Historia de la Lógica Transcursiva (Capítulo 208)

Cuaderno IX (páginas 1249 a 1254)

(Hoy finalizamos el trabajo "Realidad, lenguaje natural y una lógica alternativa")

Un símbolo dinámico (interno: la vertiente continua) representaría una función estructurada (la que expresaría el proceso mismo de simbolización); en contrapartida, un símbolo estático (su mitad externa, discreta) representaría una estructura funcionarizada (Figura 12).


Relaciones entre pensamiento y lenguaje natural
Figura 12

Al pasar la función, en el LN, a ser su propio argumento, dejaría de expresar la esencia del evento representado en el pensamiento. Por tanto la estructura al pasar a ser función, dejaría de expresar la estructura psíquica y por lo tanto, también la real.

Esta inversión ‘paradojal’ haría dificultoso el captar la ‘lógica’ que estructura el LN y por ende, el pensamiento, desde donde suponemos, emana. Por esta razón el LN nos diría poco o nada de sí mismo y menos quizás, de lo que lo originó. El ojo no puede ‘verse’ a sí mismo. Puede describir lo que ve, pero no puede ‘verse’ viendo.

Una función no debería ser su propio argumento. Esto va en contra de la lógica.

Esta aparente falla lógica podría ser subsanada arbitrariamente por medio del significado. Asignando convencionalmente (ad placitum) argumentos a una función que no es tal. Usando una función continua (como por ejemplo, los tiempos de verbo) como argumento de una estructura (sintaxis). Pero por eso quizás el LN (simbólico) es ambiguo. Esto explicaría de alguna manera la polisemia. Es el mismo fenómeno que se daría al describir matemáticamente un acontecimiento continuo (real), en donde no hay otra opción que ‘linealizarlo’; describirlo en infinitésimos pasos; o sea, en definitiva: discretizarlo.

Desde la óptica de la lógica aristotélica el LN sería un discretizador de la R y, como hemos expresado, no se ve como suficiente para explicar las paradojas que surgen en el camino de la investigación del LN, siguiendo sus pasos.

De todo lo anterior surge que, si queremos acercarnos un poco más a lo que realmente sería el LN, deberíamos tal vez cambiar el método de estudio. Esto no sugiere otra cosa que, fundamentalmente, contemplar otro enfoque lógico posible que sustente su estructuración y desenvolvimiento. El problema básico en el estudio del LN sea quizás el desconocer o no comprender bien su lógica. Habría que buscar la forma de ‘extraer’ lo que aparentemente ‘oculta’ el símbolo lingüístico.

“El lenguaje disfraza el pensamiento” (Wittgenstein, af.4.002 – TLP). Nosotros diríamos: “No se piensa con palabras, se habla con pensamientos”. No obstante, el LN no haría evidente al pensamiento. El significado nada dice del sentido, ni el ser de la esencia. Para comprender el LN hay que intentar un cambio del punto de vista lógico. El secreto posiblemente esté en parte, en lo estructural. Hay como hemos dicho, una probable homología entre la R representada y el representante; lo cual se equipararía relacionalmente en el origen y en el orden, pero también en la función.

El aparente aspecto ‘desmadejado’ del LN impide darse cuenta que su lógica puede ser un ensamble entre lo continuo (profundo) y lo discreto (superficial); en donde, esto último es lo que se mostraría directamente. El otro aspecto quedaría ‘oculto’ a los ‘ojos’ de la lógica aristotélica.

El símbolo sería la ‘figura’ de la R. Un modelo que quedaría ‘estampado’ a fuego en nuestra psiquis.

La similitud, o mejor dicho, la homología entre los distintos sistemas reales, no sería para nada evidente.

Resumiendo entonces: lo homólogo sería la ‘moneda de cambio’; el nexo en la R toda, aparecería como netamente estructural; y esa homología, como su posible estructura lógica.

Esto es lo que ligaría los aspectos psico-bio-socio-culturales de la R.

CONCLUSIONES

Si aceptamos lo anteriormente propuesto, podríamos luego ver claro porqué comprendemos el signo real (PAU – evento) sin necesidad que nadie nos lo explique. Simplemente sería porque nuestra psiquis tendría la misma estructura (en el sentido antes expresado) que ese signo. Obviamente, el LN para poder comunicar ese aspecto de la R por nosotros comprendido, debería tener la misma estructura. Esto último aseguraría la comprensión por parte de otra persona de la descripción de los signos reales que yo hago al comunicarme mediante el LN, que por otra parte, tendría la misma estructura que la psiquis de quien trata de interpretarme.

