Historia de la Lógica Transcursiva (Capítulo 161)

Cuaderno VII (paginas 963 a 968)

(Continuamos con el trabajo de G. Günther)

Dado que el pasado es un contexto de lo que está actualmente pasando, y que pudo o no pasar, la relación de futuro y pasado es ambigua. Primero, tenemos una relación bivaluada entre futuro y pasado, como que pudo pasar; pero también tenemos una relación de intercambio entre futuro y el pasado de aquello que pudo no pasar. Si agregamos estas relaciones de intercambio entre los valores, la relación de intercambio ontológico clásica entre qué es y qué no es, obtenemos nuestros 3 sistemas bivaluados.

Sin embargo, la última tabla del Capítulo anterior nos muestra aún más. Podemos decir que muestra la aplicación del TND entre un valor único - en nuestro caso  - y un sistema bivaluado representado por los valores (1) y (2). Uno podría, también, interpretar el futuro como la potencialidad de una alternativa abierta que podría o no podría pasar, y el pasado como una singularidad univaluada de qué es y de qué fue. Tales intercambios sirven solo con un propósito ilustrativo. Nada es relevante sino la estructura relacional formada por estos 3 sistemas bivaluados. Sin embargo, para la fundamentación de una lógica que intente incluir el fenómeno del tiempo (T), debe ser introducido un concepto más básico.

La lógica clásica es tradicionalmente considerada como la doctrina de las leyes del pensamiento. Estas leyes se suponen reguladoras de la actividad de un sistema computacional o sujeto (S), [¿a alguien le puede quedar alguna duda de cuál es el concepto que Günther tiene sobre el funcionamiento psíquico, sino el que deriva de las Ciencias Cognitivas duras, en donde la metáfora de la computadora se transformó en una verdad absoluta?] el cual mapea su entorno. Ellas se refieren, por designación, a un mundo externo y, por auto-referencia, a sí mismos. En otras palabras, el sistema clásico bivaluado representa dos lugares ontológicos [¡este es un grosero error! Un sistema binario clásico solo tiene lugar para un solo lugar ontológico, por algo el autor lo tildó de 'monocontextural'.], a los cuales podemos llamar convencionalmente: 'pensamiento' y 'ser'. [¡esto es peor aún! Porque más que un grosero error es una grosería. Un sistema bivaluado solo puede representar el objeto o el sujeto, y solo uno por vez. Pensamiento y ser no son ni pueden ser jamás lugares ontológicos o reales; no por lo menos, desde el punto de vista subjetivo.]

Por otro lado, es obvio que el T no entra en ninguno de ellos. [esto constituye otra gran falla de la teoría de Günther. La LT demuestra que el tiempo es el motor de la psiquis y de todos sus procesos, entre ellos, el pensar.] Su bivaloracion de pasado y futuro no es idéntica con la contraposición de afirmación y negación, dentro de nuestra consciencia; ni es idéntica con la alternativa entre consciencia auto-referencial y mundo objetivo. [es increíble que trate de justificar cosas que no existen con un simple 'pase de magia' lógico.] Esto es evidente. Pero si la bivaloración del T no tiene su lugar ontológico, ni dentro de la consciencia ni en el entorno del sistema auto-referencial, debemos adscribirle un lugar propio. En el caso del sistema bivaluado, la diferencia entre valor y lugar es muy pequeño [yo diría que no solo es pequeño, sino inexistente.] como para alojar algo más que la distinción entre lógica y ontología. [¡parece una charada!] La introducción de un tercer lugar amplia lo suficiente el espacio entre ellos. Luego, es requerida una representación simbólica especial para los lugares. [¿?]

Por lo tanto, introducimos un nuevo tipo de símbolo al cual llamaremos: 'kenograma'. Su nombre deriva del término 'kenoma' tomado de la Filosogía Gnóstica, el cual significa: 'vacuidad ontológica completa'. [¡lo cual, no es muy científico que digamos! ¿No?]

Un kenograma individual es el símbolo para un lugar vacante o 'locus ontológico' que, en conjunción con otros kenogramas puede formar un patrón, sin tener en cuenta los posibles valores ocupantes. Un kenograma individual puede o no ser ocupado por un valor en un momento dado. Para proveer la acomodación de varios valores distintos al mismo tiempo, podemos introducir tantos kenogramas de distintas formas, como deseemos. Como símbolos para valores usaremos enteros positivos. [por todo esto es que Günther no pudo operar con cuatro valores genuinos; y hasta pongo el duda un tercer valor. La LT resuelve esto de una manera sencilla: establece la debida caracterización de continentes y contenidos.]

