Historia de la Lógica Transcursiva (Capítulo 162)

Cuaderno VII (páginas 969 a 974)

(Continuando con el trabajo de G. Günther, hoy veremos algunos apuntes que tomé sobre un par de sus trabajos. En la primera parte analizaremos: "The Tradition of Logic and the Concept of a Transclassical Rationality" - 'La tradición de la lógica y el concepto de racionalidad transclásica'. Luego analizaremos: "Life as Polycontexturality" - 'La vida como policontexturalidad')

La tradición de la lógica y el concepto de racionalidad transclásica

Si se analiza la lógica actual se ve que no importa cuan lejos hayan llegado, y que tan variadas sean nuestras modernas técnicas lógicas, ellas tienen el mismo fondo metafísico antiguo.

Esto implica que los fundamentos filosóficos últimos de nuestra tradición lógica, ni han sido seriamente discutidos, ni radicalmente cuestionados. Ellos se dan por establecidos. [es interesante hacer notar que no es la lógica la que se basa en la filosofía, sino al revés. Todo enfoque filosófico tiene su patrón de medida en su forma lógica. El punto de vista lógico da origen a métodos, ontologías y éticas, y por extensión, a un sustento epistemológico. Por lo tanto, no hay que cuestionarse un determinado encuadre filosófico, el que solo se trata de una forma particular de enfocar una lógica específica, sino de la lógica en sí misma, que es la que puede adolecer de carencias o sesgos particulares.]

Será útil examinar la tradición filosófica, que podemos resumir en los tres dogmas siguientes:
1) La dicotomía de forma y materia es relevante para cualquier sistema de lógica pura.
2) El concepto 'objeto' es no ambiguo.
3) La relación semántica entre 'verdad' y 'falsedad' (incluyendo una escala de términos intermedios) y valores lógicos es única. [considerando que el autor parte desde la tradición de la 'racionalidad clásica', no sé si es procedente colocar aquí: 'incluyendo una escala de términos intermedios', porque este aspecto se incluyó en la historia de la lógica, de una manera formal, en las primeras dos décadas del S. XX]

La interdependencia de los principios anteriores es obvia, e igualmente claro es que solo una lógica bivaluada puede satisfacer a todos ellos. [yo diría lo contrario, que la lógica binaria dio origen a esos tres principios] Esto condiciona un poco la actitud vacilante que los lógicos han tenido frente al problema de las lógicas multivaluadas. El entusiasmo que se inició en 1920 sobre los sistemas multivaluados [inclusive un poco antes, en 1917 con el trabajo señero de Jan Łukasiewicz que desarrolla el cálculo proposicional trivalente y critica el principio del tercero excluido.] rápidamente se diluyó. En la lógica filosófica, la animosidad contra estos sistemas ha sido unánime, usando el irrefutable argumento, que el principio de multivaloración viola el concepto clásico de verdad.

En 1953 (Günther) comienza a transitar en dirección a una definición de la lógica más amplia. Como máximas de esta nueva lógica transclásica el sugiere:
1ª) La dicotomía de forma y materia no es manejada en sistemas n-valuados, donde n>2.
2ª) El concepto de objeto es anfibológico {confuso o ambiguo}
3ª) La disyunción verdad/falsedad se aplica como valor de designación si y solo si n = 2.

Por otro lado, el idealismo alemán ha descubierto un nuevo problema sistemático para la lógica. Es el fenómeno de la auto-reflexión. Kant, Fichte, Hegel y Schelling, sostuvieron que este fenómeno, aunque lógico, no era factible de ser formalizado.

El dato de la auto-reflexión (consciencia) es totalmente potable para la formalización. [este prejuicio que los idealistas alemanes supieron eludir sagazmente, menoscabó la brillante iniciativa de Günther. Porque, tras el escudo de una 'lógica transclásica', pretendió batallar contra el imposible: una convención. La lógica clásica es ontológicamente neutra, y la propuesta de Günther, al no poderse desembarazar de todos sus lastres, también. Por tanto, jamas pudo conseguir su cometido.] El cálculo resultante podría ser la columna vertebral de la nueva lógica. Sus bases estarían representadas por las máximas 1ª), 2ª) y 3ª), conteniendo los principios clásicos 1), 2) y 3) como un subsistema ontológico.

El fenómeno de reflexión ha tenido, por supuesto, siempre su parte en el cálculo simbólico. [algo que no tiene nada que ver con lo que supone Günther, que representa] Pero aún no se ha descubierto un criterio formal para la auto-reflexión.

