Historia de la Lógica Transcursiva (Capítulo 207)

Cuaderno IX (páginas 1243 a 1248)

(Continuamos con "Realidad, lenguaje natural y una lógica alternativa", en su tercera parte.)

Ahora, ¿dónde tiene cabida en esta estructura el cuarto elemento ∇?

Los tres elementos básicos constituirían una estructura aparente; vale decir, una organización dinámica que se nos puede aparecer en el día a día bajo muy variados aspectos; podríamos asimilarlo al aspecto ‘superficial’ de la R; aquel que daría cuenta de los fenómenos tramitados por nuestra percepción. Cuando esta estructura es perturbada lo suficiente como para producir otro elemento (otro lugar ontológico), se desataría un cambio estructural interno profundo.

El cambio estructural aludido sería la ‘duplicación’ del ciclo original. ¿Cómo es posible que se generen dos bucles reflexivos con sólo cuatro elementos?

El nuevo elemento ‘generado’ por la negación clásica, efectivamente no tiene lugar en un sistema trivalente, entonces, tomando ‘prestados’ del ciclo original los dos elementos que no son su negación binaria (S y O), los comparte y genera un nuevo bucle o ciclo reflexivo trivalente que quedaría ‘atado’ al original. Este nuevo bucle tiene características particulares que deben ser destacadas: 1) es reflexivo por estar estructurado por una negación mediada; 2) cicla en sentido inverso (es levógiro)¹; 3) aunque los elementos básicos son los mismos que en el ciclo original (S y O, que comparte), no los relaciona una contextura binaria que los coparticipe (co-presencia), sino todo lo contrario, una contextura que los disocia e independiza (co-ausencia).

Hay además, otro detalle que diferenciaría a estos dos ciclos que hemos presentado. El bucle inicial que decíamos representante de lo superficial de la R sería discreto; o sea, ciclaría pero a ‘saltos’ o lo que es lo mismo, en forma binaria¹. Es lo que en la semiótica de Peirce se define como un sistema triádico, diádicamente degenerado. En cambio, el segundo bucle sería continuo; ciclaría de una forma difusa¹. Este último bucle podríamos asimilarlo al aspecto profundo de la R; lo no aparente. A esta composición de ambos bucles lo llamamos ensamble y pretende representar la mínima expresión de complejidad real; la más pequeña evidencia de R que podríamos concebir.

La Figura 10 pretende reflejar esta ‘figura dinámica compuesta’ que hemos descrito.


PAU: Disposición espacio-temporal de las interrelaciones entre los nichos ontológicos
(S = sujeto, O = objeto, V = organización, ∇ = desorganización)
Figura 10

Abusando de la metáfora biológica, podríamos decir que la estructura detallada representaría la ‘célula’ de la R y que como unidad sería aplicable a todo lo real lo cual, la constituiría en universal. A esta unidad la llamaremos PAU (Patrón Autónomo² Universal).

Abordar la estructura real de la forma propuesta, significaría deslindar las ‘expresiones’ de este ‘lenguaje universal’. Luego, a todas estas expresiones así como el lenguaje mismo que le serviría de urdimbre a la ‘trama lógica’ que hemos tratado de bosquejar, le llamaríamos R.

Unas palabras finales sobre la lógica aludida. Se dice que la Lógica es la ciencia del sentido; siendo así, tiene que mostrar una textura coherente y homogénea. Desde el punto de vista técnico, la lógica aquí propuesta, ‘mezcla’ la negación clásica con una negación apócrifa y por tanto, no es Lógica. Sin abundar en detalles no pertinentes diremos que la lógica propuesta sí es una lógica genuina, solo que es una lógica ‘híbrida’ formada con elementos de tres lógicas distintas: es binaria en su apariencia (en la superficie), difusa en su intimidad (en lo profundo) e isomérica²¹ en su funcionamiento (lo que le da dinámica y ‘vida’ a esta lógica). La cohesión entre sus elementos está asegurada ya que ellos son complementarios a la vez que opuestos y concurrentes, por lo que según lo visto, merece la denominación de compleja.

Para completar la estructuración propuesta de la R decimos que estaría organizada en sistemas. Sistemas que solo podrían aislarse uno de otro, como un ejercicio analítico, abstracto, ficticio y arbitrario. Su separación efectiva los transformaría en ‘partículas’ inertes y sin sentido.