Luego estipulamos el contexto de los kenogramas individuales, que pueden ser escritos como una secuencia vertical u horizontal {yo lo escribo en una doble espiral, en forma similar al ADN.}

Para la ocupación de valores se manejan las siguientes reglas: a) los kenogramas que tienen la misma forma deben, siempre, ser ocupados por el mismo valor; 2) la elección del valor, sin embargo, es libre; 3) los kenogramas de distintas formas pueden llevar distintos valores, si es que lleva alguno; 4) varias secuencias kenogramáticas de igual longitud agregadas horizontalmente, unas a otras, formarían una estructura kenogramática, proveyendo todas las secuencias posibles derivadas de su regla de generación; 5) la repetición de una secuencia constituiría redundancia. El ancho horizontal de orden ascendente de las estructuras serían determinadas por cuántas diferenciaciones estaríamos listos para introducir; 6) Si agotamos todas las posibilidades, tenemos disponibles 4 distinciones básicas, a las que podríamos llamar, en orden ascendente de diferenciación: 1) Proto-estructura, 2) Deutero-estructura, 3) Trito-estructura o morfogramática, y 4) Valor de ocupación. [En el caso de la LT podemos decir que hacemos algún tipo de discriminación de patrones, pero tienen que ver con el desarrollo semiótico de la realidad subjetiva, fundamentales para comprender desde la filogénesis del sistema nervioso central, hasta la filogénesis del lenguaje natural humano (figura)

En la figura adjunta podemos ver el caso del lenguaje, en donde, la estructura superior corresponde a una 'señal', la media a un 'signo' y la inferior a un 'símbolo'. Como vemos, no hay ninguna relación con las estructuras kenogramáticas.]














¿Qué significa el tercer lugar ontológico? Se podría responder así: el 'ser', su reflexión en el 'pensamiento' y el 'tiempo', representan el rango completo de la existencia objetiva, como la reflejada en una ontología trivaluada. [¡algo que no tiene ni pie ni cabeza!]

Ahora tenemos un S del conocimiento consciente [esta no es una forma adecuada de caracterizar un S] y un mundo delineado en su ontología, su pensamiento-imagen de este mundo [¿?] y sí mismo como el productor de la imagen. Dado que los 3 primeros lugares se refieren al mundo [¡no sé a qué mundo se refiere!], un cuarto lugar debe acomodar la imagen hecha y un quinto, al productor de ella. {yo lo veo distinto: el cuarto lugar permite el 'registro' de una IDEA al temporizar internamente. El quinto lugar, directamente, no existe. En cambio, existe la coexistencia de los dos ciclos separados y unidos, uno dextrógiro (el del mundo externo), y uno levógiro (el de la idea y el pensamiento futuro). Su relación define el propio sujeto. El cuarto lugar define el ser del objeto del mundo, o sea, la IDEA. ¡¡¡brillante!!!}

Nuestra ontología trivaluada incluye el 'pensamiento' (como imagen), como un componente del mundo ambiental. Pero como un proceso, el pensamiento ocurre nuevamente en el cuarto lugar. Esta re-ocurrencia se debe a la inherente ambigüedad del término 'pensamiento'. [no puede ni debe apelar a un simple término para tratar de explicar lo que se supone que es el pensamiento.] El puede, o bien, referirse a la imagen, o al proceso de producción de la imagen. La tradición clásica de la lógica formal, niega esta ambigüedad, y por lo tanto, no comprende las 'caras de Janus' [Jano (en latín Janus, Ianus) es, en la mitología romana, un dios que tenía dos caras mirando hacia ambos lados de su perfil, padre de Fontus. Jano era el dios de las puertas, los comienzos y los finales. Por eso le fue consagrado el primer mes del año (que en español pasó del latín Ianuarius a Janeiro y Janero y de ahí derivó a enero). Como dios de los comienzos, se lo invocaba públicamente el primer día de enero (Ianuarius), el mes que derivó de su nombre porque inicia el nuevo año. Tengo la impresión, luego de haber visto lo que Günther concibe como pensamiento, que tampoco él lo comprende.] de la auto-referencia subjetiva. La subjetividad es ambas cosas [una pena que, siendo esta una expresión que realmente define la subjetividad, no se acierte a definir cada una de esas partes.], la imagen del mundo, así como el proceso vivo de hacer la imagen; y lo que llamamos un 'ego' personal se constituye a sí mismo en la relación triádica entre entorno, imagen y proceso de la imagen. [¡cuán distante está esta concepción ingenua de la inteligente propuesta de Freud!]

Sin embargo, el acto de auto-referencia que establece el 'ego' representa una 'separación' del S del entorno, como así también de sus propios pensamientos. El quinto lugar ontológico provee el lugar para él {no es necesario}. La subjetividad que es consciente del ser, pensamiento y tiempo [¿?] está distribuida sobre los lugares que siguen a nuestra ontología trivaluada. Los primeros 4 lugares nos dan el rango completo de las distinciones kenogramáticas. Pero algo está todavía perdido: el aspecto estructural que indica la 'separación'. Separación por auto-referencia significa, lógicamente hablando, iteración o repetición. Y esto es justamente lo que provee el quinto lugar ontológico. El quinto lugar no agrega nada a la distinción entre proto/deutero/trito-estructura, solo los repite. El cuarto lugar agrega diferenciación kenogramática. No representa repetición. No obstante, no significa completa separación. El proceso de imagen se acomoda en la zona entre la existencia objetiva sólida y la evasiva identidad auto-referencial del S del conocimiento. El cuarto lugar es el índice del inextricable enmascaramiento de la mente con la realidad. [de más está decirlo pero esta 'kenogramática' nunca funcionó. En primer lugar, porque de los 5 lugares esquematizados, escasamente pudo usar y a medias, solo 3, y en segundo lugar, porque quedó incompleta. Alguien trató de completarla luego de la muerte de Günther, pero en realidad, solo la complicó más y por tanto, la hizo más inservible aún.]