El Intuicionismo es el que más se aproxima, pero su tenaz adherencia a la idea de equiparar valor y valor-verdad, ha impedido que se desligara de la tradición griega. Luego, en el sentido filosófico principal, el Intuicionismo sigue perteneciendo a la matemática clásica. [no es el caso del Intuicionismo propuesto por Henri Bergson, quien asegura que hay dos fuentes de conocimientos, la inteligencia y la intuición. La primera es el instrumento del saber científico que adultera la realidad. En cambio, la segunda, es el único medio para conocer cabalmente lo real. La intuición, según Bergson, es consciencia, pero consciencia inmediata, visión que apenas se distingue del objeto visto; conocimiento que es contacto (encarnación, dirá la Lógica Transcursiva (LT)) y por último coincidencia (identidad según la LT). En la intuición se produce una íntima simpatía entre el sujeto y el objeto, por la que el primero 'conoce' directa e inmediatamente al segundo (y según la LT, lo comprende sin mediar pensamiento alguno.) Lo único factible es provocar en los otros sujetos, mediante una cadena adecuada de comparaciones y metáforas, la visión intuitiva. Es lo que hace, según lo demuestra la LT el lenguaje convencional: modificar las creencias (la verdad) de los otros, pero nada más. Nunca, el lenguaje o algo que tenga que ver con la lógica tradicional, aunque sea lateralmente como la propuesta de Günther, puede decirnos algo sobre la psiquis, la consciencia o el pensamiento; esto es, de la realidad subjetiva.]

El nudo de la cuestión es, ¿qué es auto-reflexión, y por qué sus leyes no pueden desarrollarse en la lógica bivaluada?

Atacaremos, en primer lugar, el costado semántico del problema. [con lo cual no puede llegar a ningún lado, pues se refiere pura y exclusivamente a un problema lingüístico, ergo, lógico clásico. Por tanto, lo vamos a obviar.]

En cambio, si necesitamos conocer: ¿qué leyes de la reflexión gobiernan la oposición S y O? [las cuales tampoco nos ayudarían, pues la ley que maneja este par de elementos, en la lógica clásica, es muy sencilla: solo puede ser considerado uno de ellos por vez. Está prohibido tratarlos en forma simultánea, es decir, siempre se tiene en cuenta solo los objetos.] Es fácil ver dónde descansa la diferencia entre la teoría clásica y la transclásica. La primera no se refiere al S de reflexión; usa las estructuras reflexivas exclusivamente para la descripción de objetos, en sentido lato del término. [lo que remarcamos en el comentario anterior] La segunda se refiere expresamente al fenómeno de la subjetividad [aunque esto no garantiza que lo aborde adecuadamente] e investiga la división tripartita entre S individual, subjetividad general, y O.

Lo anterior, obviamente, desemboca en un sistema formal trivaluado. Las ventajas de la teoría de la reflexión son claras. Puede proveernos de un lenguaje formalizado que nos permita tratar un término como subjetividad, así como la reflexiva en, exactamente, el mismo contexto. [esa era una muy buena intención, pero lamentablemente nunca se cristalizó] En el sistema clásico esto fue siempre un XOR. [me imagino que utilizó esta operación lógica para decir que o el sujeto o el objeto, pero nunca los dos juntos. Curiosamente, la XOR es la operación utilizada por la LT para mostrar cómo se entiende el 'desplazamiento conservador' que se da en la apariencia, cuando se niega transcursivamente.] Pero esta conjunción de O y S es exactamente lo que nos confronta en el mundo que nos rodea. Como todos saben, éste no está hecho solo de O, sino también de sujetos, como nuestro propio 'ego', los que son centros de reflexión y exigen ser tratados como tales. [según la LT el 'mundo' que nos rodea está hecho de 'hechos', esto es, de las relaciones entre Ss y Os a través del cambio (V)]

Desde un punto de vista lógico, sin embargo, ellos son para mí, objetos teóricos de pensamiento. [¡NO! son partícipes de hechos reales.] En otras palabras, la subjetividad es un fenómeno que aparece en una forma distribuida, así como no-distribuida. A su forma no-distribuida la llamaremos 'subjetividad individual'. Si ésta está en distribución nos referiremos a ella como el 'medio intersubjetivo' de subjetividad general. En contraste con esto, la objetividad de un O nunca es distribuida. El O aislado es totalmente idéntico a sí mismo. Para un S esto es un ideal inalcanzable. En su forma no-distribuida él es fundamentalmente nuestro O de pensamiento, y no un S por derecho propio. [esta concepción, ni siquiera original, se justifica porque Günther se basa en el concepto de subjetividad que prima en Lingüística, la cual, no tiene ninguna relación con la realidad subjetiva.]