La R de esta manera tendría una ‘consistencia’ que se la daría, en parte, su estructura, pero que sería completada por la expresión dinámica y funcional de la misma. De esta forma se determinaría un ‘espacio’ real que se encuadraría en tres dimensiones: su estructura (el qué real), su dinámica (el cuándo real) y su funcionalidad (el cómo real). Estas dimensiones se intersectan ortogonalmente y plantearían el marco referencial de todo cuanto acaece. (Figura 11)


Figura 11

Hemos delineado así los rasgos generales de lo que proponemos como una posible R; aunque para ser estrictos solo lo hemos hecho con uno de los tres sistemas que se proponen, con fines de estudio, como constituyentes de la R; a este sistema lo llamaremos bio-externo. Los otros dos serían: el psico-interno y el socio-cultural.

No es tema de este trabajo describir los dos sistemas restantes; unicamente se dirá que todos serían homólogos²². Por homología se entiende una equivalencia en el origen, función y orden de los constituyentes de los tres sistemas.

El sistema bio-externo sería el mundo ambiental (el entorno), el psico-interno el de la psiquis²³ y el socio-cultural el del LN.

Queda así al descubierto que: ambiente (entorno), psiquis y LN se proponen como una organización equivalente. Estarían estructurados en un lenguaje universal que los haría reales; que los constituiría en una R única.

LA ESTRUCTURA DEL LENGUAJE NATURAL

La homología anteriormente reseñada permite inferir que, tanto la psiquis como el LN² deberían poseer su unidad, su ‘célula’, con una organización homóloga a la del PAU (Patrón Autónomo Universal). Efectivamente, y siendo en extremo sintéticos, podemos decir que la ‘célula psíquica’ tendría un componente superficial, discreto al que llamaremos idea. Esta idea sería la parte de la psiquis encargada de dejar constancia del qué del entorno, siendo la base estructural psíquica; y un componente profundo, continuo, que llamaremos pensamiento y que se encargaría de dejar constancia del cómo del entorno, siendo así, la base funcional psíquica.

El cuándo del entorno (su dinámica) tendría que ver exclusivamente con el tiempo. Como ya se sospechará, vamos a considerar la existencia de un tiempo ‘superficial’, discreto y aparente al que llamaremos tiempo externo²  y un tiempo ‘profundo’, continuo y no aparente al que llamaremos tiempo interno². La psiquis cumpliría con caracterizar el tiempo y así: del tiempo externo se encargaría la idea, lo cual aseguraría la existencia de tal estructura; del tiempo interno lo haría el pensamiento. Los ‘elementos constitutivos’ del tiempo externo serían: antes, ahora y después, y los del tiempo interno: pasado, presente (que incluye el ahora) y futuro. Existiría en ambos tiempos, un elemento en común: el ahora. Este ahora representaría la coincidencia dinámica que aseguraría la ligazón entre los sistemas: bio-externo y psico-interno y además lo que determinaría la unidad dinámico-funcional y estructural de la psiquis.

Veamos rápidamente cómo funcionaría la ‘representación’ de esta correspondencia o sincronización que acabamos de plantear.

Los emergentes reales (PAU) como vimos serían unidades complejas que expresan una apariencia (el fenómeno), un ser y una esencia reales. Tendrían por decirlo así, una ‘cáscara’ (la apariencia), una capa externa (lo particular o ser) y una capa interna o núcleo (lo general o esencia). Esto es lo que se ofrecería por ejemplo, a la percepción y formaría parte de la existencia; constituyéndose en un
signo² (un evento).

El humano al percibir el signo; vale decir, al sacarle (negarle) lo aparente (de esto se trataría el percibir) desdoblaría el evento (PAU) en sus constituyentes básicos. La capa externa (lo particular) estaría representado a través de su temporización externa, como un signo en una idea (generando estructura psíquica). El núcleo (lo general) estaría representado a través de la temporización interna, como un símbolo y es lo que le daría sentido a la idea, en un pensamiento (conformando su dotación funcional).

A través del LN, como veremos, se proyectaría este símbolo² a modo de representación (por medio de una nueva negación). Sería un símbolo y no un signo a pesar de tener la misma apariencia, ya que ‘mostraría’ una estructura como una función; es decir, como un significado (como veremos luego).

La psiquis, de esta manera, se comportaría como un ‘filtro’ que reservaría la esencia de los eventos ( su sentido) en el pensamiento y los proyectaría en el LN como una falsa estructura, a través del significado de la idea; esto es, a través de una función.

Desde esta perspectiva, visto superficialmente, el LN sería una manifestación carente de estructura real, pues lo que uno investigaría cuando interviene en su estudio, sería un ‘espejismo’ y no la estructura real del pensamiento.

Habría una correspondencia entre idea (o signo) y el ser de los eventos y entre el pensamiento (o símbolo) y la esencia de los mismos.

Veamos ahora qué es lo que ligaría el pensamiento y el LN; considerando de esta forma el tercer sistema real: el socio-cultural.

