Historia de la Lógica Transcursiva (Capítulo 201)

Cuaderno IX (páginas 1207 a 1212)

(Continuamos con Lingüística Teórica, y hoy vamos a ver un trabajo propio que, tal vez, sea el germen de la Tesis Doctoral, no sin antes servir como base para un trabajo que será publicado en la Revista "Anales de Lingüística" que edita y publica el Instituto de Lingüística y Centro de Estudios Lingüísticos de la Facultad de Filosofía y Letras de Universidad Nacional de Cuyo)

PENSAMIENTO, LENGUAJE Y REALIDAD

Es un concepto muy arraigado, el considerar al lenguaje como un medio de representarse las cosas (concepto que se afianzó a partir de la definición de signo que nos recordara C.S. Pierce, rescatado de la Patrística [sobre todo, de la Patrística Latina a través de la figura de San Agustín]).

Al abordar el estudio del lenguaje (fundamento de la Lingüística Teórica), se deben tomar en consideración, bajo este punto de vista al menos, las relaciones existentes entre tres elementos básicos: los sujetos (hablantes que utilizan el lenguaje); el lenguaje en sí y el mundo.

El surgir de la Filosofía del Lenguaje se estructuró, precisamente, sobre la base de lograr una mejor comprensión de estas relaciones.

Sin la pretensión de un abordaje filosófico profundo (algo que excedería el propósito de este trabajo), se ve como importante trazar un marco filosófico referencial sucinto, ya que este planteo de buscar relaciones entre sujetos, lenguaje y mundo (que en nuestro caso se trataran de establecer entre las bases ontológicas de estos elementos; o sea: pensamiento, lenguaje y realidad), surge en los albores de la filosofía. Ya Aristóteles, en su Perihermeneias, plantea una interpretación de lo pensado a través del lenguaje y define la verdad como una correspondencia entre lo pensado y lo real.

Contemporáneamente, florecen tres tendencias en el intento de clarificar estas cuestiones, dando origen así, a tres corrientes distintas: la filosofía analítica, la hermenéutica y el estructuralismo.
La filosofía analítica (análisis filosófico) resultado del ‘giro lingüístico’ que se opera en la filosofía en las primeras décadas del S.XX, sostiene que los problemas filosóficos consisten en confusiones conceptuales, derivadas del mal uso del lenguaje ordinario y la solución se debe encontrar en una clarificación del sentido de los enunciados cuando se aplican en áreas como la ciencia, por ejemplo.
Se asiste a un cambio de paradigma. Se pasa de una filosofía de la conciencia, en donde lo importante es la relación sujeto – objeto, a una filosofía del lenguaje, en donde importan las relaciones entre el enunciado y el mundo; en otras palabras, a una teoría del significado.

Este movimiento comienza con la fundamentación lógica de la matemática, emprendida por Russell y Whitehead en la publicación de "Principia mathematica" (1910); obra que siguiendo los estudios de G. Frege, establece el lenguaje riguroso de la lógica que permite evitar las ambigüedades del uso del lenguaje ordinario. A esta obra se agrega la de L. Wittgenstein(W), "Tractatus Logico-Philosophicus" (TLF) (1921), dedicada a la estructura lógica del lenguaje y con centro en la cuestión de lo que ‘se puede decir’. Rusell y Wittgenstein comparten la misma visión lingüística de la realidad, la del atomismo lógico, según el cual: mundo y lenguaje muestran una estructura común o ‘figura lógica’

Por ser el lenguaje el espejo del mundo, en él se refleja su naturaleza. Aquí surge el fundamento de la idea de que la realidad solo se comprende a través del lenguaje. En los "Principia mathematica", el análisis del lenguaje se confía a la lógica sistematizada; también el Tractatus sigue el camino de descubrir la estructura lógica del lenguaje.

La hermenéutica o el arte de la interpretación de un texto; o sea, la posibilidad de referir un signo a su designado para adquirir la comprensión, tiene su raíz en Platón que daba al adjetivo hermeneutiké el significado de interpretación de los textos sagrados. Aristóteles, como ya se mencionó, analiza la relación entre los signos lingüísticos y los pensamientos y de éstos con las cosas. Para él, como para sus seguidores, la hermenéutica trata de las proposiciones enunciativas y de los principios de la expresión discursiva. Para Boecio la hemenéutica o interpretación designaba la referencia del signo a su designado, y es una acción que se da en el alma. Mientras la relación entre signo lingüístico y concepto es una relación arbitraria, la relación entre el concepto y el objeto es necesaria y universal.

Si bien la hermenéutica estuvo aun en la época moderna asociada a la interpretación de textos bíblicos (exégesis), durante los S.XVI y XVII, surgen distintas hermenéuticas. Desde aquí se la empieza a ver como una reconstrucción de la génesis del texto, en lo cual tuvo una gran influencia, la filosofía kantiana. Otro enfoque es el que surge ya en el S.XX, de la mano de Dilthey a través de articular en una unidad de sentido, los datos textuales, lo histórico y lo biográfico, como paso previo al proceso de acercamiento a la realidad. Aparece entonces, la hermenéutica como el método de las ciencias del espíritu, y es la contrapartida del método de la explicación propio de las ciencias de la naturaleza.