Ahora podemos entender si decimos que la lógica clásica bivaluada describe nuestro sistema de racionalidad formal como un orden de conceptos no-distribuidos. Esto se da por la vigorosa exclusión de cualquier referencia al sujeto pensante. O para expresar el mismo hecho en términos sintácticos, por permitir solo un operador negacional como medio para establecer una relación de intercambio simétrica entre dos valores. [se da porque nos está diciendo que nuestro mundo, para el 'pensamiento lógico' nuestro mundo es dicotómico, para superar esa dicotomía (el ser y la nada, el objeto y el sujeto, lo designado y lo no designado) es que se necesitan más negaciones] Esto conduce a la famosa 'coincidentia oppositorum' de Nicolás de Cusa (los opuestos coinciden). [con esta expresión, Nicolás de Cusa se refería a Dios, quien se encargaba de hacer 'coincidir los opuestos' para superar todas las 'contradicciones' de la realidad. Otra cosa que dijo es: "no existe proporción perfecta entre la cosa conocida y nuestro conocimiento de ella ni, en general entre lo medido y la medida. La ciencia humana es, por ello, conjetural.]

El principio de distribución afecta a los tres principios de la lógica tradicional: tertium non datur, contradicción e identidad. Esto puede ocurrir solo en un sistema multivaluado. [Si bien es correcta esta última aseveración, no lo es así la primera, ya que la lógica sugerida por Günther nunca logró deshacerse de estos principios, como sí lo hace la LT; solo los 'modificó' un poco, pero nada más.]

Ya que exactamente, la misma lógica bivaluada puede estar en cualquier número de lugares, y dado que nadie puede, sinceramente, subscribir a la 'atroz monstruosidad' (Schrödinger) de una mente-techo, con un indefinido número de sub-mentes que semi-independientemente juzguen aseveraciones como 'verdadero' o 'falso', la única solución natural es entender estos grandes sistemas como patrones intersujetivos que distribuyen nuestra única lógica clásica bivaluada sobre el rango total de O y S. Es absurdo asumir que cualquier consciencia individual pueda manifestarse a sí misma, de cualquier forma, que no sea una lógica bivaluada. En este sentido, el sistema de pensamiento es arquetípico y canónico. [está hablando de una entelequia: la mente, que está regulada por una quimera: el pensamiento lógico. Lo único rescatable es que de aquí podemos deducir que la realidad subjetiva es posible si se concibe una distribución heterárquica de sistemas jerárquicos (binarios)]

Ergo, no tenemos más elección que asumir que si los objetos bona fide manejan también la lógica formal y establece un acuerdo teórico con nosotros (o nosotros con ellos), la comunicación intersubjetiva, la cual trasciende la 'cáscara' del Yo individual aislado, está basada en un sistema distribuido de racionalidad [binario] donde, exactamente, la misma lógica puede ser activada (como un sistema completo) en un mínimo de 3 lugares ontológicos: [para hacer esto, como mínimo necesitamos 4 lugares ontológicos] 1) el S individual como separado del mundo, 2) el O aislado, y 3) un sistema que describa la diferencia entre los dos anteriores. Una lógica trivaluada cubre totalmente estos requerimientos mínimos. [con lo anterior solo se puede solucionar a medias el problema, porque  se está considerando nada más que lo que ocurre en la superficie, en la apariencia, pero falta un cuarto valor que el que relaciona S y O en la profundidad, en lo oculto; y que es el que completa un verdadero sistema que ahora sí tiene la posibilidad de expresar cabalmente la subjetividad con el funcionamiento heterárquico de estos dos niveles.] Pero, dado que hay más de un S individual en el universo, se requiere la introducción subsecuente de sistemas multivaluados mayores. [esta definición  no justifica el verdadero motivo de la inclusión, no de ilimitados valores, sino de uno más, como lo explicábamos anteriormente. Por otro lado, cae en la trampa de la lógica clásica de considerar la intersubjetividad como un elemento apto para tener en cuenta al sujeto; lo que constituye un error, pues esa tal intersubjetividad no existe. Solo hay un S y ese es uno mismo; 'todos los demás', en relación a nuestra propia realidad subjetiva, se comportan como objetos.] Todos ellos sirven al mismo propósito: distribuir nuestra racionalidad de un único orden clásico bivaluado (lugar-valor), en sistemas cada vez mayores.