Un símbolo designaría, en una unidad compleja, su vertiente continua (la función) que estaría representada en la psiquis por el pensamiento y expresada en el LN por los tiempos de verbo².
La vertiente discreta de esta unidad compleja estaría representada por el LN y expresada en su sintaxis. Esta estructura aunque semejante a la estructura real y la representación psíquica identificada con la idea, no diría nada de la estructura psíquica, sino que expresaría de una manera funcional, lo que sería un evento; según se nos apareciera y esto se haría evidente en su aplicación. La pragmática mostraría en este caso, lo que el símbolo lingüístico esconde. Esto estaría de acuerdo con el hecho de que con el uso del LN damos acabadas muestras de ‘conocer’ la R. Pero esto solo es una cuestión operativa que no ‘dice’ nada de la estructura subyacente.

Solo el aspecto dinámico del símbolo (el pensamiento) tendría sentido, porque representaría cabalmente un prototipo lógico; en el contexto del aspecto estático (el LN), un nombre (el contenido convencional de un símbolo lingüístico), tendría significado. Su uso no mostraría la relación esencial entre los sistemas reales que le dan origen. Su comunicación se haría de la única manera posible: a través de la expresión.

Consideramos al símbolo como una función de la estructura que lo contiene (en su vertiente interna) y como estructura funcionarizada (la expresión) en su vertiente externa. En el LN el fenómeno se invertiría: el signo sería lo estructurante (el qué) y el símbolo lo estructurado (el cómo).

Dice Wittgenstein (en el aforismo 3.32 del TLP): “El signo es la parte del símbolo perceptible por los sentidos”. En nuestro caso más bien lo invertiríamos: el símbolo expresaría la relación esencial que nuestros sentidos tienen con la R; expresaría en fin, aquello que de perceptible tiene el PAU a saber: el fenómeno y el ser de los eventos; o sea, tal cual se nos aparecerían.

Todos los símbolos tendrían en común este prototipo sígnico. Esto constituiría el lenguaje universal que tiene su sustento en la lógica transcursiva y sería el único que estaría exento de ambigüedad.

El signo (PAU) no tendría sentido ni significado, solo sería y existiría.

El símbolo, como función, tendría como argumento al signo; en otras palabras, el pensamiento sería función de la idea y quien porta el sentido³. Esta función, en las lenguas indo-europeas por ejemplo, estaría representada por los tiempos de verbo (en su aspecto temporal interno).

¹⁷ Lo cual lo une fuertemente al ciclo original.
¹⁸ Ya que pasa de un extremo a otro; o está en 1 o está en 0.
¹⁹ Ya que para pasar de un extremo a otro, lo hace a través de infinitos valores entre 0 y 1. Esta es la base de la lógica difusa (Lotfi Zadeh, 1960)
²⁰  Este patrón es autónomo porque tiene la capacidad de autorregulación y autoproducción. Por esto último, también es autopoiético (término acuñado por Maturana y Varela (1970) en el campo de la biología para significar la capacidad de autoproducción de los seres vivos).
²¹ Isómeros son cuerpos que con igual composición química tienen distintas propiedades físicas. Aquí está tomado el término con la intención de resaltar específicamente, el sentido de ‘giro’ de los ciclos que con estructura compartida, tienen propiedades distintas; opuestas, en este caso.
²²  No isomorfos o idénticos en su forma. No hay identidad entre ellos.
²³  Para evitar ambigüedades la palabra psiquis no debe relacionarse a mente, ni a razón, ni a inteligencia.
²⁴  Aquí tomado el LN, por razones de simplificación, como el único integrante del sistema socio-cultural que de hecho, es mucho más complejo.
²⁵  Por tiempo externo entendemos el tiempo lineal de los relojes, de la datación. Ese tiempo irreversible al que los griegos llamaron Krónos.
²⁶  Por tiempo interno entendemos el tiempo cíclico al que los griegos llamaron kairós.
²⁷  En el sentido semiótico del término. Según Pierce (1883 – 1902).
²⁸  Que constituye la unidad del LN a medias, ya que el LN es dueño solo del aspecto externo del símbolo, de lo aparente (significado). El pensamiento, según lo propuesto, contiene el aspecto interno del símbolo (sentido).
²⁹  Como se ve por ejemplo, en las lenguas indo-europeas.
³⁰  Esta afirmación se aproxima a lo que postula L. Vygotsky (1995: 224) cuando dice que hay dos lenguajes: uno interno que se aproxima al pensamiento y uno externo que lo hace al lenguaje ordinario. El primero es quien aporta el sentido y el otro, el significado.

[continuará ... ]

¡Nos vemos mañana!