde el dominio puede operarse la conversión conceptual entre sus integrantes.

- Estructura configuracional (op. cit., p. 47): este sistema esquemático comprende el detalle de la estructura espacio-temporal de un hecho real y está dividida a su vez en siete categorías: a) cantidad, b) estado de delimitación, c) estado de divisibilidad, d) grado de extensión, e) patrón de distribución, f) axialidad y g) división de la escena. Todas las categorías anteriores pretenden hacer coincidir supuestas estructuras mentales con estructuras gramaticales como: adposiciones espacio-temporales, conjunciones subordinantes, deícticos, marcadores de aspecto/tiempo, marcadores de número, etc. Es posible que las cuatro primeras categorías se combinen para determinar la disposición de una cantidad, dada su simultaneidad, pudiendo caracterizar si es única o múltiple, discreta o continua, delimitada o no.

- Perspectiva (op. cit., p. 68): este esquema establece el punto de vista conceptual desde donde una entidad es ‘vista cognitivamente’. Comprende a su vez cuatro categorías: a) lugar de la perspectiva, b) distancia, c) modo y d) dirección. Aunque el autor aclara que los términos visuales para ‘ver el hecho real’ son usados solo en un sentido didáctico, lo concreto es que esta ‘mirada mental’ y no física nunca se define.

- Distribución de la atención (op. cit., p. 76): mediante este esquema entra en acción la consciencia, es decir, el dirigir la atención a las distintas partes de un hecho real. El sistema está gobernado por tres factores: a) la fuerza de la atención, b) el patrón atencional y c) la proyección de la atención. Nuevamente y a pesar del detalle que Talmy le da al segundo de estos factores (figura, base, ventana atencional y nivel) , este esquema no pasa de ser un manejo sintáctico-morfológico de una supuesta entidad mental que jamás es definida.

- Dinámica de las fuerzas (op. cit., p. 409): usando la metáfora física, Talmy pretende dejar constancia de las interacciones que se dan entre los participantes de un hecho real y lo hace en términos de fuerzas: agonistas y antagonistas. Mediante una simbología muy simple expresa estas relaciones como si fueran expresiones algebraicas, o sea, en donde los símbolos elegidos cumplen la función de representar lo ‘cognitivo’ de la relación. Así en los verbos modales se pueden diferenciar entre sus sentidos básicos, aquellos que indican la experiencia física y psicológica de un agonista (agente sensible), de aquellos en donde la interacción suele ser psicosocial en lugar de física.

Finalmente, vemos que este esquema de fuerzas, sirve – únicamente – para estructurar – lógicamente – varios niveles de la lengua: la gramática, el léxico y el discurso y en este último fundamentalmente, lo referido a la argumentación, con lo que queda absolutamente excluida cualquier relación que se pretenda establecer con alguna estructura o función psíquicas.

Con el tiempo, Talmy (2006) agrega un quinto sistema al que llama: estado cognitivo, con el que se supone, se consideran aspectos que todos los esquemas anteriores no habían incluido, esto es, los distintos elementos que integran el estado mental de alguien que siente. En otras palabras, mediante este sistema se consideran: la voluntad, la intención, el estado de conocimiento (probabilidad, posibilidad, certeza, etc.), las expectativas del agente y su estado afectivo. El apelativo ‘estado cognitivo’ de esta categoría nos está diciendo que todo lo considerado está dentro de la clase de eventos cognitivos que se expresan en la lengua mediante simples formas gramaticales, como por ejemplo, el estado afectivo que se hace evidente a través de formas diminutivas y peyorativas, que por la idea de tamaño que aportan, permiten asociarlas a connotaciones positivas o negativas, aunque claro, sin ninguna relación con lo psíquico propiamente dicho.

Como conclusión, podemos decir que esta teoría que es considerada fundamental en la lingüística cognitiva, no aporta ningún elemento categorial válido para justificar sus postulados, es decir, que tanto la gramática, como el léxico tienen significado y que ambos sistemas se emplean para expresar los distintos aspectos conceptuales que conforman nuestras representaciones mentales del mundo en que nos movemos. En pocas palabras, no hay ningún aporte que pueda capitalizar psíquicamente tanto la estructura como el contenido conceptual y mucho menos que justifique, más allá de ser una sistematización que se pueda probar mediante un programa de computadora, que la estructura lingüística y semántica sea un reflejo de la estructura conceptual. Esta propuesta no logra convencernos de que el significado no sea algo convencional; lo que sí deja claro es que no está relacionado con la percepción o la interacción del hablante con el mundo circundante, ni que tampoco existe en su mente. Lo único en lo que acierta es en que ese significado es expresado mediante el lenguaje.

[continuará ... ]

¡Nos vemos mañana!