Su orden infinito implementa el concepto de una racionalidad transclásica (no aristotélica). La racionalidad de la reflexión que comprende ese ser excluido. [decir 'racionalidad transclásica o no aristotélica' es un contrasentido, porque el término 'racionalidad' significa una sola cosa: 'pensamiento lógico', ergo, Aristóteles, quien según sus principios racionales, el sujeto debe, necesariamente ser excluido. Hablar de racionalidad es de por sí, excluir la subjetividad.]

En suma: una lógica no-aristotélica o transclásica es un sistema de racionalidad distribuida. [una definición totalmente impropia según lo vimos anteriormente] Nuestra lógica tradicional (bivaluado) presenta la racionalidad humana de una forma no distribuida. Esto significa: la tradición reconoce un S universal único, como el portador de las operaciones lógicas. [¡esto no es verdad! La lógica creada por Aristóteles es metodológica, propedéutica y epistemológica; por lo tanto, nunca la relacionó con sujeto alguno, pues la racionalidad tiene que ver con la abstracción (despojo de todas las cualidades subjetivas con el propósito de reducirlas a una cantidad) y la apodeixis (o el adorno de la cosa mediante las palabras, que tienen la misma lógica, ya que tomó como modelo al lenguaje, además de la opinión y la verdad. No olvidar que el término 'lógico' se originó en su raíz lógos-palabra.)] Una lógica no-aristotélica sin embargo, tiene en cuenta el hecho de que la subjetividad está ontológicamente distribuida sobre una pluralidad de centros (sujetos). [lo cual es impropio porque equivale a multiplicar el error conceptual anterior] Y dado que cada uno de ellos está designado como cada S de la racionalidad humana [algo que no existe], deben ser también representados en una forma distribuida. El significado de esto es interpretar estructuras multivaluadas como sistemas lugar-valor de nuestra lógica bivaluada. En cualquier lógica m-valuada, nuestro sistema clásico está distribuido sobre m lugares. [este concepto de distribución solo es rescatable en los términos en que lo especificáramos en un comentario anterior.]



(Apuntes de: "Life as Poly-contexturality")

Parte I: El concepto de contextura (Cx)

Una gran época de la tradición científica está llegando a su fin, y comienza una que podríamos llamar, perfectamente, la ciencia transclásica. [creo que el autor fue demasiado optimista.] Analizaremos las diferencias fundamentales entre ambas. Esto es posible si retrocedemos hasta las presunciones metafísicas profundamente ocultas sobre la naturaleza del universo.

Cualquiera conoce que los griegos fueron los creadores del concepto clásico de la ciencia, y que este concepto fue primero y claramente formulado por Aristóteles. El intento dominante en esta filosofía aristotélica es, como él mismo insistía, puramente metodológico. [si esto está tan claro, ¿por qué las conclusiones del trabajo que analizamos anteriormente?] Él comenzó con la tajante distinción platónica entre 'ser' y 'pensamiento', o entre O y S [no es correcto hacer, tan livianamente, una extrapolación a esta última distinción, de lo que solo fue un 'viaje teórico' entre la gramática y la lógica] y estableció la pregunta: ¿Cómo puede el pensamiento conocer al ser en una forma rigurosa y comunicable? [no sé si realmente se hizo esta pregunta en particular, pero lo que sí es necesario saber es que la lógica de Aristóteles se ocupa de tres dominios fundamentales: a) la doctrina del concepto, b) la doctrina de la proposición, y c) la doctrina del razonamiento. Otra cosa que se debe conocer es que sus famosas categorías, sobre las que basó gran parte de sus elucubraciones, corresponden en un 100% a distinciones gramaticales. Esto no quiere decir que puso en práctica un método gramatical para derivar las categorías, sino que comenzaba a ver si, partiendo de la palabra y su función gramatical, cómo era posible concebir los términos desde un nuevo punto de vista, el de su significación. Por esta vía, en efecto, Aristóteles se elevó al concepto general de ser, a manera de género supremo; al de cantidad, como algo común a todo objeto, etc.; y esto es mirar el problema desde un nuevo ángulo, el de la 'contemplación conceptual'. Esto es la lógica de Aristóteles. (Aristóteles - Tratados de Lógica, Ed. Porrúa, 2004, p. XLVII) Luego de las categorías da un paso más en su tránsito de la lógica gramatical a la lógica noética. El lógos, además de palabra, y en relación con ella, significa la forma del pensamiento. El lenguaje quiere reproducir así las diversas formas de pensamiento como las diversas formas de la realidad. Todo lo que es objeto de pensamiento en definitiva, es objeto de afirmación o negación: pensar es afirmar o negar un predicado cualquiera de un sujeto (gramatical, no ontológico). Todo se resume a encontrar la relación, no entre el ser y el pensamiento como sugiere el autor, sino en exponer (comunicar) las formas por medio de las cuales el pensar descubre la relación de dependencia entre lo particular y lo general.]