Queda así expuesto un posible mecanismo que haría comprender el sentido de los eventos sin mediar explicación alguna. Este sentido quedaría plasmado en el pensamiento (la vertiente continua o interna del ensamble simbólico). La otra mitad de este proceso se explicitaría en el símbolo lingüístico (la vertiente discreta o externa del ensamble simbólico) que, al llegar a otro individuo a través del significado que se dan a los eventos, generaría en su propia psiquis la ‘comprensión’ (sin mediar explicación) del sentido de ese ensamble que quedaría registrado en su pensamiento.

Así, el símbolo (en sentido lato) mostraría su sentido (el sentido de la R que representa) generando estructura psíquica. Extraeríamos la organización de nuestro sistema simbólico desde la R en donde estamos inmersos³¹.

Hay que aclarar que no se daría la misma secuencia en la compresión que yo hago del estado de los eventos, que aquella que surgiría en alguien que interpreta mi LN y está tratando de describir ese mismo estado de cosas.

Al comprender yo las cosas reales, lo haría directamente, sin mediar interpretación de mi parte ya que quedaría plasmada la estructura real en mi estructura psíquica (que sería mi idea); luego de allí surgiría el LN (esto es lo que llamamos función estructurada; un pensamiento en función de una idea). En cambio, en quien me interpreta se seguiría el camino inverso: la comprensión surgiría al registrar el sentido de lo que se interpreta, en un pensamiento (es lo que llamamos estructura funcionarizada). Esta estructura tendría distinta connotación que la que surgiría desde nuestra experiencia directa. Esta última sería inconciente, la primera no.

Peirce como nadie, nos enseño que el LN es un proceso semiótico pero nos inculcó que (i) un objeto dado o estado del mundo (objeto dinámico), (ii) es representado por un signo y (iii) el significado de este signo (objeto inmediato) puede traducirse en un interpretante, es decir, en otro signo.

Según nuestra propuesta de semiosis (i) un signo sería una entidad real (PAU) y como tal, podría ser una instancia de relaciones psico-bio-socio-culturales. (ii) Habría un signo psíquico (idea) que representaría al PAU luego de su construcción. No se ve como necesario entonces, hacer la división de los signos en representativos y lingüísticos ya que en el esquema presentado habría ideas, pensamientos y luego LN. Por tanto un signo lingüístico es aquí un símbolo en su vertiente discreta o convencional y no natural. (iii) No se rige nuestro esquema por la lógica de términos (aristotélica) ya que esto nos limitaría seriamente al tener que trabajar con proposiciones (que solo pueden ser verdaderas o falsas). Nuestra intención es operar con espacios ontológicos (origen del PAU) que serían entidades absolutamente reales y regidas por una lógica transcursiva que nos liberaría completamente de tales ataduras.

Finalizamos diciendo que para nosotros, signo natural (a diferencia de Peirce) o PAU, sería el representante de un evento real que generaría un signo psíquico (idea) que surgiría a través de la temporización de la estructura psíquica básica y que, por un proceso de simbolización, traduciría el sentido de este signo a un símbolo que tendría dos vertientes: una interna o continua (profunda): el pensamiento (de índole no arbitrario e inconciente); y una externa o discreta (superficial): el LN (de índole arbitrario y conciente – interpretativo) reglada por la institución o la convención.

‘El lenguaje no representa la R, es la R’. Claro que en este aforismo, nos referimos al lenguaje universal que hemos sugerido. El LN en cambio sería tan solo una manifestación más de esa R.

³¹ Este tipo de proceso es similar al postulado en biología, como responsable del desarrollo de un individuo a través del cual su estructura se diferencia y hace más compleja. El caso paradigmático es el crecimiento en el que a partir de un huevo o cigoto se desarrolla una compleja estructura celular y orgánica. A este proceso se lo llama epigénesis. Por extensión, en nuestro caso se incluyen los mecanismos que permiten a la psiquis modificar ciertos aspectos de su estructura interna como resultado de interacción con su entrono inmediato. Este proceso epigenético representa por tanto la ‘sintonización’ final por la cual la psiquis de cada individuo se adapta de forma eficiente a su entorno a partir de las capacidades contenidas en su ‘código genético’ (estructura lógica). Los ejemplos más evidentes de sistemas biológicos con esta capacidad de ‘aprendizaje’ los constituyen el Sistema Nervioso Central y el Sistema Inmunitario. En el caso del SNC, esto es trascendente pues estamos aceptando que la estructura psíquica radica en él.


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