Shakespeare, en un pasaje de 'Enrique IV' llama a los 4 lugares ontológicos comprometidos con la realidad: pensamiento, vida, mundo y tiempo. Él los describe como lo que W. S. McCulloch llama un 'orden heterárquico' - uno en el cual, el último eslabón de la cadena se una al primero. Luego, el tiempo, la imagen móvil de la eternidad, entra en reposo cuando su flujo entra en la plenitud del 'pensamiento contemplativo'. [La cita de la obra de Shakespeare es la siguiente: "¡Oh Enrique, me has robado mi juventud! Soporto mejor la pérdida de esta frágil existencia que la de los títulos de orgullo que me has arrebatado; su pérdida hiere más cruelmente mis pensamientos que tu espada mi carne; pero el pensamiento es el esclavo de la vida, y la vida es el loco [la mofa, la burla] del tiempo, y el tiempo, que domina al mundo entero, debe detenerse. ¡Oh podría profetizar!" - En palabras de Enrique Percy (apodado Hotspur) - Escena IV - Primera parte del Rey Enrique IV - p. 635, en William Shakespeare - Obras Completas, Aguilar - 2003 - Vemos claramente que, aunque Günther quiso darle un sustento literario al concepto de McCulloch, no acertó en destacar el aspecto más importante que este tiene, a saber: que estos 'eslabones' como los de una cadena, no se dan, según McCulloch, sucesivamente sino en forma simultánea. En otras palabras, lo que McCulloch trataba de decirnos es que debe existir en el cerebro (algo no comprobado aún, aunque sugerido fuertemente por la LT basada en los hallazgos de Llinás) una situación de interdependencia entre niveles o subsistemas diferentes en los cuales se desarrollen procesos distintos en forma simultánea. Esta modalidad de interacción no excluye situaciones en las que los subsistemas de mayor complejidad determinen parcialmente a los de menor complejidad, o sea, no excluye la jerarquía. Lo anterior nos está diciendo que un sistema cualquiera involucraría tanto relaciones jerárquicas como heterárquicas. Para McCulloch ambos conceptos serían complementarios. Y para la LT también, de hecho en eso se basa la definición que ella hace de la subjetividad: "una distribución heterárquica de sistemas jerárquicos". La heterarquía se refiere a los continentes (contexturas) y la jerarquía a los contenidos de esas contexturas. Finalmente podemos concluir que tiene mucho más arraigo subjetivo las palabras de Shakespeare que las de Günther, que no alcanzó a interpretar la evidente simultaneidad, no de los lugares ontológicos como él los llama (pues no son tales), sino de las inequívocas manifestaciones de la subjetividad.]



COMENTARIO: 
Para un sistema bivaluado tenemos un valor designativo y uno no-designativo o negación [1,0]. Para un sistema trivaluado (transclásico) tenemos un valor designativo y dos valores no-designativos (dos negaciones - una habitual y otra mediada) [este error luego se corrigió, pues todas las negaciones (en número de 3) son mediadas, excepto la que permite pasar del nivel superficial al profundo y viceversa] La tabla sería:

1 → 2
3 → 1
2 → 3   lo cual determina el predecesor por ser dextrógiro.

En un sistema tetravaluado tenemos: 1 valor designativo, 2 valores no-designativos (dos negaciones), y un valor de integración {¿de integración temporal?). Este último valor es la negación binaria del tercer lugar ontológico (que es quien liga o media (organiza) entre 1 y 2), por tanto, separa, desorganiza y completa el sistema. La tabla sería la que se muestra en la parte superior derecha de la figura siguiente.

El sistema completo se muestra en la parte media superior de la figura (referencias: Dx = dextrógiro - Lv = levógiro).

Un sistema triádico permite un lugar ontológico para el tiempo externo o discreto.

Un sistema tetrádico permite un lugar ontológico para el tiempo interno (cíclico o continuo)

A la izquierda y abajo de la figura se muestran los ejes tentativos sugeridos como marco de referencia de la realidad subjetiva. [cuya asignación va a variar con el tiempo]. Mientras que a la derecha y abajo de la figura se pueden ver ensamblados (en composición) una tríada de pares binarios (el aspecto discreto o superficial de la realidad subjetiva) y una estructura triádica continua, que ocupan, según la lógica clásica, los polos opuestos (excluyentes) del objeto y del sujeto, respectivamente.

[continuará ... ]

¡Nos encontramos mañana!