El método - de acuerdo a la lógica aristotélica - se encuentra en la deducción, a lo particular desde lo general. Lo general, sin embargo, es algo que 'salta' el abismo que hay entre la objetividad del ser y la subjetividad del pensamiento. Fuera de la infinita variedad de cosas particulares que exciten en el universo, tienen algo en común que las liga ontológicamente, y es esta su esencia final: el ser, que se manifiesta a sí mismo como existencia objetiva. [estas lindas palabras que no dicen nada, dejan ver, sin embargo, lo profundamente anclado que está el autor a los prejuicios lógicos y metafísicos tradicionales.]

La realidad de los objetos, en el fondo, es siempre la misma, aunque aparezcan con propiedades infinitamente diversas. En resumen, el ser es una universalidad totalmente indiferenciada y todas las cosas y apariencias de este mundo, son solo manifestaciones más o menos particulares de una esencia o sustancia general subyacente, la cual es la misma en cualquier cosa que exista en este mundo. [esto no solo hay que 'declamarlo' sino que tenemos que demostrarlo, algo que nadie, hasta la LT, pudo hacer] Si observamos las distinciones y nos movemos al reino de lo particular, veremos que el 'ser' en general no muestra distinciones. [esto no es una demostración digna de un lógico]

Por otro lado, como Aristóteles lo puntualizó, cuando pensamos, tratamos de dar con la relación entre lo general y lo particular [algo que ya destacamos en un comentario anterior], ya sea por deducción (de general a lo particular), o por inducción (de lo particular a lo general). Por tanto, la filosofía griega descubre un vínculo común entre el pensamiento subjetivo y la realidad objetiva. Esto es lo general - o como es mejor designarlo en su aspecto ontológico - lo universal. [dos prejuicios más que desarticular. No fue la filosofía griega sino Aristóteles quien propuso esta relación, que insistimos, no es entre la subjetividad y la objetividad, es entre el sujeto gramatical y el predicado. Por otra parte, no es igual lo 'general' que lo 'universal', por más que se lo acomode al último con el término 'ontológico'. General es lo que abarca, en apariencia, una gran mayoría o casi todo ya que no podemos tener una visión del conjunto total; en cambio, universal es algo que subyace en el fondo oculto de algo y que es común a todos los entes considerados.]

Lo general es, como 'ser', el substrato final de la realidad sobre lo que todo descansa, pero al mismo tiempo es la idea suprema de donde, todos los pensamientos particulares derivan. [aquí pensamientos e ideas son solo palabras sin sentido. El sustrato final de la realidad subjetiva es lo universal, nuestro PAU]

De todo esto se deriva que estamos en posesión de algo, a lo que Leibniz, mucho después llamó: 'armonía pre-estabilizada' entre nuestros pensamientos y la realidad. [nuestros pensamientos son parte de esa realidad]. Por un lado, lo general como 'ser' es la causa de las cosas y eventos en este mundo físico; por el otro, lo general es la razón desde la cual se siguen lógicamente nuestras ideas y conceptos. [todo relacionado, solamente, con el pensamiento lógico.]

La tabla siguiente ilustra este dualismo que emerge desde la peculiar ambigüedad de lo general.

Según esto y de acuerdo con Aristóteles, una necesidad lógica concebida en la mente del científico es la imagen exacta de la conexión objetiva que liga el 'ser' en general a las cosas particulares en este mundo, y sus propiedades.
En otras palabras, pensando, inequívocamente, siempre descubriremos la realidad objetiva de una manera adecuada. Esto implica que, siguiendo las leyes de la razón, podremos acertadamente, postular la existencia de las cosas en este mundo antes que las describamos empíricamente. Un ejemplo, en la física moderna, es la postulación de la existencia de partículas elementales mucho antes de disponer de medios experimentales que demuestren su realidad en el laboratorio. [es precisamente lo que hacen también, aún hoy, las Ciencias Cognitivas que el autor promueve. Destacamos nuevamente el error importante que supone considerar como sinónimos: lo universal y lo general, como se hace en el encabezado de la tabla.]