Con Heidegger la hermenéutica se relaciona con la ontología de la existencia. La comprensión es entendida como una estructura fundamental del ser humano. Ya no se trata meramente de comprender un texto en su contexto, sino de auto-comprenderse a través del lenguaje. La hermenéutica ya no es una forma particular de conocimiento sino lo que hace posible cualquier conocimiento.
Otras figuras relevantes de la filosofía abonan la relación entre la hermenéutica y el lenguaje, como son Gadamer y P. Ricoeur. Este último elabora su teoría en diálogo continuo con la lingüística y la semiótica.

El estructuralismo en lingüística comienza con la obra de F. de Saussure, sobre todo en su concepción de la lengua como sistema, en el que cada elemento adquiere un valor en virtud de sus posibilidades operacionales, que son específicas de cada uno de ellos.

El desarrollo posterior de esta concepción, en donde los únicos métodos que se ven como adecuados para el análisis lingüístico son la segmentación y la clasificación; radicaliza las concepciones saussureanas, acentuando el formalismo y estableciendo un antipsicologismo franco. El Círculo lingüístico de Praga (con R. Jakobson a la cabeza), ve como una necesidad el considerar la lengua como un sistema funcional que tiene como fin, la realización de las intenciones del sujeto hablante para expresarse y comunicarse.

La escuela de Copenhague, presidida por L.Hjelmslev, formula la teoría de la Glosemática que, entre otras cosas, plantea la necesidad de dar cuenta de todas las lenguas naturales, de una forma independiente de la experiencia. La pretensión es lograr una ciencia exacta, sistemática y generalizadora.

La lingüística estructural pasa de Europa a Estados Unidos, con más o menos las mismos objetivos – descripción de una lengua, clasificación de sus elementos y relaciones – pero con la necesidad de recurrir únicamente a los datos observables.

Destacan en la lingüística norteamericana: E. Sapir, L. Bloomfield, Z. Harris y N. Chomsky.

Planteado de esta manera el encuadre filosófico general, queda para situarnos en contexto, el análisis de cada uno de los elementos planteados en esta relación que nos convoca. Nuevamente, porque nos excede la consideración psicológica del pensamiento y filosófica de la realidad, no abordaremos estos temas desde un punto de vista tan puntual; dando por sentado que la concepción de lo que es el pensamiento, la realidad e incluso el lenguaje, nos llevaría a una discusión que obligaría a revisar más de 2500 años de desarrollos intelectuales operados en nuestra cultura occidental, para recién situarnos y mostrar nuestra posición.

A cambio de esto, y teniendo en cuenta el marco que hemos trazado, se planteará una visión personal en donde, cada aspecto presentado en esta relación que estamos analizando será fundamentada mediante citas a filósofos y lingüistas relevantes en la historia de la relación entre pensamiento, lenguaje y realidad.

PLANTEOS BÁSICOS

Como plataforma de abordaje directo al tema en cuestión, podríamos plantearnos algunas preguntas, a las cuales intentaremos dar respuesta:

¿Cómo está estructurada la realidad?
¿Cómo se estructura nuestra psiquis?
¿Qué ocurre en nuestra psiquis cuando empleamos el lenguaje?
¿De dónde sale la estructura del lenguaje? Cuál es su lógica?
¿Qué relación liga a un hecho real con su símbolo?
¿En todas estas relaciones, el tiempo tiene algo que ver?

La hipótesis fundamental es: para que el lenguaje pueda expresar (representar) la realidad, debe haber algo común entre sus respectivas estructuras. Y tal cual lo postulara (W), esta estructura común, no es ‘dicha’ por el lenguaje sino ‘mostrada’, ya que todo lo que pueda mostrar el lenguaje, tiene la misma estructura (sintaxis) que la realidad.

No se progresa demasiado en el estudio del lenguaje básicamente, porque no se comprende su lógica. Podemos adelantar que esta lógica es la misma que la de la realidad. Esto es lo que fundamentalmente tienen de común (lenguaje y realidad) y esto surge porque tienen la misma estructura; la misma ‘figura’

En el aforismo 2.1 del TLF, W afirma: “Nosotros nos hacemos figuras de los hechos”. Compara la expresión lingüística con la proyección geométrica; ya que una figura geométrica puede ser proyectada de distintas formas: cada una de ellas en un lenguaje diferente pero, con las propiedades de la proyección de la figura original, inmutables. Esta inmutabilidad de la forma (que en definitiva es su lógica) es en sí, un LENGUAJE UNIVERSAL, de donde derivan todos los demás; incluido nuestro lenguaje.

Esta figura (que nosotros también tomaremos y describiremos estructuralmente) es considerada como en W, como modelo de la realidad (de los sistemas reales). Las relaciones (interrelaciones) que existen entre las partes de la figura, es la misma que la que presentan los hechos en su constitución: una sintaxis común que expresa la realidad y la contiene; es la realidad. El lenguaje es la realidad.
Por tanto, desde este punto de vista, no hay nada real que sea extralingüístico (lingüístico en el sentido general, no verbal). Las caracterizaciones hechas del lenguaje, en desconocimiento de esta lógica, son en todo caso: ‘errores sintácticos’.
La realidad está organizada en ‘patrones’ (o emergentes) y éstos a su vez, se hallan nucleados en distintos sistemas.
Estos patrones son autónomos y autopoiéticos, y están constituidos por partes. A estas partes las llamamos: espacios o nichos ontológicos; que, dadas sus interrelaciones, conforman una unidad compleja; o sea, aquella cuyos componentes son opuestos, complementarios y concurrentes.

[continuará ... ]

¡Nos vemos mañana!