Resumen: todo este pensamiento, por sólido que parezca, tiene sus limitaciones y esto se pone en evidencia cuando la ciencia clásica se enfrenta con ciertos fenómenos que ocurren en este mundo, donde la respuesta de los investigadores siempre cae en que, el fenómeno en cuestión no puede ser explicado dado su carácter irracional. Es decir, en el cuerpo de la tradición clásica, los términos: objetivo y racional han sido tomados como sinónimos. [y el autor ha hecho, si no lo mismo, algo muy parecido]

La única forma de despegarnos de la epistemología aristotélica es ampliar la base del conocimiento. Con este fin regresamos a la presunción metafísica original, desde la que parte Aristóteles: cualquier cosa en el universo comparte la categoría general del 'ser', y el 'ser' es idénticamente el mismo en todas las apariencias y variedades de la existencia. [le falto decir que lo que constituye la única clave de la subjetividad es que ese 'ser' es uno mismo, y nadie más; única forma que las apariencias no cambien o lo hagan con cierta coherencia, aunque eso no significa que ese 'ser' sea idéntico a sí mismo, porque no lo es. La única propiedad que se le puede atribuir al 'ser' de Aristóteles, y por supuesto, al de Günther (que es el mismo) es ser distinguible de la 'nada'; constituyendo esta, la dualidad mayor del mundo objetivo: ser/nada.]

La alternativa nada/ser es la amplitud absoluta que nuestro pensamiento puede concebir. Un dominio caracterizado por un fondo absolutamente uniforma y cuyos límites están caracterizado por un principio TND absolutamente generalizado; un contextura o contexturalidad. [de todas formas, aunque el tertium non datur (TND) este generalizado, se sigue respetando igual, por tanto la propuesta de Günther no puede ser considerada estrictamente como una lógica transclásica, pues no transgrede abiertamente los principios básicos de la lógica clásica, como lo hace la LT, sino que solo los modifica.]

Hay que distinguir entre contexto y contextura; esta última implica un TND cuyos límites no podemos alcanzar o pasar [pero está, y solo de eso se trata la lógica clásica], el contexto no.

Ahora estamos listos para ver la presunción ontológica profunda que subyace a la epistemología aristotélica. [en forma directa, no hay ninguna ontología subyacente.] La cual la podemos formular como sigue: cualquier cosa pertenece a la contextura universal del 'ser objetivo'; y lo que no pertenece a él, es solo 'nada'.

Contextura/contexturalidad son sinónimos. Lo que no es evidente es que debamos considerar a la 'nada' como una contextura. [este es el gran desafío que yo vi en Günther y al cual dedique más de 10 años de investigación.]

Si se asume que la realidad da lugar, tanto a un componente racional como a uno irracional, la contextura de la 'nada' sirve como el lugar ontológico para todo aquellos que no es visto como racionalmente concebible. [hasta aquí estamos de acuerdo] Él también sirve como el lugar ontológico en el cual el observador del mundo puede colocarse, porque se hace rápidamente evidente en la historia de la lógica y de la epistemología, que el patrón clásico del pensamiento, con su ontología monocontextural concomitante, no ofrece un lugar para el observador del mundo o el S pensante, ya que sería absurdo asumir que el S que conoce, pertenezca a la contextura la cual es conocida. [absolutamente de acuerdo con esto también] Por otro lado, desde que aquello que es conocible, en principio, constituye el rango posible de la experiencia del mundo, no hay lugar para el S dentro del mundo. Por lo tanto, el pensamiento humano, inevitablemente, proyecta un dominio trascendente más allá de todo 'ser', y la 'nada' sirve como el vehículo más conveniente para tal proyección. [¡fantástico! porque es así como se debe concebir este desafío. El único problema con la propuesta de Günther fue el 'método científico' que trató de utilizar para demostrar esta intuición tan magnífica. Por utilizar un método equivocado e incompleto, nunca pudo llegar a buen puerto. La LT es el único intento de completar y corregir este magnífico trabajo, que tuvo éxito.]

¡Nos vemos mañana!